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Alex North: Segunda Parte Por Frederic Torres |
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La segunda entrega dedicada a este innovador compositor se adentra en su fase de mayor plenitud creativa, toda vez que abre nuevas perspectivas acerca de su capacidad y gran versatilidad al participar en proyectos aparentemente alejados de la idiosincrasia que hasta el momento había caracterizado su trayectoria cinematográfica y en los que a pesar de haber estado trabajando, siquiera secundariamente, desde los inicios de la misma (como en “Pony Soldier”, “Man with the Gun” o “Desirée”), ciertamente se centraba en torno al “drama intenso” y de paisaje mayormente urbanita, pese a la mencionada participación en producciones genéricas de cierta enjundia como “Les Miserables” o “Viva Zapata!”, partituras caracterizadas por su densidad dramática, pero fuertemente impregnadas del color local donde desarrollaban su acción.
Tras un par de recopilatorios, pues, que trazan una mirada retrospectiva a la anterior década y que destacan, precisamente, por dos de los rasgos musicales más distintivos y característicos del estilo del compositor hasta ese momento, como lo fueron el jazz y el lirismo melódico (destacadamente apoyado en la cuerda), North se adentra, primero en el documental, desde una perspectiva puramente descriptiva, y después, con la complejidad requerida, por los vericuetos expresivos y artísticos más dispares, se trate del péplum, el western o la misma ciencia-ficción, consolidando su trayectoria profesional toda vez que elevándola a la máxima expresión como autor capaz no sólo de abarcar cualquier tipo de temática genérica, sino de renovarla aportando su propia y personal visión musical caracterizada por una mayor complejidad psicológica en el tratamiento de los personajes, redundante en un perfil dramático mucho más completo del relato.
Todo ello sin dejar de lado su habitual interés por el drama propiamente dicho, en el que llegará a alcanzar también cotas significativamente maestras en una alternancia de trabajos realmente versátil y nada acomodaticia, aupándose a las cotas más excelsas y reconocidas (dentro y fuera de la profesión) de la historia de la música de cine. Precisamente el momento que, tal vez, hubiese marcado el cenit de su carrera (su partitura rechazada para el “2001” de Stanley Kubrick) será el punto de inflexión de esta impecable trayectoria profesional, ya que a partir de aquí (finales de la década de los 60) comienza un declive (como, por otra parte, acaece con compañeros generacionales –Elmer Bernstein- o más clásicos -Bernard Herrmann-) que, salvo esporádicas situaciones de alguna peregrina confluencia popular (como el éxito televisivo de “Rich Man, Poor Man”), será ya irreversible, si bien la entrada en la década de los 80, de la mano de su reencuentro con John Huston, volverá a reportar al compositor una inesperada situación de cierto reconocimiento público y crítico (Oscar honorífico incluido). Pero de ello hablaremos en la siguiente y última entrega de esta Guía.
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| NORTH OF HOLLYWOOD 1958 RCA/BMG (1445-2-R) Editado en Estados Unidos en 1988 y difícil de encontrar (hay una reedición de 2002 de la propia RCA -74321984102-, editada en España).
Este recopilatorio, originalmente grabado para el sello RCA en 1958 por “Alex North and his Orchestra”, es un claro antecedente, como decíamos a propósito de los “bonus tracks” que acompañaban la edición de “The Bad Seed” en la 1ª parte de esta Guía, de los posteriores recopilatorios y edición de bandas sonoras en vinilos con que Henry Mancini revolucionó el panorama comercial de la música de cine en la década de los 60 gracias a su particular visión de avispado hombre de negocios, toda vez que excelso compositor cinematográfico, al transmutar sus partituras en unos arreglos orquestales más digeribles por el gran público y totalmente desvinculados de la ligazón dramática para con las imágenes que primigeniamente habrían supuesto su origen. Así, del “Streetcar” nos encontramos hasta tres piezas musicales de las cuales sólo “French Quarter” incorpora el famoso tema central (a manos del saxo y no de la trompeta solista); con un par de temas de “The Racers”, el diegético “Monte Carlo” y “Blackjack”, que cierra un tanto decadentemente el disco, por cuanto se trata, como quedó ya dicho en la anterior entrega de la Guía, de un corte “desencantado” y nocturno; así como con dos más de “The Rose Tattoo” (“Floozie” y “Mardi Gras Bump”), en realidad el mismo tema musical interpretado lánguidamente primero y con mayor dinamismo después. Mucho más interesante resulta, en cambio, escuchar toda una serie de temas (mayormente reorquestados en clave jazzística, aunque en ocasiones se respetase su estructura original) como los de “The Member of the Wedding” (la partitura favorita del compositor, según confesión de su propia esposa, Anne-Marie) o los de “The American Road”, totalmente inéditos hasta aquel momento (en la actualidad siguen estándolo sus partituras originales) o el par de temas de su “Wall Steet Ballet”, compuesto para el programa de televisión de 1950 “Your Show of Shows” (en el “Alex North, Film composer”, la autora, Sanya Shoilevska Henderson, lo sitúa en 1954), así como los de “Hot Spell” y “Unchained”. En definitiva, un álbum comercial que hay que saber contextualizar y que permitió al autor, en su momento, dirigir a su trayectoria profesional una reflexiva (reformulándola) mirada atrás, toda vez que recuperar algunos de sus trabajos menos conocidos.
Lo mejor: La cohesión temática conseguida en aras de la cual el compositor es capaz de obviar, por ejemplo, su famosa creación melódica para “Unchained”, mundialmente conocida gracias a la versión cantada por “The Righteous Brothers” que triunfaría en la posterior (de 1990) “Ghost”, ofreciéndonos un “Unchained Jazz” que nada tiene que ver con el tema musical en cuestión.
Lo peor: No incorporar las versiones originales correspondientes, pues el disco, un recopilatorio de la labor cinematográfica de los primeros años de trabajo del compositor en Hollywood, se configura en torno a las maneras y modalidades del jazz, en parte por cuestiones contextuales de la moda musical del momento, en parte por lo que un posible consumidor del producto podría esperar de la genérica fama del compositor, basada en el clamoroso éxito de su debut como introductor de la música de jazz en “A Streetcar Named Desire”.
El tema: El arreglo de “Ode to a Western”, perteneciente al cortometraje “The American Road”, en donde, aún perviviendo algunos elementos percusivos del original, son los saxos y los clarinetes los que acentúan los clímax sonoros del tema.
La duración: 35:14
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| THE LONG, HOT SUMMER/ SANCTUARY (El Largo y Cálido Verano, Martin Ritt, 1958/ Réquiem por una Mujer, Tony Richardson, 1961) Varèse Sarabande (VLC 0202 1005) Editado en Estados Unidos en 2002 y fácil de encontrar (edición limitada a 3000 copias).
Aunque con esta nueva partitura North parece seguir fiel a sus directrices habituales, en realidad supone un paso adelante en su trayectoria por cuanto es una película plagada de situaciones “fuertes” (de elevada tensión emocional), pero también y al mismo tiempo, cargada del glamour musical necesario (como se puede apreciar en “Two Butterflies” o en la misma canción de los títulos de crédito, “The Long, Hot Summer”) que una película de gran presupuesto de la época necesita. En este sentido, no hay más que escuchar el tema dedicado a Eula (“Hey! Eula” y “Eula”), de características diegéticas y, sin embargo, perfectamente definitorio del personaje, para percatarse de dicha circunstancia. O el tono deslumbrantemente costumbrista, al que no es ajena la conducción orquestal del experto Lionel Newman, con el que North emplea el tema central en “Easy Living”, de la misma forma en que suena tiernamente (gracias a la cuerda) en “Encounter” y con tonalidades más dulces (gracias a la flauta) en “Southern Belle”. Las campanitas que acompañan las atmosféricas tonalidades de la cuerda del tema central en “Ashamed” (el más largo del disco), rítmicamente balanceado con las pulsaciones de los contrabajos, siguen esta línea, la que ejemplifica una partitura expresiva (el dramatismo escuchado al inicio de “Jody”, en “Loot”, “Big Daddy” y, sobre todo, en “The Barn Burns”, donde North intercala magistralmente entre la percusión unos silencios realmente expresivos) rica en matices, pero al mismo tiempo capaz de convertir en un estándar imperecedero un tema central como el presente, pleno de sentido y significación, aunque capaz también de atravesar popularmente su mera condición de acompañamiento musical.
El contraste con el otro título que configura el presente disco no puede ser más ilustrativo (pese a la confluente temática literaria), pues “Sanctuary”, nueva adaptación faulkneriana (tras “The Sound and the Fury”, también dirigida, al igual que “Hot Summer”, por Martin Ritt), a cargo del más reconocido de los “airados” del free cinema, Tony Richardson, y con una pareja tan exótica como la formada por Yves Montand y Lee Remick, sigue unos caminos más austeros y expresamente dramáticos (en esta ocasión, bajo la propia batuta del compositor), no tan vistosos (que no complacientes) como los de “The Long Summer”, pero acordes a unas maneras mucho más autorales y realistas manejadas por el director británico, de modo que resultan unas veces intensamente líricos (como “You´re Mine”, “Narration Nº 2” y “Revelation”) y otras más dinámicos (como en “Candy´s Return”, con su estilo jazzístico, o en “Sep Little Lush”, con las escobillas puntuando las dos voces, una de tema lírico y la otra de corte rítmico, entrelazadamente establecidas por el compositor), cuando no una conjunción de ambos, como muestra “Little Girl”, el corte más largo y de mayor complejidad de la partitura (un diálogo entre el piano -en registro grave-, el viento -del que destaca el solo de saxo- que desemboca en un protagonismo de la cuerda, para volver posteriormente de nuevo a las características jazzys del principio). No obstante, una nueva canción (con letra de los especialistas Alan y Marilyn Bergman), sugerentemente interpretada por Julie London, acompañada por el correspondiente saxo, junto a un tema central también con protagonismo del saxo y la trompeta y una pequeña formación coral, dan el toque comercial justamente necesario para que la partitura no resulte excesivamente dura y tensional.
