|
|
 |
|
Alex North: Primera Parte Por Frederic Torres |
|
Aunque cabe considerar a Alex North uno de los compositores clásicos de Hollywood, conviene hacerlo desde una perspectiva especial, puesto que perteneció a una generación ya posterior a la de la llamada “edad de oro” de la meca del cine y, por tanto, integrante de los considerados “renovadores”, pues la suya fue la siguiente en incorporarse a la industria hollywoodiense tras los Steiner, Korngold, Newman, Waxman, Tiomkin, Herrmann, etc. En su caso, además, cabe considerarlo así desde su primera partitura, pues con “A Streetcar Named Desire” adquirió una inmediata y pertinente vitola de innovador al introducir dramáticamente la música de jazz en la estructura incidental de una partitura de cine, por lo que desde ese mismo momento el compositor fue requerido para ilustrar los diferentes dramas realistas con que los cineastas de la década de los cincuenta (entre los que se encontraban Martin Ritt o los dos Mann, Delbert y, sobre todo, Daniel, gran amigo suyo y con el que trabajará en al menos cuatro ocasiones a lo largo de su carrera) se lanzaron a reflejar la sociedad de su tiempo, dejando constancia de su genio musical al conseguir dotar de profundidad dramática unos films construidos sobre la base de una mayor proyección del perfil psicológico de los personajes y, por ende, más sustentados en la palabra hablada, lo que podría parecer dejar, en principio, pocos resquicios para la música.
Pero North, al igual que sus compañeros generacionales, Elmer Bernstein y Leonard Rosenman, fue un profesional de voluntad inconformista que luchó, no obstante preferir un cine de características intimistas y conflictividad humana, contra el encasillamiento, tanto formal como genérico, desde el mismo año siguiente de su impactante debut, pues su constante preocupación por nuevas formas musicales, introduciendo, junto a Rosenman, la atonalidad y la disonancia en los estándares neo-románticos vigentes desde el mismo nacimiento del cine, cabe calificarla no ya de innovadora, sino casi de transgresora. Así, tanto la revolución mejicana, como la francesa, la posterior época napoleónica o el western (de paisaje sureño o norteño), abonaron el terreno, en esta primera fase de su carrera, que le permitió abordar, en la siguiente década de los sesenta, con una plenitud creadora plena de madurez, todo un abanico de posibilidades y recursos expresivos que ofrecerán como resultado un asombroso encadenamiento de múltiples obras maestras rara vez vuelto a alcanzar nunca más en las páginas de la música escrita para el cine.
Esta primera parte abordará, pues, la cimentación de las características musicales del compositor y nos permitirá, gracias al rescate digital acaecido (con mayor o peor fortuna) en los últimos años (debido, sobre todo, al empeño de Robert Townson en Varèse Sarabande) de gran parte de sus trabajos pertenecientes a esta época (a pesar de quedar un número todavía significativo pendiente, con algunos títulos de gran relevancia como “The Member of the Wedding” o “Unchained”), revisar con todas las garantías posibles el trato musical intensamente dramático otorgado a los personajes, estén ubicados éstos en el contexto que sea, constatando la fidelidad del compositor a su propósito de crear una música cinematográfica basada más en los caracteres que no en la acción.
|
|
|
  | DEATH OF A SALESMAN/RASHOMON 1949 Kritzerland (KR 20012-1) Editado en Estados Unidos en 2009 y difícil de encontrar (limitado a 1000 copias)
Esta “Death of a Salesman” primigenia, pues se trata de la composición original de North para su estreno en Broadway en 1949 de la mano de Elia Kazan, nos permite comprender mejor la estética musical, los propósitos, con los que abordó su entrada en la industria cinematográfica y también el motivo por el cual fue reclamado para su incorporación al medio, tras unos previos escarceos por el mundo escénico. Tanto el tema principal, interpretado por la flauta con singular belleza y melancolía, que describe magistralmente la soledad de la trayectoria tanto física como vital del representante de comercio, el “viajante” protagonista, como el tema costumbrista que acompaña y complementa “exteriormente” la vida del mismo (como podemos apreciar en los cortes 11, 17 y 20 –“Cue 4”, “Cue 10” y “Cue 12”, respectivamente- del disco), son los mismos, pese a algunas variaciones divergentes (como el corte 15 –“Cue 8”- respecto del tema central). La grabación permite, además, ilustrarnos sobre el convencimiento del compositor para incorporar dramáticamente la música de jazz al score, puesto que los temas 12 y 13 (“Cue 5” y “Cue 6”), pero también los 21 y 22 (“Cue 12C” y “Cue 12D/13”), son buen exponente de ello, todos deudores, en mayor o menor medida, de esa influencia jazzy que germinará exitosamente en su primera partitura cinematográfica pero que ya figuran aquí como un claro antecedente musical de los referidos parámetros estéticos del autor. La recta final del disco, con los cortes que van del 23 al 29, complejiza el tema central convirtiendo la partitura en un subtexto musical mucho más dramático con el que acompañar incidentalmente las secuencias con las que concluye esta obra imperecedera sobre el tenebroso reverso del así llamado “american way of life”. En definitiva, mitomanías aparte, éste es el verdadero debut “cinegético” del compositor, por cuanto sus constantes musicales, insistimos, están ya todas presentes en él. El gran mérito de este disco es ayudar a vislumbrarlo, toda vez que ir poniendo las cosas en su justo lugar.
Lo mejor: Constatar la vigencia de la partitura, posteriormente vuelta a utilizar en las diversas versiones televisivo-cinematográficas que se han llevado a cabo, casi completamente calcadas de esta versión teatral.
Lo peor: La descontextualización en la nomenclatura de los temas musicales, puesto que ninguno lleva título, lo que facilita poco la identificación y adecuación de la propuesta musical.
El tema: El central, que en su aparente sencillez revela una elaborada profundidad sicológica que introduce y fija expresivamente la trama argumental en las oscuras regiones ocultas del protagonista.
La duración: 57:58 (28:10 “Death of a Salesman”)
|
|
|
    | A STREETCAR NAMED DESIRE (Un Tranvía Llamado Deseo, Elia Kazan) 1951 Varèse Sarabande (VSD-5500) Editado en Estados Unidos en 1995 y fácil de encontrar.