Lo mejor: La recuperación digital con la calidad que merece de un clásico como éste y con la adición, además, de una obra inédita como la partitura de la película de Tony Richardson, todo un hallazgo y un ejemplo de interés y preocupación por ofrecer al aficionado el máximo de posibilidades en la compra de un compacto.
Lo peor: No apreciar debidamente el trabajo del compositor, tal vez un tanto eclipsado por las dos magistrales canciones presentes en el disco, que, no obstante, no hacían más que seguir la moda impuesta por Dimitri Tiomkin a principios de la década de los 50 con su exitosa ocurrencia (la inclusión de una canción en los créditos) para “High Noon” y que el propio North ya había llevado a cabo exitosamente con “Unchained Melody”.
El tema: La canción, “The Long, Hot Summer”, convertida en todo un referente de la música ligera norteamericana y que, por fin, podemos escuchar en su glamourosa versión original a cargo de Jimmie Rodgers. Todo un nostálgico hit de la época refulgente de frescura que, al mismo tiempo, marca el fin de una era.
La duración: 75:48
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| CINERAMA SOUTH SEAS ADVENTURE (Aventuras en los Mares del Sur) 1958 Label X (LXCD 2) Editado en Australia en 1993 y difícil de encontrar.
Perteneciente a la serie cinematográfica “This Is Cinerama”, constituida por unos documentales de características espectaculares (el mismo sistema panorámico que daba nombre a la serie, los grandiosos escenarios naturales, el exotismo), la presente entrega, además, contó para la ocasión con la participación de casi cien músicos en la grabación de la partitura provenientes de la New York Philharmonic, la Metropolitan Opera y la Symphony of the Air, además de vocalistas del Norman Luboff Choir, formando la llamada Cinerama Symphony Orchestra que, junto a la presentación del nuevo sistema “Cinerama Sound” (una variedad de sistema Estereofónico en Alta Fidelidad) pretendía hacer de ésta la mayor y más espectacular de todas las entregas. North, acorde con las intenciones del proyecto (y ávido de nuevas experiencias creativas, como los derroteros de su posterior y más inmediata trayectoria confirmarán), crea un tema central de un evidente exotismo, al estilo del exitoso musical “South Pacific” de Lerner y Loewe, con una cuerda melódica mecida por arpas, metales, coros y percusión, inspirándose en el impresionismo más preciosista (como se aprecia en el “Journey to Hawaii” inicial), aunque sin renunciar a los criterios de calidad a los que acostumbra el compositor. Así, la “Overture” que abre la grabación nos desvela, en apenas poco más de dos minutos y medio, las características básicas de lo que va a ser el resto de la partitura, constituyéndose en una especie de pequeña suite y facilitando las claves onomatopéyicas que van a caracterizar el relato musical, con sus rítmicos scherzos para las escenas surfistas (como tendremos ocasión de escuchar más detenidamente en “Surf Riding”) o los pizzicatos que acompañarán (junto a la percusión y el viento) los curiosos saltos de los canguros (también más extensamente tratados en “Kangaroo Roundup”). No obstante, North insiste en su lirismo habitual creando un tema para los protagonistas, “Ted and Kay”, que, debido a las premisas documentales a las que sirve, finaliza con una pequeña danza. En realidad, los desplazamientos de la pareja son, tal como escuchamos también en “Start of Te Vega´s Voyage”, “Trip to Tonga” o “Driving Through New Zealand”, el eje vertebrador del relato musical con su exótico descriptivismo que, junto a la aparatosidad del conjunto orquestal, nos revelan a un North plenamente paisajista, casi insólito hasta ese momento.
Lo mejor: Pese a la descriptivo de este tipo de proyectos, la inquieta creatividad del compositor se manifiesta experimentando, con un piano disonante, un muy particular diálogo entre el viento, el metal y la percusión en “King Neptuno”, o con los timbales y todo tipo de percusión para la secuencia de los buceadores de “Head Diver Sequence”.
Lo peor: La inclusión como colorista complemento, por otro lado habitual en este tipo de proyectos, de toda una serie de temas y cantos tradicionales diegéticos, de efectivos y necesarios resultados contextuales, pero excesivos para la consideración del aficionado, que seguramente no vea en ellos más que un redundante relleno del disco adquirido.
El tema: El arreglo que North realiza de la canción tradicional australiana “Click Go the Shears” para la secuencia del esquilamiento de las ovejas en “Sheep Shearing” (que posteriormente se volverá a utilizar como “exit music”, acompañando al público en la salida de la proyección).
La duración: 48:15
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| UNCHAINED MELODY: THE FILM THEMES OF ALEX NORTH 1959 Bay Cities (BCD 3010) Editado en Estados Unidos en 1991 y difícil de encontrar (más fácilmente localizable en Citadel –STC 77114- bajo el título de “Legendary Hollywood: North by North”.
Este disco, reeditado en compacto por la extinta discográfica Bay Cities en 1991, fue grabado por North en 1959 con la Hollywood Studio Orchestra para su comercialización en vinilo a finales de aquella década, siguiendo la estela del éxito conseguido con su anterior LP recopilatorio, aunque finalmente dicho proyecto no se llevó a cabo hasta finales de la década de los 70 (en 1977, para ser exactos), de manos de la compañía Citadel. Como quiera que fuera, para la ocasión el compositor planteó el proyecto desde una perspectiva completamente diferente, pues esta nueva compilación tenía al lirismo como componente estructural en detrimento de las anteriores formas jazzísticas. En este sentido, la ejecución del tema de amor de “Unchainded” deja pocas dudas al respecto, tal como ocurriera, en sentido inverso, en el anterior recopilatorio, ya que en la presente ocasión sí es la famosa melodía la protagonista, con todo su inmenso lirismo original expresado en la cuerda, la que marca la pauta definitoria del resto de cortes musicales que siguen, que no son otros que la práctica totalidad de los temas de amor compuestos por el compositor durante gran parte de la década y entre los cuales vamos a encontrar clásicos como el tema de “Blanche” de “A Streetcar Named Desire” (con un elegante inicio a cargo del piano), el de “Josefa” de “Viva Zapata!” (con el clarinete y el piano de protagonistas en forma de “dos voces”), o los de “The Racers” (con su solo de saxo), el de “The Rose Tattoo” (con el arpa y el oboe) y el de “Les Miserables” (con su tierno y ligero comienzo en la cuerda y su grave final en los violonchelos). Entre medias el “Lullaby” de “The Bad Seed” (con sus campanitas “angelicales”), el “Denise” de “The 13th Letter” y los inéditos “The Bachelor Party”, con su elegante y extenso “Love Theme” (combinando clarinete y flauta con el piano), y “Stage Struck”, con su elegante inicio de piano para el corte seleccionado, “Eva”. El “Love Theme” de “Desirée” cierra elegantemente con la cuerda (la verdadera y gran protagonista de la función) el recopilatorio, preludiando en sus maneras el gran tema central de la posterior “Cleopatra”.
Lo mejor: La monopolización que ejerce la cuerda ofrece un resultado de un intenso lirismo, muy alejado de lo almibarado que dicho protagonismo podría significar vistos los resultados de otros recopilatorios similares que circularían exitosamente para su comercialización durante la década siguiente. Además, al contrario de lo que ocurría con su álbum recopilatorio anterior, estas versiones son mucho más fieles al original debido, precisamente, a esa principal utilización de la cuerda.
Lo peor: Los azarosos avatares que sufrió la grabación hasta ver finalmente la luz casi 20 años más tarde, en un contexto completamente diferente, de recuperación de clásicos medio olvidados, convirtiendo en casi testamentaria una grabación que se realizó en pleno apogeo dramático de la trayectoria del compositor, previa, además, a sus incursiones históricas y épicas de la década de los 60.
El tema: “Unchained Melody” destaca por diversos motivos de entre el resto de excelsos temas que componen la recopilación gracias a su gran emotividad melódica (no en balde titula el disco) y sigue siendo un registro testimonial de una partitura que, todavía a estas alturas (y pese a tratarse de uno de los éxitos más apabullantes de la carrera de North) persiste inédita en plena era digital de las ediciones limitadas.
La duración: 39:27
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| THE SOUND AND THE FURY (El Ruido y la Furia, Martin Ritt) 1959 Varèse Sarabande (VSD-5297) Editado en Estados Unidos en 1991 y complicado de encontrar.