Sobre esta primera partitura de North para el cine se ha escrito y dicho, a estas alturas, prácticamente de todo. Sea sobre su revolucionaria incorporación de texturas jazzísticas a la trama estructural dramática del relato musicado en una obra fílmica o de la lograda y certera descripción sicológica de los personajes caracterizados por su perfil musical. Desde el debate, instigado interesadamente por Elmer Bernstein, sobre quién fue el primero en incorporar dicha estética jazzística a la partitura cinematográfica, si él mismo, con su posterior (de 1955) “The Man with the Golden Arm”, o North con la presente obra, absolutamente superfluo a nuestro modo de ver, dada la evidencia cronológica de las obras, hasta la humildad con que el mismo North despachaba su “innovación”, por cuanto él mismo la desmitificaba afirmando que no había hecho nada de especial con la incorporación de los modos jazzísticos a la escritura musical cinemática, pues consideraba que la banda sonora en cuestión seguía siendo una obra trabajada desde el único y exclusivo punto de vista dramático, lejos de los usos modales del jazz, mucho más impregnados de la improvisación necesaria para la libertad expresiva de dicho lenguaje (como sí lo estaría, en cambio, según Bernstein, su, por otro lado, magnífica y genial obra para el “solista del brazo de oro”). En todo ello hay parte de verdad, pues es evidente, en algunos pasajes como “New Orleans Street”, su carácter paisajístico (por otro lado totalmente necesario para contextualizar el film) y las directrices dramáticas (“Mania” y “The doctor/Affirmation”) en que está resuelta la trama principal de la historia, pero también lo es la incorporación de, al menos, ciertas maneras jazzísticas a la partitura del “Tranvía”, que aportaron un nuevo régimen de libertad expresiva en la escritura de la música de cine, por muy constreñida que estuviese en su lenguaje a los vericuetos específicos de la película. Su carácter dramático está en temas con el de “Blanche”, la decadente soñadora interpretada por Vivien Leigh, o en su relación con Mitch (“Blanche and Mitch”), el formal médico a cargo de Karl Marlden, así como en las situaciones oníricas propiciadas por la esquizofrénica personalidad de Blanche, como en “Belle Reve”, “Revelation” o Soliloquy”, pero es evidente que el personaje de Stan, que tanta fama reportaría al “rebelde” Marlon Brando, le debe no poco a la original idea de North de perfilarlo a través de las texturas del jazz en “Stan Meets Blanche”, “Stan and Stella” o “Seduction”.
Lo mejor: El maridaje establecido entre una estética musical y otra (excelentemente reflejado en esta grabación a cargo de Jerry Goldsmith), tan indesligable del alcance mitómano alcanzado, toda vez que puerta de apertura (y esto es lo importante) por la cual se podrá llegar, décadas más tarde, a partituras del alcance de “The Naked Lunch”, de Howard Shore. De alguna forma, el neosinfonismo decimonónico, empleado mayoritariamente en el discurso musical hollywoodiense hasta ese momento, daba paso a la nueva música del siglo con la presente partitura.
Lo peor: El que, paradójicamente, nunca se haya editado su versión original. Es probable que la magnífica grabación llevada a cabo (aunque no tan extensa como la presente, sí recoge prácticamente todos los temas y “momentos” del film) por Ray Heindorf en 1953 (director asimismo del registro original para la película), junto a varias suites de las diversas obras ganadoras del Oscar por parte de Max Steiner (lo que permite contrastar mejor la diferencia de sinfonismo musical practicado por uno y otro compositor), editada en disco compacto por Cloud Nine Records en 1992, haya tenido bastante que ver en esta ausencia digital.
El tema: El central, que nos sitúa en una dimensión musical totalmente ajena a la música de cine compuesta hasta el momento, potenciando que compañeros de generación, como el propio Bernstein, sigan (genialmente o no; con mayor o menor margen de libertad) la estela auspiciada con la presente partitura.
La duración: 46:48
|
|
|
   | DEATH OF A SALESMAN/VIVA ZAPATA! (Muerte de un Viajante, László Benedek, 1951 /Viva Zapata!, Elia Kazan, 1952) FSM Box 1 - 12 Disc. Editado en Estados Unidos en 2006 y relativamente fácil de encontrar.
Esta trascendente, por lo definitorio, partitura del compositor sigue todavía, casi a los 60 años de su creación, huérfana de una edición de su banda sonora (sorprendentemente no así la versión escénica), y de no ser por esta grabación que en su momento, allá a mitad de la década de los 70, realizara Elmer Bernstein para su emblemática Film Music Collection, seguiríamos desconociendo la profundidad y hondura de sus ricos matices y el detallismo de los perfiles sicológicos establecidos por North, que configuran uno de los más poderosos retratos que se hayan realizado sobre el reverso oscuro del “sueño americano” a través de la figura del viajante de comercio protagonista y su entorno familiar, inaugurando, de alguna manera, junto a la anteriormente reseñada “Streetcar ”, la moda, imperante a lo largo de toda la década de los 50, del llamado cine realista. La partitura cinematográfica gana desde el principio de la audición, con respecto a su versión escénica, en mayor complejidad orquestal, aumentando su sutileza y ahondando, por tanto, en la riqueza de matices. El bloque de temas incluido en “Ben-Willy´s Symbol of Success” es el que mejor refleja lo que decimos, pues el arreglo orquestal es mucho más complejo y elaborado dramáticamente que el escénico, y nos remite poderosamente al tema de “Blanche” de su anterior film. El solo de violín con que se inicia “Linda”, al que poco a poco se incorporan otros instrumentos de viento, también gana en sutileza sicológica, toda vez que resulta especialmente hermoso y tremendamente dramático en su crescendo final. Las mismas características definen “The Boys Meet Ben”, con unos oníricos diálogos entre las flautas, puntuados tenebrosamente con trémolos de la cuerda y disonancias con la trompeta, que ilustran las inquietudes del protagonista, hasta arribar a una mayor pureza final, que revela las ambiciones ya perdidas del mismo. Las características jazzísticas presentes en “Willy´s Affair in Boston” confirman lo que prefiguraba la obra escénica, y lo que el mismo compositor había puesto de manifiesto en su primera obra cinematográfica, a saber, el maridaje entre los modos jazzys y el dramatismo incidental de la música de cine. Esto y el lirismo del corte final, “Good-bye Willy”, nos hace meditar sobre lo acertado y lo apropiado, toda vez que tremendamente personal, del uso de la música por parte del compositor en una serie de películas con abundancia de diálogos como la presente. La magnífica ejecución de Bernstein, al frente de la Royal Philharmonic Orchestra, ofreciéndonos una breve selección, en el mismo disco, de la partitura de “Viva Zapata!” (cuando no se disponía de registro alguno de tan maestra partitura) hace el resto. Entre tanto, seguiremos, gracias a esta excepcional versión, esperando sosegadamente que se edite la banda sonora original.
Lo mejor: El cambio de tendencia que supone comenzar el film con el solo de flauta (que North mantiene de su versión escénica) del tema central, frente a los habituales y más orquestales créditos iniciales de las películas de la época.
Lo peor: La adquisición obligatoria de todo el conjunto de discos compactos que forman dicha colección para poderla disfrutar en su edición digital, lo que obviamente dificulta su acceso al aficionado.
El tema: El famoso solo de flauta y oboe con el que se presenta inicialmente el tema central, que refuerza el profundo sentimiento de soledad del protagonista, dando paso a continuación, en claro contrapunto, a otro de características costumbristas que ilustra perfectamente la vida cotidiana de la cara amable, aparencial, del mencionado “sueño americano”.
La duración: 52:02
|
|
|
   | A STREETCAR NAMED DESIRE-BALLET 1952 Premier (PRCD 1017) Editado en Estados Unidos en 1991 y difícil de encontrar.