Tras el éxito de su anterior film, el director Martin Ritt se lanza a esta adaptación de una de las obras mayores del escritor William Faulkner, nuevamente de idiosincrasia netamente sureña, en un intento de repetir el éxito conseguido con “The Long Summer”. Para ello se vuelve a contar de nuevo con North, el cual reincidirá, parcialmente, en las directrices utilizadas en su anterior colaboración conjunta, pero ahondando en la complejidad musical que los planteamientos argumentales sugieren, en detrimento de cierto colorido glamuroso. La ausencia de una canción para los títulos de crédito ya nos señala dicha diferencia tonal. La complejidad de la orquestación, combinando en un lenguaje totalmente contemporáneo (aunque, obviamente, sustentado en las bases contextuales del jazz, por obligaciones argumentales) entre las cuerdas, el viento y la percusión, también. Así, la secuencia musical inicial, “Main Title – The Sound and the Fury”, es un perfecto reflejo de esta elaborada complejidad, donde a la combinación entre los elementos orquestales antes mencionados cabe añadir el colorido jazzístico propiciado por una enérgica batería que, junto a los violentos scherzos dota de un inusitado vigor a una partitura realmente sorprendente e inventiva. Una acotación costumbrista, sabiamente elaborada con la flauta y el clarinete, compensa la tensión inicial para relajar un tanto este potente preludio y conducirnos directamente al lirismo protagonizado por un elegante piano, acompañado de una no menos sugerente cuerda, en lo que es el típico tema de elaboración northiana escuchado en el “Quentin´s Theme”. No es el único tema central de la partitura. El de “Caddie”, iniciado con un pizzicato de la cuerda, da paso a unas texturas sensuales reforzadas por la expresividad del clarinete (que en “Sweet Baby” se transmuta en ternura, gracias al solo de violín que lo protagoniza) para, a continuación, en “What´s His Name”, tras un leve prólogo nuevamente costumbrista, encontrar en el dinamismo propiciado por los scherzos y la percusión (destacando el xilófono) los trazos vigorosos que caracterizan la partitura, que, no obstante, quedan rotos por la intromisión de un piano de registro grave al que un inquietante violonchelo se une para crear el tema de “Ben”, personaje clave de la trama caracterizado por una discapacitación intelectual que precipitará, sin quererlo, el nudo dramático de la acción.
Lo mejor: La capacidad de North para maridar perfectamente los temas costumbristas (“Jason and Quentin”, el inicio de “What´s His Name” y “Too Much Woman-End title”) con los sensuales (“Sex Rears”, “Southern Breeze”, “Hot”) cohesionando un discurso musical indiscutiblemente variado, dado el torrente de sentimientos desatados entre los personajes protagonistas.
Lo peor: El oscurecimiento de esta más que interesante partitura dado el fracaso comercial de la película, sobre todo tras el éxito obtenido por “The Long, Hot Summer” que, de alguna manera, restó relevancia a un trabajo musical tremendamente elaborado y de una complejidad y relevancia incuestionables que merecería una edición digital revisada y más completa que la presente.
El tema: “Ben Departs” nos presenta, inicialmente con la percusión (contando también con la cuerda y con el piano) el desencadenamiento del trágico desenlace final, culminado al saxo con el tema de “Ben” (a modo de lamento como medio de expresión de la locura que aqueja a este personaje, pero también de su entorno), alcanzando un crescendo final verdaderamente climático.
La duración: 41:25
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| SPARTACUS (Espartaco, Stanley Kubrick) 1960 Varèse Sarabande CD Club (VCL 0610 1109) Editado en Estados Unidos en 2010 y fácil de encontrar (Edición limitada a 5000 ejemplares)
La novedosa irrupción de North en el mundo de la superproducción no pudo ser más emblemática e impactante que la acaecida con su trabajo para este film de temática histórica, pero de clara vocación renovadora dadas sus tendencias realistas y aliento claramente progresista. De hecho, supuso toda una revolución (al igual que la película) en la manera de enfocar el género. Y ello porque el lenguaje musical empleado por North es netamente contemporáneo a la par que respetuoso con el contexto histórico fílmico. El reinado de la cuerda y las fanfarrias impuesto por Miklós Rózsa (cuya cima quedaba datada tan sólo un año antes con la colosal “Ben-Hur”) finaliza súbitamente con esta modélica partitura de North, sin duda una de las grandes obras musicales de la historia del cine que con esta antológica edición a cargo de Varèse por fin goza del esplendor comercial que a todas luces se merecía. La relación dialéctica establecida a lo largo de toda la partitura entre el tema dedicado al protagonista, personificación de la “libertad” (un esclavo rebelde interpretado pletóricamente por Kirk Douglas), vitalista, épico y trágicamente emotivo, frente al frío y distanciado que representa, con la percusión como referente principal, la brutal autoridad del Imperio Romano, representante en el film de la “opresión autoritaria”, simbolizando dos concepciones tan opuestas sobre la vida, conflicto planteado desde el mismo ejemplar “Main Title”, es el que establece la pauta principal del relato musical”. A partir de ahí, las ramificaciones temáticas son de variado registro basculando, según predomine el protagonismo de unos u otros, entre el tono épicamente emotivo (incluso festivo) que caracteriza mayormente, por la conquista de su libertad, la rebelión de los esclavos (como en “Metapontium Trimuph” o en “Glabrus Defeated”, que llega, incluso, a semejarse casi, por su carácter rítmico, a la obertura de un musical) y el más deshumanizado, desposeído de cualquier rasgo emocional (al modo en que acaece en la 8ª Sinfonía, la denominada Leningrado, de Shostakovich), que identifica la maquinaria de guerra desplegada por la autoridad romana para aplastar dicha revuelta (como en “Sound the Trumpet”, “Crassus Legions”, “Crassus Camp” y “Formations”). Las multiplicidad de variaciones con que North desarrolla este enfrentamiento deriva en una combinación de momentos musicalmente álgidos (“The Battle”) generadores de una vibrante tensión que catapulta el alcance de las imágenes fílmicas más allá de la simple descripción visual, sin desbordar nunca (por sobrepasarlo) el marco cinematográfico, sino potenciándolo y formando parte estructural del mismo. Es decir, logrando ese magnífico equilibrio al que toda partitura aspira que no es otro que el de lograr ser una parte intrínseca del film al que sirve, manifestando, a la vez, una vida musical propia y plenamente autónoma tan intensa y significativamente evocadora tanto para un espacio como para otro.
Lo mejor: La largamente esperada edición monumental (con seis compactos de un sonido monoaural y estéreo impecables, un DVD con entrevistas a conocidos compositores y un informativo, bonito y bien editado libro) a cargo de Varèse Sarabande, celebrando especialmente, de este modo, la edición de su disco número 1000 y cumpliendo, de paso, el sueño que su principal artífice, Robert Townson, le prometió en vida al compositor.
Lo peor: Que tan completa edición, limitada a 5000 copias, no haya podido lanzarse a un precio más razonable, obligando al aficionado, que tal vez hubiese preferido la edición más o menos lujosa de un doble compacto solo con el contenido íntegro de la partitura (y al que el disco dedicado a las grabaciones previas y demos, así como el registrado en estéreo –que repite temas de los dos monos que ya cubren íntegramente la partitura- les pueden sobrar sin más contemplaciones, por no hablar de los dos últimos dedicados a las diversas variaciones del “Love Theme”), a un desembolso importante
El tema: El “Love theme”, que pese a una popularidad explicada por su retentiva melodía, realmente consigue alcanzar cotas poéticas en la mesura con que está expuesto a lo largo de la partitura desplegando una intensa emotividad en su trágico y legendario tramo final (“Final Farewell”). La dedicación exclusiva en esta lujosa edición de un doble compacto recogiendo las variaciones que diversos y variopintos artistas mundiales (desde Santana hasta Desplat, pasando por Isham o Schifrin) realizan (o realizaron en su momento) con esta melodía es suficientemente ilustrativa al respecto.
La duración: 359:19
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| THE MISFITS (Vidas Rebeldes, John Huston) 1961 Ryko (RCD 10735) Editado en Estados Unidos en 1998 y fácil de encontrar.
Inmediatamente después del monumental trabajo que supuso la partitura de la película de Kubrick, North afronta un nuevo proyecto más acorde con su forma de entender la música de cine (los dos siguientes también seguirán los mismos derroteros), por cuanto trata las relaciones entre el dramático triángulo compuesto por un maduro Clark Gable, un Montgomery Clift de vuelta de todo (existencialmente hablando) y una Marilyn Monroe más desamparada que nunca. El resultado es la creación de un tema central hermosísimo, que sabe reflejar en su aparente grandeza (que casi permitiría hablar de espectacularidad) toda la desolación del paisaje y paisanaje que protagoniza la película, haciéndose eco de su dolor (casi físico) y angustia vital. En la línea del “Love Theme” de “Spartacus”, la melodía, de excepcional calidad, consigue captar toda la dignidad de estos personajes desplazados, caracterizados por un aliento moral casi anacrónico en su contemporaneidad. De hecho la presencia musical de esta última, a través de un abundante número de temas diegéticos, pretende la contextualización adecuada de la historia, toda vez que se contrapone con el lirismo moral que desprende la misma para, si cabe, potenciar todavía más este aspecto de la partitura. Así, encontramos desde el típico tema de relleno (en clave jazzy –“Rendezvous”-) a una versión ligera del mismísimo tema central (“Roslyn –aka Misfists Theme-“), hasta llegar (en la “exuberante” secuencia del bar protagonizada por una desbordante Marilyn) al rock´n´roll (“Paddleball”), incluso el country (“Reno Bar Dance”). Si a ello añadimos cierto pintoresquismo (como el tono burlesco de “Love Idyll”), que llega incluso a repescar algún tema anterior del compositor debido a la ubicación paisajística (como es el caso de la “Ode to a Western”, de “The American Road”, citada literalmente en el comienzo de “Help”), se aprecia, por contraste, con mucha mayor intensidad, la complejidad de “Love´s Reverie”, de “Trying for Freedom” o la evolución dramática de “Compassion/Compassion for Guido”, que avanza desde el lirismo más intenso (con un saxo trabajando el tema central) hasta los motivos incidentales del segundo tema del corte musical. La cercanía de la reciente composición realizada para el film de Kubrick redunda en los motivos más incidentales de la partitura, pues temas como “Round-up” y “Chase”, agrupados dentro de “The Round-up Suite”, muestran ecos de “Glabrus Camp” y “Gladiator´s Training”, situación que vuelve a repetirse con la percusión empleada en la secuencia final de la película, cuando escuchamos “Resolved Part I”. Pero ello, realmente, no hace más que beneficiar a una partitura que, sin duda, constituye una de las cimas de la composición dramática de North para el cine. Es imposible que John Huston no se diera cuenta de ello y que finalmente, a pesar de sus desavenencias, se decidiera a recuperar la relación con el compositor dos décadas después para legarnos unas cuantas obras destacables más de la música dramática cinematográfica en el ocaso de su carrera. Y es que ya dice el refrán que rectificar es de sabios.
Lo mejor: La mesura en la utilización de un tema tan espléndido como el principal, que cualquier otro compositor hubiese utilizado sistemáticamente a lo largo del metraje de la película y que, sin embargo, North sabe escanciar adecuadamente pese a tratarse de una composición de excepcional calidad que en ningún momento agota la posibilidad de su audición.
Lo peor: Las intuidas desavenencias acaecidas entre North y Huston que tras este excepcional trabajo no volvieron a colaborar juntos hasta casi 20 años después, privándonos así de una colaboración que intuimos hubiese sido, a la vista de los films dirigidos por éste (“The Night of the Iguana”, “Reflections in a Golden Eye” o, incluso “The Man Who Would Be King”), realmente fructífera e imperecedera.
El tema: “The Round-up Suite” es, como su propia titulación indica, un compendio de temas pertenecientes a la misma secuencia de la película, que conforman un pequeño aparte en el disco, trazando, en su variedad, una ejemplar muestra de la partitura, dado que del lirismo de “Disagraement” se llega al dramatismo de “Tension”, pasando por los incidentales y descriptivos “Round-up” y “Chase”.
La duración: 48:13
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| THE CHILDREN´S HOUR (La Calumnia, William Wyler) 1961 Kritzerland (KR20014-4) Editado en Estados Unidos en 2009 y muy difícil de encontrar (limitado a 1000 copias).
Para este intenso drama clásicamente realizado por William Wyler, North vuelve a adentrase en las posibilidades expresivas musicales que la “valiente” trama argumental presentaba (la relación lésbica expuesta más o menos encubiertamente entre los personajes interpretados por Audrey Hepburn y Shirley MacLaine) desarrollando el perfil psicológico de las protagonistas por contraposición a la vinculación profesional como maestras de escuela de las mismas, a partir de la utilización de la popular canción infantil “Skip to My Lou” como eje vertebrador musical alrededor del cual el compositor teje la trama musical “verdadera” de la película, que, aparentemente, gira en torno a la supuesta mentira confesada por una de las alumnas sobre un aparentemente escabroso suceso del que ha sido testigo y que destruye, en el tranquilo pueblo donde se desarrolla la acción, la feliz cotidianeidad que se desarrolla alrededor de los personajes. North, tal como ya hiciera en “The Bad Seed” integrando la popular canción francesa “Au Claire de Lune”, recurre una y otra vez, a través de múltiples y diferentes variaciones, al citado tema, algunas veces para apelar directamente al mundo infantil (como en “Mary´s Lie” o “Hooky”) y en otras como deformación de la realidad tras la que se esconde el más crudo drama emocional (como en “Caress” o “Shock”). No obstante, no es esta característica la única que recuerda las habituales maneras del compositor. El recurso al lirismo, consustancial a la trama presentada, remite al tratamiento musical que el compositor había empleado durante la anterior década con tan buen resultado (“Shame” y “Alone” son buenos ejemplos de ello, especialmente este último), por cuanto el estilo es totalmente reconocible a pesar de encontrarnos ya con un tamiz mucho más maduro y desarrollado (como ocurre en “Proposal”, todo un esbozo de uno de los posteriores temas centrales de la fastuosa “Cleopatra”), pero serán los pasajes finales (“Realization”, el corte más largo del disco, “Peace” y “Martha´s Decisión”) los que establecerán el grado de complejidad alcanzado en la exposición del compositor, pasándose virtuosamente, con el ajustado empleo de los solos del violín, del clarinete o del saxo, apoyados en la cuerda, o, si el pasaje lo requiere, con las disonancias del piano, del registro dramático al costumbrista sin apenas transición. Se nota que el compositor conocía las aguas en las que se movía.
Lo mejor: La idea musical de utilizar la canción escolar citada contraponiéndola a la inocencia que supuestamente representa la turbia hipocresía social que la película denuncia y que la partitura sabiamente sabe combinar.
Lo peor: La regrabación tanto del tema de los créditos iniciales como de los finales (con un resultado mucho más convencional) por imposiciones ajenas a las ideas primigenias del compositor, más acordes con el resto de la partitura.
El tema: El “Main Title” en su versión original (rechazado del montaje final), que introduce coherentemente la canción “Skip to My Lou”, utilizada como paisaje descriptivo de las actividades escolares que se desarrollan en la escuela (que contemplamos al inicio del film) y a la que recurrentemente remitirá la partitura a lo largo de todo el metraje.
La duración: 35:05
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| ALL FALL DOWN/THE OUTRAGE (Su Propio Infierno, John Frankenheimer, 1962/Cuatro Confesiones, Martin Ritt, 1964) Film Score Monthly (FSM Vol. 6, No. 6) Editado en Estados Unidos en 2003 y todavía adquirible (edición limitada a 3000 copias).
Antes de implicarse en la realización de films de una significación política tan manifiesta y comprometida como “Seven Days in May”, el director John Frankenheimer (uno de los grandes baluartes del cine liberal norteamericano) anduvo curtiéndose en su oficio con dramas como el presente, en este caso de características iniciáticas, en donde se relataban las tribulaciones de un adolescente (interpretado por Brandon de Wilde, el niño del mítico western “Shane”) al tomar equivocadamente como ejemplo personal al “airado” Berry-Berry, personaje interpretado por un casi debutante Warren Beatty, un joven pendenciero y desnortado, malgastador de su tiempo en idas y venidas sin oficio ni beneficio alguno. De adecuadas características para “especialistas” como North o Bernstein (con el que, de hecho, el director trabajará el mismo año con la reputada “Birdman of Alcatraz” y, posteriormente, en otro intenso y maduro drama también interpretado por Burt Lancaster, como “The Gypsy Moths”), la música adopta unas maneras costumbristas tamizadas de una expresiva ternura tal como destilan secuencias musicales como “Diary”, “You Just Feel It”, “You´re my Guy” o “Still my Guy”, donde el uso de la cuerda y una percusión suave (participada de campanitas) edulcoran esa parte de la partitura dirigida a ilustrar la inocencia del joven co-protagonista utilizándola, a su vez, como contrapunto de los contados pero significados momentos en que el tratamiento jazzístico (representado por el saxo) irrumpe demoledoramente, sumergiendo a los protagonistas en la más cruda y descarnada realidad (“Trouble/Shut Up”). Por lo demás, North hace gala de su habitual dominio del drama musical en pasajes como “The Past”, que inicia con un solo de violín para introducir el recuerdo de los tiempos pasados que implica la secuencia, al que añade un saxo que asocia a la turbiedad que aquellos recuerdos implican. El uso de los pizzicatos en “Spring” y “Hate Life”, de la cuerda y el viento en “Pregnant” y el ritmo oscilante, pleno de suspense y ambigüedad, de “Decision” dan fe de este dominio dramático que culmina en “Revenge”, de marcado carácter incidental tras su inicial solo de clarinete, volviendo al costumbrismo final, una vez aclarada la trama argumental (y vital), en “End Title”.
Para la película de Martin Ritt, una adaptación del famoso “Rashomon” de Akira Kurosawa, realizada dos años después del film de Frankenheimer (y, por tanto, después de “Cleopatra”), que trasladaba de nuevo la acción fílmica al paisaje del oeste americano tras el éxito de “The Magnificent Seven”, el remake llevado a cabo unos años antes por John Sturges (en 1960) también sobre la base de una película preexistente del director japonés (en ese caso “The Seven Samurais”), North concibe un tema central de características costumbristas barnizado del paisaje musical correspondiente, con ritmos sureños (mexicanos) muy presentes gracias a la utilización del pizzicato y, sobre todo, de panderetas y guitarras. Pero ello se transmutará rápidamente en una música de características introspectivas, claramente dramática, en ocasiones generadora de un ambiente tenebrista y oscuro, articulada sobre la base de unos solos de clarinete, hasta llegar al lirismo final vertebrado sobre el habitual uso de la cuerda. Esta suite (de casi quince minutos de duración) que complementa el compacto, denota, una vez más, la capacidad del compositor para integrar la expresividad dramática, introspectiva, de su música, sin renunciar, sino más bien potenciándolo, el elemento paisajístico correspondiente.