La fama alcanzada por la partitura del debutante North traspasó rápidamente sus propios límites cinematográficos y un buen ejemplo de ello es el arreglo para ballet que, ya en fecha tan temprana como 1952, realizó el propio compositor para incorporarlo como pieza del repertorio habitual del conocido como American Ballet Theatre hasta llegar a esta versión, estrenada por primera vez en Harlem en 1982, aunque la grabación recogida en el disco date de la reposición de la obra, a cargo de la misma compañía, la Dance Theatre of Harlem, en 1988, interpretada musicalmente por el New York Theatre Ensemble y dirigida por Milton Rosenstock. La obra se estructura en cuatro partes: una primera titulada “Opening”, cuya trama argumental discurre hasta el primer encuentro con Stanley; una segunda, “Inside the House”, que incluye la partida de póker y el flirteo de Blanche con Stanley, además de la pelea entre los dos; una tercera, “Blanche´s Dream”, en donde se rememoran los incidentes del pasado de la protagonista; y una cuarta, un “Epilogue” final. Así, las diversas partes del “Opening” suenan con menos aristas, a lo que contribuyen los arreglos orquestales que priman algún instrumento de viento como la flauta, que “dulcifica” el tono musical, así como la segunda parte tiene un planteamiento mucho más narrativo, por cuanto se unifican los diversos temas en aras de la fluidez musical, toda vez que matiza la brutalidad musical del ataque de Stanley. La tercera parte, pese a utilizar un tono claramente onírico en su primera mitad (con una percusión inicial que recuerda el estilo de Leonard Bernstein), tras un solo de violín en forma de vals derivará, a través de la flauta y el oboe, en un pequeño crescendo sinfónico, al que seguirán una serie de secuencias musicales de corte jazzístico, con el piano, la trompeta y el clarinete solistas, pero con la percusión singularmente potenciada, que finalizará con un pizzicato acompañado de piano y percusión y un nuevo crescendo dramático. La parte final, más lírica tras el desenlace dramático que recoge “Street Scene”, con un interesante arreglo del tema central interpretado con el saxo, permite un cierto recogimiento musical ante la tensión experimentada a lo largo de la obra, desde el mismo solo de clarinete, en registro grave, que inicia el movimiento. Señalar que el presente disco se complementa con otra pieza de ballet, “The Legend of John Henry”, compuesta por Rosenstock mismo, músico no ajeno al medio cinematográfico, por cuanto fue compositor y arreglador, tanto para TV y cine, como para obras musicales de Broadway, entre las que destacaría, por ejemplo, su dirección musical para la versión teatral de “Funny Girl”.
Lo mejor: El melómano atento percibe un ritmo más cadencioso, menos dramático, entendido en un sentido menos “agresivo” con respecto a los personajes, por cuanto ya no se trata tanto de definir la personalidad de éstos a través de la música, cuanto que, simplemente, se dejen llevar por ella y por la sensualidad que desprende.
Lo peor: Se produce una pérdida de cierto desgarro dramático a favor de la continuidad musical que torna más etérea la partitura y le resta carnalidad.
El tema: La segunda parte, “Inside the House”, por el acertado ensamblaje jazzístico y dramático conseguido.
La duración: 57:18 (39:32 ballet)
|
|
|
    | VIVA ZAPATA!/THE 13TH LETTER (¡Viva Zapata!, Elia Kazan, 1952/Cartas envenenadas, Otto Preminger, 1951) Varèse Sarabande (VCL 0208 1074) Editado en Estados Unidos en 2008 y algo difícil de encontrar (Limitado a 2000 copias)
Es indudable que “Viva Zapata!” se consolida, ya en época tan temprana, en una de las obras capitales de North por cuanto despliega, sin titubeos y esbozos, todos los recursos expresivos que conforman el núcleo principal del modelo estético del compositor. De nuevo contando con la complicidad de Elia Kazan, North incorpora el folklore musical mejicano al entramado dramático incidental de la partitura, del mismo modo en que los paradigmas del jazz mainstream lo fueron a la de “A Streetcar Named Desire”, en aras de convertir el colorido paisajístico en una transmutación significativa y propia de la personalidad de los protagonistas. Al igual que en aquélla, North, apoyándose en la magnífica labor de la dirección musical de Alfred Newman (en aquellas fechas el responsable del departamento musical de la Fox), impregna su partitura de dicho colorido, introvirtiendo o explicitando su significación según se trate de secuencias más o menos épicas o intimistas, consiguiendo una simbiosis musical de una modernidad ejemplar. Sólo con escuchar el “Main Title” se percata inmediatamente el espectador/melómano del alcance de dicha operación. La respuesta emotiva, toda vez que la rápida identificación paisajística, del espectador ante la música es la mejor predisposición que el director puede buscar en su colaboración con un compositor. Y este es el caso. Al igual que ocurre también en “Zapata” o “Huerta”, que destilan una épica de características populares, festiva y alegre. Del mismo modo se manejará también desde la perspectiva intimista en el tema de amor de “Josefa” o, en otra línea más introvertida, en “Pablo”, “Conscience” o “Eufemio”, donde encontramos ese intenso lirismo de temática popular, a la vez que contemporáneo, desarrollado por el compositor. El final, incorporando el conocido tema popular “Adelita” a la trágica conclusión de la historia, primero gravemente para transmutarse después, en un claro signo inequívoco de las intenciones de la perdurabilidad revolucionaria, en una nueva explosión de alegría popular, lleva a la máxima expresión las intenciones de North en una de las cimas artísticas de la música escrita para cine.
“The 13th Letter” completa el presente disco. Compuesta en el mismo año de su debut, se trata de la segunda partitura para cine del compositor y, sin duda, nos muestra, a través de un completísimo score, a un autor que se asienta en la industria y que ha sabido entender perfectamente cuáles son las claves de su trabajo, toda vez que conjugar sus intereses y ambiciones de expresión personal. Bajo la profesional dirección de Lionel Newman, este thriller psicológico comienza con una obertura absolutamente espléndida, en clave americana (“Main Title”), a la que seguirá un tema de un intenso lirismo que, sin renunciar a esas mismas claves nacionalistas, se configura en un gran tema de amor (“The Ferry”), hasta llegar a “Pearson”, el tema dedicado al protagonista, que nos introduce en el característico grave dramatismo con que North define el perfil sicológico de sus personajes, aportando la novedad de la inclusión de una percusión (un redoble de la caja) que acentúa los mencionados efectos dramáticos (también la empleará en la resolución de la película, en el corte “Doc and Cora”). En definitiva, otra excelente partitura de North que abandona su condición de desconocida y que nos ofrece la privilegiada ocasión de corroborar la calidad del compositor en cualquiera de sus trabajos, toda vez que asienta la pequeña leyenda en torno al “buen ojo” musical de Otto Preminger, director del film, tan asiduo a los novedosos talentos musicales del momento.
Lo mejor: Lejos de las “pinceladas exóticas” que los compositores esgrimían hasta ese momento como deferencia al marco ambiental en que se pudiera desarrollar la historia, resultando las más de las veces un guiño del peor kitsch, North impregna su música para “Viva Zapata!” de las raíces etnográficas musicales del país, siguiendo las enseñanzas de quien fuera uno de tantos maestros de su juventud, Silvestre Revueltas, para convertirlas en el alma, el sentimiento, de la película.