Lo mejor: Tan funcionales la una como la otra, las dos partituras conforman un buen ejemplo acerca de cómo convertir en interesantes unos trabajos que, en manos de cualquier otro compositor, no hubiesen revestido más que un carácter puramente alimenticio.
Lo peor: Que “The Outrage” quede circunscrita a esta exigua representación musical, dado que su carácter poco relevante, entre tanta superproducción circundante, la condicione a la hora de valorar una edición discográfica adecuada y completa de la extensión total de su partitura.
El tema: “Trouble/Shut Up” es el tema más impactante del disco, con una utilización y un manejo de los resortes de los parámetros jazzísticos magistral, no obstante reflejar ciertas influencias de los ritmos y modos empleados por Leonard Bernstein en su “West Side Story”, estrenada el año anterior a la realización del film de Frankenheimer.
La duración: 38:24/14:29
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| CLEOPATRA (Cleopatra, Joseph Leo Mankiewicz) 1963 Varèse Sarabande (VSD2-6224) Editado en Alemania en 2001 por Colosseum para Europa y fácil de encontrar.
Un director tan proclive al trazo sutil del perfil psicológico de sus personajes como Mankiewicz debió pensar que con North disponía del candidato idóneo para la mastodóntica producción que, pese a sus desproporcionadas dimensiones, el director trataba de encauzar desde una perspectiva intimista y dramática, conjugando, un tanto en la línea de lo realizado por Kubrick unos años antes con “Spartacus”, la espectacularidad con el lirismo más intenso. Tras casi arruinarse la productora del film (la Fox), desechó finalmente el primigenio proyecto de estrenar dos películas diferentes con el material rodado, quedando el proyecto en una sola cuyo metraje se vino a reducir drásticamente en la sala de montaje. Ello afectó, obviamente, al concepto musical original, planteado desde una perspectiva dual, pues North había compuesto un tema central para la primera parte, centrada en la relación entre la reina egipcia (Elizabeth Taylor) y Julio César (Rex Harrison), y otro para la segunda, que se ocupaba de los amoríos con Marco Antonio (Richard Burton), en el marco de la guerra civil contra Octavio (Roddy McDowall). No obstante la excelencia de ambos temas, los parámetros estéticos siguieron el mismo camino tanto para uno como para otro, pues en cualquiera de los dos casos, se trataba de una trama ubicada y desarrollada entre las élites gobernantes de la época, lo que redundaba en una sofisticada orquestación que destacaba el exotismo propio de las mismas (campanitas, gongs, celestas, etc.) De ahí que el primer tema central resulte dramático y melódico, pero también frío (emocionalmente hablando), pues North entendió perfectamente que la emotividad intrínseca que desprendía el tema de la libertad en “Spartacus”, o la calidez de su tema de amor, no podían resultar apropiados como ejemplo para un contexto completamente diferente. Aquí había que ilustrar musicalmente las (complejas) emociones de los personajes (con sus respectivos amores, celos, traiciones, abandonos, malentendidos, etc.), pero también la opulencia que los rodeaba y en la que se desarrollaba todo ese torrente tempestuoso de relaciones. El resultado es una partitura fastuosa, que despliega un grado de dificultad técnica enorme, al tiempo que un abanico de opciones musicales de una variedad realmente inusual. De la primera parte, la dedicada a las relaciones con Julio César destaca, precisamente, la secuencia musical que ilustra las premoniciones sobre su asesinato (“The Fire Burns”), de hálito inquietante y amenazador, así como el descriptivo pasaje “Cleopatra´s Barge”, que describe el plácido paseo por el Nilo de la protagonista en su bajel dorado (utilizada también para la “Overture”). Pero, sobre todo, es la entrada de Cleopatra en Roma (“Cleopatra Enters in Rome”), una magistral combinación, sin solución de continuidad, de música diegética (de carácter festivo y también procesional) y música dramática (para describir la aparatosidad de la carroza arrastrada por esclavos sobre la que se ubica, en lo alto, la reina egipcia con su hijo, fruto de sus relaciones con Julio César y mostrado en público para forzar su reconocimiento como heredero del Imperio) la que marca el cenit de esta primera parte de la historia. De la siguiente destaca, aparte, claro está, de la presentación del nuevo tema de amor en “Antony and Cleopatra´s Love”, de gran intensidad y complejidad lírica, la secuencia musical (la más extensa del disco) dedicada a la batalla naval (“Interlude/ Sea Battle”), con claras reminiscencias (y citas literales) a la ilustración musical del aparato bélico romano que ya hiciera el compositor en “Spartacus”, con un viento y una percusión fríos y deshumanizados pero, a su vez, de gran espectacularidad. La parte final del metraje, claro está, nos aboca al lirismo más intenso y depurado (“Antony… Wait” es un recital de solos consecutivos del clarinete, el oboe y la flauta) para describir el trágico final de los protagonistas, sustentado sobre una cuerda evocadora, pero fugaz, como corresponde al último homenaje funerario.
Lo mejor: La genial habilidad y capacidad de North para trabar el armazón de su partitura hasta en el más pequeño detalle. De ello son ejemplo los crescendos musicales que acompañan, puntuándolos, los breves “apartes pictóricos” (congelando la imagen en forma de dibujo) en que se apoya la narración a lo largo del metraje. Su eficacia dramática, toda vez que espectacular, es toda una demostración de la implicación entre música e imagen.
Lo peor: La mutilación de metraje realizada sobre los propósitos originales de realizar dos películas, quedándose finalmente en una única de larga duración, desvirtuó también el trabajo de North, cuyo planteamiento se cimentaba sobre dos temas musicales dramáticos completamente diferenciados (aunque complementarios), correspondientes respectivamente a las sendas historias de amor vividas por la protagonista.
El tema: “Grant Me an Honorable Die” es modélico respecto de los propósitos de la partitura. Se trata de un desgarrador crescendo (laureado por el propio Mankiewicz en la carpeta del vinilo editado en su momento) que acompaña la solitaria cabalgada, tras haber sido abandonado por sus hombres, de Marco Antonio al enfrentarse a las numerosas fuerzas de Octavio que, ante la petición de una muerte en combate del general romano para dulcificar su derrota, se muestran impávidas, en señal de reconocimiento a su autoridad, pero también indiferentes, el peor castigo posible a otorgar al enemigo. Sin duda, uno de los momentos culminantes de la obra de North.
La duración: 151:05
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| CHEYENNE AUTUMN (El Gran Combate, John Ford) 1964 Label X (LXCD 4) Editado en Australia en 1987 y muy difícil de encontrar.
Aunque sí gustaba de incorporar música y canciones del folclore norteamericano (sobre todo, de origen mayormente irlandés) para realzar el verismo de sus películas, John Ford denostaba la utilización de una música compuesta especialmente para las mismas (lo que se conoce como score, en su denominación original inglesa), por cuanto entendía que ello no aportaba nada a la expresividad dramática basada en la autenticidad con que el director pretendía insuflar sus imágenes. Así, por ejemplo, respecto a esta partitura de North, el legendario director llegó a declarar manifiestamente su ostensible desagrado sobre la misma argumentando que no entendía qué tipo de refuerzo expresivo podía suponer escuchar a toda la cuerda de una filarmónica como fondo sonoro durante la mortificante travesía del desierto de alguno de sus protagonistas. No obstante, la diatriba del director debería entenderse antes como una manifestación genérica de su punto de vista ante el concepto de la funcionalidad de la música de cine, que no como una queja específica sobre el trabajo realizado por el compositor, por cuanto, en realidad, éste se constituye en una nueva obra maestra a engrosar en la larga lista de las compuestas durante la década de los 60 por el autor. Y, además, no demasiado alejada de los parámetros solicitados por el director, dado que la música adquiere una tonalidad étnica evidente desde los mismos títulos de crédito, al emplear toda una serie de recursos musicales propios de los nativos indios a los que se presenta como protagonistas colectivos en esta especie de grandioso y sentido homenaje-disculpa que es el film a la vilipendiada y expoliada nación india. De hecho, North insiste en el esquema del enfrentamiento entre opuestos ya utilizado en sus trabajos “históricos” anteriores por su pedagógica efectividad musical, como se puede observar en “Archer”, dado que la película contrapuntea a lo largo de todo su metraje la fría deshumanización que representa el militarismo (a través de la percusión) frente a la dignidad ejemplar que muestra el pueblo indio (representada musicalmente por el sonido de sus flautas nativas -“Lead Our People Home”- y de una percusión mucho más cálida conformada por campanitas y panderetas –“Hope”-). North incorpora directamente, además, en “The People”, la tradicional “When Johnny Comes Marching Home”, siguiendo fielmente su propia metodología de incrustar canciones de corte diegético en la estructura de la partitura, coincidente, en este caso, con la del director. La inclusión de un tema lírico en “Friend Deborah; Waiting for Supplies” dedicado a la solidaria maestra de escuela interpretada por Carroll Baker, así como una serie de temas incidentales que describen el éxodo de los indios (el impresionante “River Crossing”) o la resistencia armada de algunos de ellos (“The Battle”) ante las afrentas propiciadas por la autoridad militar del gobierno americano, dan cumplida cuenta de la parte incidental de la partitura, de la que cabe relacionar, finalmente, la anécdota sobre la reutilización del tema central de “The King and Four Queens”, que el compositor compusiera casi una década antes, para la secuencia ubicada en “Dodge City”, por su carácter mayormente festivo.