Lo peor: Poco se puede objetar a un disco de estas características, como no sea el inadecuado maridaje temático del mismo, por cuanto, tal vez, hubiese sido más acertada una edición que conjugara “The 13th Letter” con, por ejemplo, la inédita “Death of a Salesman”.
El tema: “Gathering Forces”, de “Viva Zapata!”, en donde la marcialidad inicial de la percusión que representa el apresamiento del líder revolucionario y su conducción a la cárcel por parte de las tropas gubernamentales, se va tiñendo poco a poco de “color popular” en correspondencia con las personas que van saliendo al camino para contemplar, con la emoción contenida (expresada intensamente por la gravedad de la cuerda), el fin de su “ilusión” revolucionaria y que, dispuestos a un sacrificio final, no dudarán en enfrentarse a la autoridad para liberar a Zapata, en un ilustre ejemplo de que “la unión hace la fuerza”, culminando musicalmente la secuencia el compositor con un crescendo liberador que escenifica el triunfo popular.
La duración: 72:00
|
|
|
   | PONY SOLDIER (La Última Flecha, Joseph M. Newman) 1952 Varèse Sarabande (VCL 0908 1084) Editado en Estados Unidos en 2008 y relativamente fácil de encontrar (limitado a 1500 copias)
Con el presente trabajo, North se consolida profesionalmente en un año, además, de muy variopinta diversidad que dará la medida de su capacidad en el medio. Así, este “Pony Soldier”, que, en principio, podríamos considerar como un trabajo alimenticio, relata, bajo la dirección del anodino Joseph M. Newman, las aventuras de un policía canadiense con los indios aborígenes en los indómitos tiempos de la colonización/convivencia norteña. North, al igual que había estado haciendo en sus anteriores partituras cinematográficas, no se contenta con utilizar la típica “música” india estandarizada por el cine norteamericano (e impuesta por Max Steiner desde su “Murieron con las botas puestas”), pese a lo que puedan parecer indicar los instantes iniciales de la obertura, sino que bucea, se adentra en las raíces de la música tradicional india para incorporarla dramáticamente a la partitura y, por supuesto, en el resto de la partitura siguiendo la personal (y acertadísima) metodología de trabajo ya esgrimida por el compositor en proyectos anteriores. Al no tratarse tanto de una película de enfrentamientos bélicos (el personaje de McDonald –interpretado por Tyrone Power– llega a adoptar al niño indio llamado Comes Running), el carácter dual (la coexistencia del mundo civilizado y el de los indios aborígenes) de la partitura adquiere su pleno sentido en la confluencia de las dos temáticas (los dos mundos) entrelazando sin solución de continuidad la mayor parte de los extensos bloques musicales recogidos en el disco, de nuevo, bajo la no menos profesional y cuidada batuta de Alfred Newman. El mismo “Prelude” es un ejemplo de ello, pero también “Indians” o el mismo “Finale”. Y es que lo que podría haberse quedado como un simple trabajo musical acomodaticio, típico de una “serie B”, North lo trabaja a fondo para presentarnos un despliegue de lirismo e intensidad emotiva (“Warpath”, “Comes Running”, “Konah”) digno de la mayor consideración cinematográfica, mostrándonos a un North poseedor de unos recursos estilísticos ya plenamente asumidos, que sólo van a necesitar de su desarrollo en el tiempo para completarse en toda su plena expresión.
Lo mejor: El rigor y la seriedad con que el compositor aborda cualquier tipo de proyecto y del que la presente partitura es un claro exponente. De no existir posteriormente trabajos del calibre de “Cheyenne Autumn” (que ya está más que esbozado en el preludio de la partitura), en donde la exploración de la música tradicional india llega a su máxima expresión, este “Pony Soldier” se constituiría en modelo y ejemplo del tratamiento musical de los modos y maneras tradicionales indios.
Lo peor: La sensación de borrador que desprende toda la partitura prefigurando grandes obras que llegarán posteriormente. Así, las reminiscencias, en el mismo preludio, a momentos de “Cleopatra” o “Spartacus” (ese final abrupto de “Standing Bear/American Pastorale”, el scherzo, soliviantado por los metales, en “Jess”) o, por ejemplo, los momentos oníricos (con unos coros que refuerzan las disonancias orquestales) que posteriormente revisitaremos en “The Bad Seed”.
El tema: La obertura inicial, que introduce el himno “The Maple Leaf Forever” (según nos informa Julie Kirgo en la carpetilla del disco, una canción canadiense compuesta por Alexander Muir en 1867, el año de la fundación de Canadá, que iba camino de convertirse en el himno nacional del país, de no ser por las objeciones interpuestas por los canadienses de origen francés), siete años antes de que Ernest Gold hiciera lo propio con el himno nacional australiano y el tema central de “On the Beach”.
La duración: 57:21
|
|
|
   | LES MISERABLES (El Inspector de Hierro, Lewis Milestone) 1952 Varèse Club (VCL 0707 1065) Editado en Estados Unidos en 2007 y difícil de encontrar (limitado a 1000 copias)
Probablemente debido a la densidad del proyecto (y a la envergadura del original literario) la presente partitura sea de las menos complacientes de las compuestas por el compositor hasta ese momento. El lirismo dramático que North sabe imprimir a su música está totalmente presente en este trabajo, así como su intensa caracterización musical del perfil sicológico de los personajes, con temas para cada uno de ellos ajustados perfectamente (definidores) de las diferentes personalidades, pero denotan, en todos los casos, un claro rechazo del “melodismo neorromántico”. Tanto para Jean Valjean (un Michael Rennie que venía de protagonizar “Ultimátum a la Tierra”), como para Madame Courbet, el infatigable inspector Javert o la adorada Cosette. Así, el tema “Madame Courbet” está tratado, en su inicio, con la ligereza del oboe, bien acompañado por la cuerda, pero sin establecer un parámetro melódico definido. Otro tanto pasa con el del “Inspector Javert”, tema de características tenebrosas que, pese a alcanzar cierta plenitud sinfónica, también acaba por no plegarse a fáciles concesiones, resolviéndose finalmente entre un solo de un oscuro clarinete (en tono grave) y otro de violonchelo. Pero con el crescendo alcanzado entre las cuerdas, las trompetas y, finalmente, los trombones y las trompas, junto a la percusión, en “Order, Order”, claro antecedente estilístico de lo que será el tratamiento musical del solitario y desgarrado enfrentamiento de Antonio con las tropas de Octavio en la futura “Cleopatra” de Joseph L. Mankiewickz, la partitura alcanza una hondura emocional que prosigue en el pasaje “The Park/Cosette and Marius”, en el cual, revestido de unas ciertas características costumbristas, se esboza un vals que deriva, en su tramo final, en otro hermoso tema de gran inspiración. El nervio del compositor también está presente desde el mismo “Main Title”, en donde la combinación del metal, la percusión y la cuerda resultan tan ásperos como salvajes, sin una melodía amable a la que acogerse. El emocionado lirismo del tema final, “Take Care of Her (Finale)”, nos remite, de nuevo, a la ilustración musical que North creará para el trágico final de la reina egipcia.
Lo mejor: La intensidad presente en diversos momentos de la partitura, como demuestra el magnífico solo de violín, excelentemente acompañado de una sensible cuerda, de “Fantine Collapses”, otro esbozo reconocible del entramado estilístico de una banda sonora tan ambiciosa como “Cleopatra”, de la que en general toda la música para “Les Miserables” será una clara fuente de inspiración.
Lo peor: Como casi siempre ocurre en las recientes ediciones de Varèse (a la que, a pesar de todo, hay que agradecerle las mismas), la limitación de copias que imposibilita el acceso del aficionado al disco al poco de haberse lanzado comercialmente.
El tema: “Barricade”, un largo pasaje musical de más de 11 minutos (que acompaña la resolución argumental de la historia) donde el compositor da rienda suelta a su talento. De nuevo con la complicidad de la magistral dirección musical de Alfred Newman y configurado como un tour de force donde el piano y la percusión, como base sustentadora, marcan un ritmo prodigioso hasta lograr un clima epatante, con continuos juegos entre los metales y las maderas, la tensión que destila su ritmo alcanza diversos crescendos que vuelven a esbozar la magnífica secuencia musical de “Cleopatra” referida con anterioridad.
La duración: 54:12
|
|
|
   | A STREETCAR NAMED DESIRE (NINE PIANO SEQUENCES) 1953 Premier (PRCD 1013) Editado en Estados Unidos en 1991 y difícil de encontrar.
Al igual que ocurriera con su transcripción para ballet, el compositor también fue encargado, en este caso por el propio editor de la partitura, para realizar una versión pianística de la misma tras el estreno de la película. El resultado fueron estas nueve piezas o secuencias pianísticas, dispuestas para ser ofrecidas en salas de concierto, que recogen prácticamente todos los momentos principales del film para la que originalmente fueron compuestas, pero que perfectamente pueden extrapolarse, en su audición, a la visión de la misma, dado que el tratamiento otorgado difiere, como el mismo compositor confiesa en unas declaraciones recogidas en la carpetilla del disco, de la condición primigenia para las que fueron creadas. Así, una vez superada la curiosidad de escuchar el tema central en su versión más íntima, como lo es esta pianística, el resto de temas trasciende prontamente la circunstancia cinematográfica para otorgarle el protagonismo a la misma música. En este sentido, estas nueve secuencias pianísticas se reconfiguran en una suerte de colección de impresiones musicales que recogen fielmente el ambiente sureño en el que el compositor creció y más que acompañar o ilustrar una serie de secuencias fílmicas concretas, en su interpretación solista, se transmutan en una variopinta y colorística variedad de secuencias musicales que reflejan, tal vez de forma más fidedigna que el propio score, todo el inequívoco sabor de las más recónditas impresiones personales del autor sobre la tierra que le vio nacer (en este sentido, “Four Deuces” y “Della Robbia Blue” cobran un peso específico mucho más significativo que su mero decorativismo de la partitura original). La más que correcta interpretación del pianista Alan Mandel nos ofrece un tempo, en este sentido, ajustado a las intenciones del compositor por cuanto el tono evocador predomina, toda vez que se manifiesta apreciablemente por encima de la mera y mecánica traducción musical de la partitura cinematográfica. El disco, completado con obras pianísticas de otros tres compositores más (Elie Siegmeister, Vernon Duke y el también compositor de cine Morton Gould), se encuadra dentro de una pretendida colección denominada bajo el genérico American Piano, de la cual éste sería su primer volumen y que, al parecer, no tuvo continuidad.
Lo mejor: La diferente perspectiva musical que ofrece la partitura en esta presentación pianística, contando con el mismo sustrato musical originario.
Lo peor: El que, precisamente, esa diferente perspectiva, desvinculada de las imágenes fílmicas, no logre atrapar la atención del aficionado.
El tema: “Four Deuces”, por la nueva dimensión evocadora que cobra, más allá de su primigenia función fílmica.
La duración: 59:14 (26:08 “Nine Piano Sequences”)
|
|
|
   | ROMEO AND JULIET -RICHARD III/CORIOLANUS 1953/1956 Varèse Sarabande (VSD-5752) Editado En Estados Unidos en 1997 y fácil de encontrar.
Este disco, grabado y editado en 1997 por el compositor Cliff Eidelman, configurado como un recopilatorio de diversas obras musicales de famosas adaptaciones cinematográficas de obras shakesperianas (y bautizado, por ello, bajo el título genérico de “Romeo and Juliet”), entre las que encontramos nuevos registros de suites de compositores tan ilustres como Walton, Rózsa, Shostakovich, Rota o Doyle, destaca especialmente por un par de motivos: por incorporar “The Tempest”, una especie de poema sinfónico en tres movimientos inspirado en la obra homónima del “gran bardo”, compuesto y dirigido por Eidelman y que es el factor nuclear de la existencia del disco; y, claro está, por ofrecernos, en primicia mundial, un par de temas de Alex North para las respectivas adaptaciones escénicas de “Richard III” y “Coriolanus”. Así, de la primera el bloque musical seleccionado, “Three Fanfares”, destaca inmediatamente por incluir entre ellas un esbozo preliminar, pero claramente reconocible, del tema central de, nada menos, que “Spartacus”. Compuestas para ser interpretadas por el fragoroso metal de las trompas, lo que a priori pudiera parecernos un mero testimonio diegético del contexto musical, nos sorprende al poder corroborar los ya asentados parámetros dramáticos de los que hace uso el compositor en fecha relativamente temprana (aunque la carpetilla del disco habla de 1946/47 para ubicar la composición de estas piezas escénicas, otras fuentes consultadas –el excelente libro “Alex North, Film Composer” de Sanya Shoilevska Henderson– sitúan el estreno de las obras en 1953 y 1956, respectivamente). “Coriolanus”, en cambio, sí establece más claramente el aspecto diegético al ofrecernos un “Processional and Fanfare” que, así y todo, establece su punto de singularidad al configurarse como una especie de crescendo al estilo, dentro de su limitadísima exposición temporal, del “Bolero” de Maurice Ravel, pasando la música de ser un eco escuchado en la lejanía a protagonizar el primer plano sonoro en una paulatina ascensión puntuada por la percusión. La brillante dirección de Eidelman y la no menos interesante interpretación de la Royal Scottish National Orchestra hacen el resto.
Lo mejor: La recuperación de los dos temas “escénicos” de North, pese a tratarse de un recopilatorio eminentemente cinematográfico.
Lo peor: El “sabor a poco” con el que nos quedamos respecto al material ofrecido del compositor, del cual, ya puestos, se podría haber extraído unas suites musicales más amplias.
El tema: “Three Fanfares”, por la curiosidad comentada de su esbozo musical de “Spartacus”.
La duración: 69:52 (04:34 Alex North)
|
|
|
   | DESIREE (Desirée, Henry Koster) 1954 Varèse Club (VCL-0505-1036) Editado en Estados Unidos en 2005 y relativamente difícil de encontrar (limitado a 2000 copias).