Lo mejor: La utilización de la cuerda desde la misma obertura, en el registro grave que caracteriza a los chelos, como expresión de dolor de la nación india, de lamento por la pérdida de sus tierras, de los recursos más elementales para su pueblo, toda vez que muestra, a la par, su dignidad y orgullo.
Lo peor: La escasa consideración que la partitura obtuvo en su momento e, incluso, en el conjunto de la obra del compositor, ya fuera debido a las desafortunadas declaraciones del director o al relativo éxito de la película y que, injustamente, la han relegado durante demasiado tiempo a un segundo plano del todo inmerecido.
El tema: El “Main Title”, por su perfecta definición y representatividad del resto de la partitura. En él encontramos la grandeza (a través del metal) de la dignidad y el orgullo de los nativos americanos y la cuerda que expresa el dolor por lo perdido, conjugadas en una exposición de lenguaje nacionalista (coplandiano), pero de claras reminiscencias contemporáneas.
La duración: 46:31
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| THE AGONY AND THE ECSTASY (El Tormento y el Éxtasis, Carol Reed) 1965 Varèse Sarabande (VCL 1104 1032) Editado en Estados Unidos en 2004 y fácil de encontrar (edición limitada a 3000 copias).
Tras sus anteriores y exitosas, a la par que novedosas, incursiones en el terreno histórico, North prosigue explorando dicha senda con el presente trabajo, ubicado contextualmente en pleno Renacimiento y que le permitirá, una vez más, fundir estructuralmente el paisaje (“The Medici”, “The Contessina”) con el desarrollo dramático y psicológico de los personajes, especialmente destacable en esta partitura por cuanto en la misma tratará de profundizar acerca de los mecanismos desencadenantes de los procesos creativos al tratar el film sobre la figura de ese genio de la pintura renacentista que fue Miguel Angel (interpretado dramáticamente por Charlton Heston). En este sentido “The Sketch of the Apostles”, exquisitamente orquestado con las flautas, el clavecín y los oboes, combinados con el registro agudo de las cuerdas, “The Agony”, configurado a modo de réquiem, o, especialmente, “Génesis”, con todo el aparato orquestal presente liderado por el metal, sucedido a continuación por la cuerda y finalizado nuevamente con el metal sustentado, en esta ocasión, por una cuerda de reminiscencias etéreas (metáfora de la inspiración del artista), son bloques musicales representativos de dicha introspección musical efectuada. Sus permanentes conflictos con el Papa “Julius” (a cargo de Rex Harrison, en otra de sus características interpretaciones de “personaje poderoso”) para la finalización en las fechas previstas de esa obra de arte denominada como Capilla Sixtina es otro de los motivos conductores del relato y se plantea ya en los mismos títulos de crédito (“Prelude – The Mountains of Carrara”), en los que a un potente órgano (que representa la institucional autoridad papal y eclesiástica) se opone la cuerda, que desarrolla un tema de compleja exposición melódica (la voz de la atormentada creatividad del artista), superponiéndose los timbales y el metal en el dialéctico diálogo entre las dos posturas y formas de entender el arte, como ostentación y como creación. “The War” y “The Battle Field” también reflexionan, en clave de contrapunto, sobre la diferente manera de entender las obligaciones espirituales de la Iglesia de la época, implicada directamente en la lucha territorial por la consolidación de un auténtico Estado Nación.
Capítulo aparte merece el prólogo documental (“Prologue – The Artist Who Did Not Want to Saint” en el disco) que acompaña al film, añadido con posterioridad a la finalización del mismo para contextualizar al espectador sobre la época y la idiosincrasia del artista en cuestión, musicado excelentemente por Jerry Goldsmith dado que North había finalizado su trabajo y, a esas alturas, se encontraba ya implicado en otros proyectos. La pieza, dividida en cinco partes, consta de una obertura ejecutada con las trompas en escala ascendente, del estilo de la conocidísima obertura de “Also Sprach Zarathustra” de Richard Strauss (posteriormente utilizada por Stanley Kubrick como apertura para su monumental “2001” en sustitución de la partitura del mismo North), que se convierte en el leit-motiv del documental, al que sigue una encantadora melodía ejecutada por un violín solista, que nos traen, una y otra, reminiscencias y sabores de la majestuosa Roma y la renacentista Florencia. La gravedad orquestal que destila “The Stone Giants”, culmina en el contrapunto que supone el solo de flauta y arpa con el que finaliza la obra en “The Agony of Creation”. Un auténtico lujo que complementa exquisitamente la partitura de Alex North, a la que no sólo no desmerece, sino que enriquece hasta el punto de homologarse en calidad y complejidad.
Lo mejor: La conjunción e integración entre la monumentalidad del contexto y el desarrollo dramático de los personajes, cuyas tensiones internas el compositor logra aflorar sin sobredimensionar ni enfatizar las imágenes a las que sirve. La habilidad de North en este sentido es lo que va a convertir al autor en el verdadero referente musical de la década a la hora de afrontar superproducciones de cualquier tipo de características contextuales, por el alto grado de complejidad que su intervención musical ofrece.
Lo peor: Que la película, realizada con la afectación habitual del director, Carol Reed, apostase más por ciertas originalidades argumentales (la presentación fílmica de un Papa belicista) que no por una más profunda indagación sobre los mecanismos artísticos, repercutiendo en cierta banalización de la partitura.
El tema: El mencionado enfrentamiento dialéctico entre mundos opuestos queda expuesto magníficamente en “The Warrior Pope”, en la primera secuencia del film, en la que a través de unos solos de oboe y clarinete se nos muestra a los artesanos canteros dedicados a sus labores cotidianas, interrumpidos por la súbita aparición de una fanfarria de trompetas, acompañadas de una rítmica percusión de tambores, ilustra la irrupción de los soldados papales alcanzando un crescendo de inusitada intensidad.
La duración: 61:38
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| WHO´S AFRAID OF VIRGINIA WOOLF? (¿Quién Teme a Virginia Woolf?, Mike Nichols) 1966 DRG (19075) Editado en Estados Unidos en 2007 y fácil de encontrar.
A pesar de haberse abierto nuevos caminos expresivos con sus exitosas y espectaculares incursiones en el cine de gran presupuesto, North nunca abandonó sus predilecciones personales a la hora de trabajar para el medio cinematográfico, por lo que su continuidad dentro del género dramático es, a pesar de las apariencias, una constante durante toda su carrera. Buena prueba de ello es este título del debutante Mike Nichols, que volvía a reunir a la pareja formada por Elizabeth Taylor y Richard Burton tras su encuentro en “Cleopatra”, en una película basada en las tormentosas relaciones de un matrimonio que acaba de perder a su hijo adolescente en un accidente, hecho que el personaje de la Taylor se niega a aceptar. Ante las continuas discusiones y crispación entre los protagonistas, North opta por el contrapunto emocional creando un tema para guitarra solista, con acompañamiento de cuerda, una zarabanda, en un conseguido intento de equilibrar el intenso nivel de tensión resultante de dichos enfrentamientos con la más melancólica reflexión que sólo el dolor sufrido por los protagonistas debido a la pérdida del hijo, puede proporcionar. El compositor siempre comentó lo mucho que le costó llegar a la consecución del tema, por cuanto le resultaba tremendamente dificultoso relacionar tanto sufrimiento con cualquier circunstancia musicalmente expresiva sin que se llegara a la redundancia. Finalmente surgió la melodía que obra el prodigio de bucear en lo más recóndito del alma humana, toda vez que, respetando toda la intensidad de los dramáticos enfrentamientos entre los personajes, refuerza, potenciándolas, las imágenes cinematográficas a partir del mencionado recurso expresivo. Un tema que se configura en el leiv-motiv de la partitura del film y que volveremos a escuchar en un hermoso diálogo entre la cuerda y la guitarra en “Sad, Sad, Sad” o en la secuencia conclusiva de la película, “Sunday, Tomorrow, All Day”, y en un tono más distendido, revestido de características costumbristas, en “Prologue-Act II” y en el “Epilogue” final. No obstante, no son los únicos bloques musicales importantes del film, puesto que nos encontramos con toda una sucesión de momentos dramáticos perfectamente interpretados conceptualmente por el compositor, según se trate de evocar la inocencia del hijo desaparecido (en “Martha”), donde tras un breve diálogo en el que el personaje de Burton recuerda a su esposa que el chico murió la música se torna angelical, con una orquestación que incluye la guitarra, pero también la celesta, el arpa, las campanitas, etc., o del esclarecimiento del accidental desencadenante del fallecimiento del muchacho, donde al desgarrador grito de desesperación de la Taylor sigue una eclosión percusiva de la orquesta introduciendo el motivo dedicado al hijo ausente, con una cuerda en registro agudo, acompañada del viento (madera, fundamentalmente) y de leves toques del piano que contrastan con la gravedad final, de un intenso lirismo.
Lo mejor: La profunda reflexión del compositor tratando de encontrar el tono justo con el que acompañar tanto dolor y sufrimiento en un contexto realmente complicado, dadas las características dramáticas de la película, habituales y preferidas por el compositor, pero no por ello menos complejas de abordar, además, en forma tan sobresaliente.
Lo peor: Que, tal vez, esta excepcional música pueda pasar un tanto desapercibida ante tanta crispación entre los personajes, pues aunque su función de contrapunto equilibrante de la balanza dramática resulta evidente, lo llamativo del duelo interpretativo puede llegar a esconder al atento espectador una música tan delicada y poco intrusiva.