Es curiosa, cuando menos, la situación de inversión de roles que se da en este nuevo trabajo de North respecto de su colaboración con Alfred Newman. Si hasta el momento éste había dirigido, como ha quedado dicho, en calidad de jefe del departamento de la Fox, unas cuantas de las primeras partituras de aquél, tutelando de primera mano la incorporación profesional del nuevo compositor a la industria, en la presente ocasión, pese a llegar a componer el tema central (estrella) del film, el famoso “Desiree Waltz”, se cambian las tornas y es precisamente North quien, aparte de componer (exceptuando el mencionado corte) toda la partitura, el que dirige novedosa y acertadamente la orquesta. La aportación de Newman, así vista, es simplemente funcional por su aporte netamente ortodoxo y tanto el “Main Title” como el “Desiree Waltz”, cada uno arreglado para su “momento”, no dejan lugar a dudas de su fácil melodismo y efectiva sencillez. Y es que el intenso lirismo de la partitura de North, inspirado antes en el conflictivo y atormentado carácter del protagonista que en la pretendida historia de amor, permite percibir claramente la distancia de la propuesta estética entre lo que ofrece un compositor y otro ante las mismas imágenes fílmicas. Así, North nos proporciona una partitura que bascula entre dos temas de hondo calado emocional como son el central, expuesto en “Unrequited and Cradle” por la cuerda, de una finalización exquisita, y también en “Transition”, con la particularidad de iniciar North el corte musical con la única ocasión en que adapta el vals de su colega Newman, para ceder luego el protagonismo a su propio y hermoso tema de amor; y otro más, de menor exposición musical pero de mayor continuidad en la película, presente en “Proposal”, “Reflections”, “Piqued” y “Decision”, que acompaña al personaje en los momentos de mayor gravedad en la toma de sus decisiones, y que es un claro esbozo de uno de los temas centrales que años más tarde estará presente en “Spartacus”.
Lo mejor: La concepción mendelssohniana de “The Medals” y “Etiquette”, dando paso el piano a unos vigorosos scherzos en aquélla, combinados, además, con el metal en esta última, que nos dejan un par de hermosos temas y acaban de perfilar un tratamiento musical de la partitura agradable y lírico en el mejor sentido de la palabra.
Lo peor: El acentuado acartonamiento que destila la película, configurada como una especie de biografía un tanto particular de Napoleón (no en balde se titula “Desirée”), por cuanto su mayor propuesta artística consiste en la exhibición de un vestuario con el que ataviar a las estrellas hollywoodienses de turno, en este caso Marlon Brando (en la tercera colaboración con North) y Jean Simmons (en la primera).
El tema: “Proclamation and Desertion”, que nos sorprende por su emotividad y hermosura, y por ser la única vez en que lo escuchamos en el disco, procediendo también el compositor a volverlo a emplear en “The Bad Seed”, en su secuencia final, transmutado en una especie de nana interpretada por un coro de voces femeninas.
La duración: 50:42
|
|
|
   | THE RACERS/DADDY LONGS LEGS (Hombres Temerarios, Henry Hathaway/Papá, Piernas Largas, Jean Negulesco) 1955 Varèse Sarabande (SRS 2015) Editado en Estados Unidos en 2002 y fácil de encontrar.
Glamour es la palabra que define esta partitura. Pero un glamour cosmopolita, ingrediente básico de una historia de encuentros y desencuentro en el marco del rally de Monte Carlo, casino incluido. Excepcionalmente conducida por Lionel Newman, North compone un excelente tema de amor, “I Belong to You”, y nos lo ofrece sofisticadamente en “Much Too Close” (con un solo de clarinete acompañado de la cuerda), “A Big Girl” (con el saxo tenor y la trompeta de protagonistas) y “Appartengo A Voi” (con una percusión jazzística suave pero más marcada y con el acordeón asumiendo la voz cantante), por no mencionar su elegante exposición en un solo de piano en “I Belong To You (piano)” o en su excelente versión cantada por Peggy Lee, para finalmente exponerlo con la cuerda en todo su intenso lirismo al final de la película, en “I Need You”, y con un breve tratamiento coral en el “End title”. No menor interés tiene el extenso bloque musical que acompaña al momento de mayor dramatismo de la película, “Decision”, en donde un piano en registro grave, acompañado de la cuerda y, sobre todo, de la percusión (unos angustiosos timbales) se alterna en varias ocasiones con el tema de amor, afirmando que lo que importa de la historia son los personajes y no tanto el entorno. No obstante, un par de hermosos temas para los secundarios en “Roulette” (también de tratamiento glamouroso) y, sobre todo, en “Gino and Nicole”, con unas mandolinas que explicitan el origen italiano del personaje en cuestión, nos sitúan en una línea, donde el compositor, además, atiende al paisaje diegético con “Monte Carlo” o “Monte Carlo Samba” que, junto a una pequeña aportación, también diegética, de Alfred Newman, “Viendras Tu Ce Soir”, una bonita y sencilla melodía con maracas, bongos, etc., y un pintoresco acordeón solista, redondean confortablemente el contexto requerido.
El disco se complementa con el ballet para “Daddy Longs Legs”, en el que para otra no menos cosmopolita secuencia en la que la trama argumental de la danza consiste en ir pasando de una parte del mundo (de una ciudad) a otra, el compositor nos ofrece tres temas definidos por la personalidad nacional de cada una de las urbes seleccionadas. Así, “Paris”, pese a una breve introducción deudora de los modos de un Gershwin, se constituye en un homenaje a Maurice Ravel, cuya obra “La Valse” inspira el compuesto por North, con el mismo concepto de “deconstrucción” que ya aplicara el artista francés a través de unos ritmos ascendentes y descendentes, de aceleraciones y silencios orquestales, que finaliza con un crescendo abrupto, toda vez que festivo. Para “Hong Kong”, el compositor prepara una onírica introducción basada sobre unas percusiones característicamente orientales, para, después de un punto y aparte marcado por el piano, introducir un virulento solo de saxo que nos deja sin aliento. El ballet finaliza con “Rio”, en donde un nuevo solo de trompeta de aires hispanos da paso a un tema colorista basado en una percusión y unas trompetas protagonistas, con la cuerda de apoyo, que remite directamente a los raíces musicales mejicanas de “Viva Zapata!”, finalizando la función con el crescendo obligatorio marca de la casa: rápido y seco.
Lo mejor: North compone un tema dinámico, festivo, con una percusión exuberante, que complementa adecuadamente el metal que rachea una y otra vez sus fraseos buscando provocar una sensación de velocidad que sitúe argumentalmente al espectador en el mismo “Main Title”. Posteriormente, en “Grand Prix” volverá brevemente a utilizarlo para ilustrar el comienzo de la carrera.
Lo peor: La habitual limitación discográfica, que no permite el fácil acceso del aficionado al disco.
El tema: “3 A.M. Blackjack”, que destaca por aunar con insólita sofisticación ambas tramas argumentales, la “paisajística” y la “amorosa”, dando como resultado una auténtico tema “after hours”.
La duración: 50:29
|
|
|
   | THE ROSE TATTOO (La Rosa Tatuada, Daniel Mann) 1955 Varèse Sarabande (VCL 9001,5) Editado en Estados Unidos en 1990 y difícil de encontrar en esta edición.
Esta nueva adaptación cinematográfica de una obra del dramaturgo Tenessee Williams pretendía seguir la exitosa estela de “Streetcar”. Situada nuevamente en el espacio urbano de una gran ciudad, pero con la particularidad de presentarnos una protagonista femenina de origen italiano, para lo cual se contó con la gran Ana Magnani, y con un Burt Lancaster que andaba buscando un cambio de registro más dramático con el que ampliar sus exitosos y vitalistas papeles de aventurero, quién mejor que North, debieron pensar los productores, para aunar esos dos mundos tan diferentes y revestirlos, además, de la adecuada trama musical dramática. Así, “Floozie”, un tema de características jazzísticas cuya máxima pretensión es ubicar la acción musical de la historia, expuesto en su primera parte con unos tonos y escalas descendentes, lo que le da cierto aire decadente y malsano, tras una pausa marcada por las escobillas en los platos, cobra un ritmo inusitado, al que no es ajeno un portentoso solo de saxo, que consigue meternos del todo dentro del paisaje urbano. No obstante, la partitura bascula, pese a este sabor paisajístico, entre dos tipos de propuestas de características incidentales, los bloques musicales dramáticos, como “Lament”, “Thorn of the Rose”, “Rosario” y el intensamente lírico “Arrivederci” (que con su solo de oboe y un acompañamiento del viento y la cuerda bien secundado por las mandolinas recuerda poderosamente lo que años más tarde hará el genial Nino Rota en sus “padrinos”); y los de carácter costumbrista, como “Com é Strano”, con una sucesión de solos entre la trompeta, el oboe y el clarinete, apoyados por la percusión (redobles de la caja, panderetas) y la cuerda (scherzando), o “Caprice”, que aporta, además, la incorporación de un xilófono. La fusión musical se da a lo largo de la partitura, pero cobra especial relevancia en “Lothario”, donde el dramatismo musical desemboca en el tema jazzístico expuesto en “Floozie” y en el corte final, “Gioconda”, donde North vuelve a emplear el coro femenino y las mandolinas a las que sucede el ritmo percusivo y los scherzos de la cuerda hasta desembocar en el crescendo final.
Lo mejor: El hermoso tema de amor, expuesto fundamentalmente en la cuerda, “Amami, Caro”, que consigue elevar a las habituales cotas excelsas el lirismo tan propio y característico del compositor, que, por ello, recibiría su cuarta nominación al Oscar.
Lo peor: La edición digital fue de las primeras en aparecer en el exclusivo Club de Varèse, motivo que complicaba su adquisición, aunque por fortuna luego fue reeditada por el sello PEG.
El tema: El corte musical dedicado a “Serafina”, donde encontramos un tema central de un intenso melodismo a cargo de unas mandolinas y una vocalista femenina secundada por un pequeño coro, también femenino, que, toda vez que perfila el carácter de la protagonista, consigue explicitarnos su condición originaria sin rodearla de postizos pintoresquismos.
La duración: 31:07
|
|
|
  | I´LL CRY TOMORROW (Mañana Lloraré, Daniel Mann) 1955 Film Score Monthly (FSM Vol.7 No.13) Editado en Estados Unidos en 2004 y fácil de encontrar.
Es lógico que se contara con North para componer la partitura de esta película de Daniel Mann, por cuanto se trataba de la adaptación fílmica de la azarosa vida de Lillian Roth, famosa cantante de la llamada canción ligera norteamericana, partiendo, a su vez, de una también anterior y exitosa adaptación televisiva. Como esta vez se trató de una producción MGM, fue John Green, el responsable del departamento musical de la productora, quien dirigió el score dramático, mientras que las canciones (no llegan a la media docena) estuvieron arregladas y dirigidas por Charles Henderson e interpretadas por la propia Susan Hayward, una actriz todo terreno que, no obstante, fue doblada (por si acaso) por Sandy Ellis en un par de canciones que, aunque no se llegaron a utilizar, recoge el disco en su apartado “Source Music and Alternative Vocals”, siendo el score el que ocupa la mayor extensión y quedando el restante configurado como “Bonus Score and Songs”, con algún corte musical en sus características fílmicas originales y algunas canciones más. Así, es verdad que el mismo “Main Title” suena muy dramático, con su perfecta (y ya habitual) fusión con las modalidades jazzy, con un solo de trompeta sobresaliendo entre la cuerda, todo ello remarcado por unos timbales que añaden mayor efecto de gravedad. Y que encontramos temas como “String Chord/Real Heel”, donde se establece un efecto tensional muy conseguido entre el piano y los pizzicatos de la cuerda (que anticipan gran parte del estilo de partituras posteriores como “The Sound and the Fury”). Por no mencionar el efecto de movimiento pendular del viento apoyándose primero en las cuerdas de “Confused/Pour Me”, siendo éstas después las que basculan sobre aquél, típica figura musical muy empleada por el compositor. O la resolución de “Home Sweet Home/This Is It/Hold It”, con un piano atonal y un crescendo inquietante y salvaje que finaliza con las habitualmente características maneras abruptas. Pero, a pesar que no es una partitura de recurso fácil (más bien, gracias a la seriedad del compositor, es todo lo contrario, una partitura con pocos lugares comunes y bien trabajada) es imposible no sustraernos a la sensación de cierta explotación de una fórmula que, desde luego, daba los resultados apetecidos, pero que empezaba a resultar, tal vez, reiterativa, tras haber alcanzado su cima ese mismo año con el extraordinario éxito de su melodioso tema de amor de “Unchained”.
Lo mejor: La pretensión de volver a lograr la fusión conseguida entre el estilo musical dramático y el ambiente contextual del “paisaje” de la película, en este caso ajeno al compositor, puesto que ni siquiera es el arreglista de las canciones o temas diegéticos.
Lo peor: Pese al contraste final buscado que, obviamente, se consigue, las formas y maneras musicales de North suenan aquí más recurrentes, casi estereotipadas.
El tema: El tema central, “Ashamed”, que vuelve a aportarnos un lirismo intenso, ejecutado con exquisita sensibilidad por la cuerda.
La duración: 75:56
|
|
|
   | THE BAD SEED (Mala Semilla, Mervyn LeRoy) 1956 Tsunami (TSU 0124) Editado en Alemania y difícil de encontrar.