El tema: El que abre el disco, donde tras la introducción de unos pequeños crescendos de cuerda que parecen surgir de pequeños punteos tímbricos (la “Moon Music” del título), se escuchan las risotadas del personaje de la Taylor increpando a un resignado Burton trata de asumir la ausencia del hijo lidiando con la normalidad cotidiana, dando paso a continuación (“Prelude”) a la hermosísima melodía para dos guitarras (solista y acompañante) que, junto a un pequeño acompañamiento de cuerda, configura un exquisito adagio de bellísima ejecución.
La duración: 42:00
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| 2001: A SPACE ODYSSEY (REJECTED) (2001: Una Odisea del Espacio –Partitura rechazada-, Stanley Kubrick) 1967 Intrada Special Collection Volume 38. Editado en Estados Unidos en 2007 y fácil de encontrar (edición limitada a 3000 ejemplares).
Se ha escrito abundantemente a propósito de lo sucedido con la partitura para este mítico film, así como sobre el comportamiento de su director, Stanley Kubrick, para con North, al que supuestamente le habría dado a entender que su partitura seguía los cauces requeridos de normalidad en la relación creativa entre lo que se puede considerar habitual entre un director y el músico de una película, para finalmente, y tras haberse procedido a la grabación en penosas circunstancias para el compositor, que asistió a la misma enfermo y en ambulancia, dejar de lado su trabajo en detrimento de la música clásica utilizada durante el rodaje del film (aquello que se conoce -en inglés- en el argot del oficio cinematográfico como temp tracks). Tras varias décadas de especulaciones, parece ser que esto fue realmente lo que ocurrió y a pesar de no poder averiguar ya las razones del porqué de esta actitud por parte de Kubrick, lo cierto es que la partitura de North quedó totalmente fuera de la película acabada. A estas alturas, es bastante complicado lograr abstraerse de los aspectos musicales definitivos del film para intentar visualizarlo con la partitura original que North creara, dada la fama y el acierto con que aquellos temas clásicos (también contemporáneos, como los del compositor húngaro György Ligeti o del georgiano Aram Kachaturian) fueron incluidos en la película, pero tras la escucha de la presente grabación, uno se pregunta qué tipo de film hubiera resultado de haberse contado con su partitura. Indudablemente, otro diferente, más codificado genéricamente, tal vez, pero imbuido de modernidad por la aplicación de un lenguaje musical plenamente novedoso. Más allá de un par de concesiones musicales debidas a la petición directa del realizador, como la obertura inicial, con una escala ascendente del metal (trompas) literalmente inspirada en el preludio de “Also Sprach Zarathustra” de Richard Strauss (que es, como todo el mundo sabe, la obertura que finalmente se usó en la película), reutilizada para la secuencia del golpeo de los restos óseos del animal muerto por parte del primer homínido inteligente (consecuentemente titulada “Bones”), y un vals de características mendelssohnianas para la secuencia del ballet espacial (que fue musicado finalmente con el archiconocido vals de Johann Strauss, “The Blue Danube”), el resto de la partitura se caracteriza por el uso de un lenguaje especialmente avanzado y de unas características muy específicas para los dos bloques estructurales en que se divide el trabajo musical realizado. Una primera parte determinada por el uso de la percusión (“The Bluff”, “Eat Meat and Kill”), de resonancias primitivas y ancestrales, toda vez que salvajes (caracterizadas por las estridencias de los trombones), que describe y expresa musicalmente el mundo prehistórico que aparece en el bloque denominado como “El amanecer del hombre” (sin música, curiosamente, en el montaje final del film), y otra caracterizada por un visionario y especialmente clarividente empleo de técnicas minimalistas para el bloque perteneciente a las secuencias lunares (“Space Talk”, “Trip to Moon”), que dota de una personalidad propia, futurista, este segmento de la película (el tercero y más amplio, el que transcurre a bordo de la nave “Discovery”, supuestamente no incorporaba música, sino tan sólo efectos de sonido, según contaba North acerca de los propósitos confesos de Kubrick). Una película que pudo haber supuesto el cenit de la carrera del compositor y que, sin embargo, se convirtió en el punto de inflexión a partir del cual la trayectoria del compositor comenzó un declive popular que, sin embargo, aún depararía importantes sorpresas creativas.
Lo mejor: La sabia combinación de elementos estructuralmente opuestos que, debido al empleo de técnicas musicales contemporáneas, logra homogeneizar (al igual que la propia película) una partitura que, de otra manera, hubiera podido resultar tremendamente contradictoria por su disparidad temática y argumental, acentuada por las bruscas (y famosas) elipsis empleadas en la misma.
Lo peor: El registro de la grabación está realizado en sonido Monoaural, lo que, obviamente ofrece unas limitaciones expresivas importantes, aunque por otro lado, también cabe reseñarlo, da mayor autenticidad (involuntaria) al primitivismo del primer bloque de la película.
El tema: “Moon Rocket Bus” es el tema especialmente destacable de la partitura por su novedosa originalidad y atrevimiento, ya que viene configurado por unos scherzos (en clave minimalista) y la participación de una voz solista femenina. El tema será posteriormente reutilizado (o mejor dicho, utilizado “públicamente” por primera vez) en “Shanks”, la película protagonizada por el mimo Marcel Marceau, que, a la postre, sería nominada al Oscar a la mejor partitura del año, lo que no deja ser curioso (y significativo).
La duración: 39:02
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| AFRICA (TV) 1967 Prometheus (PCR 509) Editado en Bélgica en el año 2000 y difícil de encontrar (edición limitada de 2000 ejemplares).
La participación del compositor en esta serie documental televisiva viene a ser el complemento extensivo de su participación, una década antes, en el documental “South Seas Adventures”, demostrando, una vez más, la notable inquietud del compositor por no limitarse (encasillarse) a los dramas de mayor o menor calado psicológico que tanta fama le habían reportado en la presente década como en la anterior. Así, North, nos vuelve a demostrar, con el presente trabajo, su virtuosismo descriptivo a través de toda una serie de recursos figurativos hondamente enraizados en la tradición musical africana (especialmente en aquello que atiende al tema de los ritmos percusivos), contando con la complicidad de su habitual orquestador Henry Brandt. Estructurado el disco en torno a la denominada “Symphony For a New Continent”, de cuatro movimientos, nutrida ésta, obviamente, de la música de la serie, la sinfonía destaca por la integración del colorista folklore aborigen en un trabajo musical de claro lenguaje contemporáneo. De hecho, ya desde el primer movimiento el autor recurre a las características atonales, mediante la percusión, pero también con la cuerda y la madera (para semejar un sonido más “auténtico”). La recuperación de ciertas frases musicales del tema central rechazado para “2001” es el dato anecdótico más destacable de este primer bloque (también encontraremos reminiscencias claras del mismo en el cuarto movimiento). El segundo, construido también sobre una base percusiva (es el rasgo común de toda la partitura), destaca por sus pizzicatos, que nos remiten a su muy posterior “Under the Volcano”. El tercero juega abundantemente entre las flautas y la percusión africana, incorporando paulatinamente el metal, la cuerda y la percusión, siendo el cuarto el que presenta mayor aparato orquestal (aunque también interviene la percusión nativa, en clave menor). Además, el disco incorpora seis temas extraídos directamente de la serie, de entre los que destaca el tema central (“Main Title Theme”), tanto en su versión larga, como corta (que erróneamente fue incorporado como perteneciente a la partitura rechazada de “2001” en la grabación que Jerry Goldsmith llevó a cabo para Varèse), de gran potencia sonora debido al metal, a la percusión y a la fuerza de la cuerda. “Man in Africa” se muestra más delicado en su planteamiento (con sus flautas, campanitas, etc.), resultando el más exótico “Victoria Falls/Progress” (que, prácticamente llegando al final de su exposición musical, nos sorprende, una vez más, al incorporar una de las frases principales del tema central de “Spartacus”), así como “Kilimanjaro” se revela en secuencia musical plena de misterio y misticismo.
Lo mejor: La consecución de la “Symphony” como vehículo de expresión del sentir musical de la partitura, con la que el compositor logra convertir y estructurar homogéneamente unas ideas desarrolladas a lo largo de toda la serie de televisión que, gracias a ello, consigue alcanzar el objetivo de su perdurabilidad más allá de su sujeción a las imágenes a las que pertenecen.
Lo peor: Que el arriesgado y complejo lenguaje musical utilizado por North en esta partitura (cuya transcripción sinfónica al pentagrama curiosamente se ofrece en la carpetilla del disco, mediante una página web de contacto para su adquisición, como objeto para su interpretación en salas de concierto) no haya trascendido en su verdadera significación dada la relativa y modesta difusión de esta serie televisiva y de sus respectivas grabaciones tanto analógicas, como digitales.
El tema: “The Joyful Days” destaca por diversas razones. Toda vez que es, literalmente, el tema central, expuesto sin apenas variación alguna, de “Under the Volcano” (obra por la cual el compositor sería nominado al Oscar por última vez), se configura, con el “juego” protagonizado entre los scherzos de cuerda, el xilófono (entre otros instrumentos de percusión) y las escalas ascendentes de las trompetas, en el corte más original y más logrado del disco. Un hallazgo musical que el compositor no dudará, consecuentemente, en volver a utilizar.
La duración: 50:06
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| THE DEVIL´S BRIGADE (La Brigada del Diablo, Andrew V. McLaglen) 1968 Intrada Special Collection Volume 42. Editado en Estados Unidos en 2007 y fácil de encontrar (edición limitada a 2000 ejemplares).
Siguiendo con su inquietud por transitar nuevos caminos, North no duda en apuntarse a la moda, vigente en la época, de participar en una película de temática bélica convirtiendo su participación en esta “The Devil´s Brigade”, ni mejor ni peor que otras muchas realizadas en aquel momento, en su única y valiosa participación en el género. Y lo hace desde las mismas constantes respetuosas y honestas con que enfrentó todos y cada uno de los proyectos de su carrera, pues el resultado no puede ser más razonablemente notable a tenor del pegadizo y adecuado tema central, de características sincopadas, predominante sobre el resto de la partitura. Echando mano del tradicional “Scotland the Brave”, dado el específico origen de la brigada protagonista en cuestión, el compositor superpone su tema hasta fundirlo con aquel otro en su mejor y característico estilo, resultando una especie de cruce entre una marcha bélica y un tema de aventuras. La película, una producción surgida probablemente al calor del éxito de “The Dirty Dozen” de Robert Aldrich, estrenada el año anterior, con la que comparte argumentalmente bastantes situaciones y también, por ello mismo, esquema musical (en aquel caso, debido a Frank DeVol), sigue unos derroteros que basculan entre la mencionada y pegadiza marcha central (“Main Title”), las características jocosas (“30 Mile Hike – Part 3”), motivadas por las continuas bromas y rivalidades entre los integrantes del grupo militar, los temas puramente incidentales (“Ski Training”) y, al igual que en el film de Aldrich, un fuerte componente diegético (presente también en el disco ya que incluye, nada menos, que cuatro standards jazzísticos, un par de canciones navideñas, alguna pieza de inspiración mozartiana, además de la versión original de “Scotland the Brave” a manos de un auténtico grupo de gaiteros). Con todo, aún tiene oportunidad el compositor de ir un tanto más allá como demuestra el piano disonante de “The Stream/Continuing Down the Stream”, el tono evocador, no exento de lirismo, de la breve “Dunkirk Revisited” o de “Surrender Aftermath” y, sobre todo, la pesadez que exhiben los trombones en “Climb Up the Mountain” y “Continue the Climb” (el bloque musical más extenso del disco), donde el tema central se expone al ralentí a medida que va cundiendo el desánimo entre la tropa en consonancia al esfuerzo físico y psíquico que los protagonistas han de afrontar en el tramo final de la película. Un trabajo alimenticio, en definitiva, que ofrece la sincera vertiente creativa de un compositor en el período más álgido de su carrera.
Lo mejor: El funcional y respetuoso planteamiento creativo del compositor ante cada una de las situaciones ofrecidas por la película, que, en ningún momento, da la impresión de limitarse a transitar musicalmente por la misma como, tal vez, hubiese podido realizar menos escrupulosamente algún otro compositor en las mismas circunstancias, dado lo alimenticio del trabajo.
Lo peor: La difusión de la partitura, como tantas otras del autor, tuvo que esperar a la edición del presente disco, décadas después de su real confección, para ver la luz comercial pese a que en este caso concreto se editara en la época un ciertamente extravagante vinilo a cargo de LeRoy Holmes y su orquesta dedicado a su banda sonora, recogiendo el tema central así como diversas y variadas versiones de temas diegéticos supuestamente pertenecientes al film.
El tema: Obviamente, el “Main Title” es el tema estrella del disco y el que da el tono, entre aventurero y jocoso, de las intenciones fílmicas. No se trata de una estricta marcha militar, recurso utilizado por otros ilustres antecedentes, sino que más bien integrar esta (como recurso de la peculiaridad contextual de parte de los protagonistas) en un tema retentivo, pero de la calidad y complejidad habitual del compositor.
La duración: 67:03
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| THE SHOES OF THE FISHERMAN (Las Sandalias del Pescador, Michael Anderson) 1968 Film Score Monthly (FSM Vol. 7, No. 6) Editado en Estados Unidos en 2004 y fácil de encontrar (edición limitada a 3000 copias).
Con esta película, North culmina su participación en las superproducciones de la década, configurándose su trayectoria posterior en torno a films de características más menores y personales, excepción hecha de alguna incursión genérica (desde luego, sin alcanzar las proporciones colosales de sus participaciones cinematográficas de la época) como la excepcional “Bite the Bullet”, el western crepuscular de Richard Brooks, o “The Passover Plot”, enésima historia bíblica, de tonos naturalistas, que pasó con más pena que gloria. Con su trabajo para este film de Michael Anderson, centrado, en su parte principal, en narrarnos los avatares de la fastuosa y pomposa nominación/elección del Papa (interpretado por un funcional Anthony Quinn), North recupera parte del tema que en principio estaba destinado al “2001” de Kubrick dado que su espectacularidad encajaba perfectamente con las dimensiones cósmicas y universales de la máxima autoridad cristiana, confeccionando así el tema central, el de Kiril (la principal “gracia” del argumento residía, precisamente, en la elección de un Papa venido del Este en plena Guerra Fría, anticipándose de manera fortuita a lo que posteriormente ocurriría en la propia realidad con Karol Wojtyla), para el que, además, el compositor recupera, para su sección central, una melodía popular ucraniana que, a su vez, fue utilizada asiduamente por quien fuera una fuerte influencia durante sus días de aprendizaje en la extinta URSS, Dmitri Shostakovich (en este sentido, cabe recordar su exposición literal en el “Cuarteto para cuerda nº 8” de 1960 o ya, incluso, en la banda sonora de “Podrugi”, del lejano 1935, por no mencionar su aparición más reciente, sin acreditar, en la partitura de Howard Shore para “Eastern Promises” –en el disco se puede escuchar en el corte “Slavery and Suffering”-), a donde North viajó en la década de los 30. El resultado, ajustado a los parámetros de tan significativo personaje (el del Papa), venía aderezado, además, con otro tema secundario de características más urbanas (de tonos ligeros y jazzísticos) que North fusiona en la “Overture” de un modo especialmente habilidoso y pleno de ingenio, tal que el melómano no se percata de la transición musical entre un tema y otro (a propósito de esta pieza, nos encontramos con una anécdota, relatada en más de una ocasión por el propio North -como se recoge, por ejemplo, en el libro de Joan Padrol, “Pentagramas de Película”, un compendio de entrevistas a compositores realizadas por su autor a lo largo del tiempo, donde en la correspondiente a North, éste la cuenta en su página 190-, según la cual si uno vocaliza las notas escritas para dicho tema, transcribiéndolas a la voz humana, surge el anagrama de ANNA, el nombre de la esposa del compositor –en realidad, Anne-Marie-, a la cual habría dedicado, de esta manera tan sutil, la composición). No obstante, la aparición de bloques musicales de la partitura rechazada del film de Kubrick, sin ser excesivamente prolífica, no se limita a la utilización del tema central en diversas y variadas circunstancias (“Pope Kiril/Announcement/St. Peter´s Square” o “The Election -Album Version-”), con su escala ascendente del metal (trompas), al más puro estilo del “Also Sprach Zarathustra” de Richard Strauss, sino que también, por ejemplo, en “Ceremony” el compositor recupera uno de sus bloques dedicados al periodo prehistórico de aquel film para destacar, en esta ocasión, y aunque pueda resultar un tanto chocante, la relevancia mística de la celebración religiosa en cuestión. También es el caso del final de la película, en “Coronation”, donde tras la intervención de los coros a capella, North introduce el final del tema central literalmente tal como lo concibiera para aquella partitura rechazada, utilización del órgano incluido. Una adecuación perfectamente realizada, dadas las grandiosas proporciones del film y que el compositor no dudó, dado lo sucedido con su partitura, en aprovechar.
Lo mejor: La capacidad del compositor para reciclar un material musical tan diverso y heterogéneo, tanto espacial como temporal, para lograr la creación de una partitura a la vez tan absolutamente novedosa como perfectamente homogénea e integrada en los parámetros cinematográficos requeridos (espectacularidad, contexto paisajístico, retrato psicológico de los personajes, etc.)
Lo peor: De nuevo, un tanto como ya acaeciera con “The Agony and the Ecstasy”, el tratamiento oportunista, excesivamente plegado a las concesiones comerciales, con que se plantea el film repercute en cierta banalización de una partitura muy rica contextualmente hablando que, con todo, logra trascender brillantemente las imágenes a las que sirve. Por no mencionar, de otro lado, esta extraña edición, en disco doble, a cargo de Film Score Monthly que, para rellenar, imaginamos, la capacidad digital de almacenamiento de los dos discos, acompaña la partitura de North con unos bonus de “Ice Station Zebra” de Michel Legrand y la versión digital del álbum completo original de vinilo de “Where Eagles Dare” de Ron Goodwin, cuya presencia, la verdad, resulta bastante prescindible y nada explicada.
El tema: La versatilidad del compositor, manifestada en el diferente tratamiento del tema central dedicado al Papa Kiril, que suena con la relevancia y espectacularidad que le corresponde en la “Overture”, para pasar a describir los momentos más introspectivos y solitarios del protagonista en “Loneliness”, que, además de la cuerda y la madera, incluye la balalaika y el acordeón, dado el origen del protagonista
La duración: 101:32
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Consulta la primera y tercera parte de esta guía de compra pinchando en los enlaces: Alex North: Primera Parte y Alex North: Tercera Parte |
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