Para esta insólita película, cuya principal protagonista es una niña “diabólica”, con todo su despliegue de maldades y maquinaciones maquiavélicas, el compositor encuentra un nuevo camino a explorar aplicándose al estudio del perfil musical de tan sustancioso personaje. La partitura bascula, de esta manera, entre lo onírico e inquietante (“The Dream”, “Basket of Kisses” o “The Princess”), que define a la pequeña y siniestra protagonista, Rhoda, y el mundo racional, adulto, reflejado por otro (más) espléndido tema de hermosa intensidad lírica, que representa al amor maternal (“No More Children” o “Identity”), todo ello aderezado por efectivos y virulentos momentos incidentales que acompañan las maldades perpetradas por la niña en cuestión. Así, el mismo tema que abre los créditos, “The Bad Seed”, ya ilustra con un violento scherzo, reforzado racheadamente por el viento e integrando las notas de piano que la niña ensaya una y otra vez en sus lecciones cotidianas de aprendizaje de dicho instrumento (el conocido tema francés “Au clair de Lune”, de origen popular), la violencia del choque de los dos mundos que coexisten en la película, fruto de una mente tan desequilibrada como la que se nos muestra. “Confession” ejemplifica, junto a “The Truth”, mejor que ningún otro corte musical, la oposición entre estos dos mundos, necesariamente complementarios en cualquier persona “normal”, pero totalmente enfrentados en la mente de la desquiciada niña. Los dos temas comparten, además, junto a “My Baby Sleep Well/The Medal and Rhoda´s Death”, una hermosa melodía presentada en “Desiree” y que aquí recibe el tratamiento de una especie de nana, que logra un magnífico contrapunto con la naturaleza del vil retoño.
El disco se complementa con unos bonus-tracks de los cuales el disco no especifica su origen, por cuanto no se nos indica si son originales o pertenecen a alguno de los álbumes (lo más probable) que North grabó a finales de la presente década (como veremos más adelante), en un anticipo comercial de lo llevado a cabo en la siguiente por Henry Mancini. Con todo, cabe destacar que nos encontramos con varios cortes musicales de algunas partituras inéditas (aún hoy) en disco compacto, como “The Bachelor Party”, “Stage Struck” o “The Member of the Wedding”, constituidos todos en reconocibles ejemplos del intenso lirismo del compositor, incluyendo la insistencia de la incorporación de elementos jazzísticos en la última de las tres mencionadas, compuesta al año siguiente (1952) del “Tranvía”.
Lo mejor: La originalísima idea contrapuntísitica de utilizar un tema de referencias infantiles con unos inquietantes objetivos, que posteriormente retomarán, con el mismo idéntico concepto, compositores tan diversos como Kristopher Komeda (“Rosemary´s Baby”), Lalo Schifrin (“The Amityville Horror”), Jerry Goldsmith (“Poltergeist”) y hasta nuestro Waldo de los Ríos (“¿Quién puede matar a un niño?”).
Lo peor: La ausencia de una edición digital con la calidad exigible que dote a la partitura de una presencia digna y la sitúe en su justo lugar ante el aficionado.
El tema: El impagable crescendo musical, protagonizado por las también “infantiles” notas del recurrente y omnipresente “Au Claire de Lune”, en el último corte musical mencionado, que alcanza un clímax desasosegador y enloquecido culminado con la impresionante secuencia de la muerte de la pequeña protagonista, fulminada por un rayo originado en una “casual” tormenta de verano.
La duración: 70:12
|
|
|
   | THE RAINMAKER (El Farsante, Joseph Anthony) 1956 BMG (RCA 74321489432) Editado en España en 1997 y difícil de encontrar.
Nadie mejor que North para encargarse de la partitura de esta película de características iniciáticas, lastrada por cierta teatralidad (el director, Joseph Anthony, fue un reputado director escénico de la época) en donde Starbuck, una especie de charlatán/fabulador/encantador, interpretado por un insólito, aunque lírico, Burt Lancaster, se dedica a provocar la lluvia en los pueblos perdidos del medio oeste americano asediados por la sequía, desencadenando involuntariamente una serie de conflictos personales, especialmente, en el del vitalista personaje (ya de mediana edad) interpretado por Katherine Hepburn. Así, tras un vigoroso tema central, “Prologue”, construido sobre la base de un dinámico pizzicato, reforzado por redobles de la caja, el xilófono y, por supuesto, la cuerda (el cual volveremos a escuchar a continuación en “Wet Socks”), que finaliza con el lirismo habitual del tema de amor correspondiente, el espectador/melómano encontrará toda una gama de temas íntimos y cálidos como “Starbuck´s Confession”, “The Tack Room”, “I´m Pretty” o “The Vamp”, con unos impagables solos de flauta y violín, acompañados por una especie de motivo de baile de salón, de características costumbristas, que volverá a aparecer en “Young Lovers”, con el apoyo y la complicidad de una percusión que incluye xilófonos y panderetas; así como temas de características costumbristas para describir la vida cotidiana o las astucias del personaje de Lancaster, como “Wet Socks”, “The Gentleman Caller” y, sobre todo, “Flibberti Gibbet”, para, finalmente, recrearse con el punto dramático musical con el que North sabía imprimir a los momentos álgidos de la revelación de la personalidad de alguno de los protagonistas al mostrarnos facetas de la misma que desconocíamos (o que ellos mismos no se atrevían a enfrentar), como en “Golden Fleece”, con un clima onírico conseguido con campanitas, xilófono metálico y un carrillón que da paso al lirismo de la cuerda, la cual, a su vez, se combina con los dinámicos scherzos y la percusión del tema principal, para acabar, de nuevo con la cuerda.
Lo mejor: La partitura, que supone la quinta nominación al Oscar para su autor, ofrece la quintaesencia de su expresión musical gracias al extraordinario maridaje entre el costumbrismo lírico y el vigoroso nervio tan característicos (y presentes) en sus mejores trabajos.
Lo peor: Se trata de la traslación digital de la versión de vinilo que North grabó para su edición analógica en 1957, es decir, un año después del estreno de la película, por lo que no estamos ante la grabación original realizada para el film.
El tema: “Starbuck´s Story”, donde tras una fascinante introducción de la cuerda, con el acompañamiento de un viento que parece balancearse, el compositor logra, con la ayuda de algún elemento de percusión como la pandereta, recrear una atmósfera de cálida intimidad que envuelve la historia contada por el fabulador Lancaster a ritmo del ralentizado tema central, rodeado de campanitas, el piano y el clarinete, que alcanzará su clímax musical tras otro solo de violín acompañado del arpa.
La duración: 35:24
|
|
|
    | THE WONDERFUL COUNTRY/THE KING AND FOUR QUEENS (Más Allá de Rio Grande, Robert Parrish, 1959/Un Rey Para Cuatro Reinas, Raoul Walsh, 1956) Varèse Sarabande (SRS 2016) Editado en Estados Unidos en 2003 y relativamente fácil de encontrar (limitado a 2500 copias)
Seguramente, tras años de intensidad dramática, la composición de “The King and Four Queens” debió suponer para North una auténtica válvula de escape para su creatividad entendida en su vertiente más hedonista. Como si de una fiesta se tratara. Porque no otra cosa es la audición de la partitura, felizmente recuperada por Varèse en este doble disco dedicado temáticamente al western, aunque con dos títulos de concepción muy diferente, pues “The King and Four Queens” puede considerarse como un divertimento menor, en clave de comedia, a cargo de un cineasta tan curtido como Raoul Walsh, mientras que “The Wonderful Country” es una irrepetible película de aventuras dirigida por Robert Parrish, protagonizada por unos perdedores que transitan un espacio igual de olvidado que mítico. En este sentido, es imposible destacar, en la primera, tema alguno (aunque “Once Over” sea un maravilloso ejemplo del concepto musical de la película). Por supuesto, cada una de las “reinas” cuenta con su tema propio, destacando, por su protagonismo y gracia, el de “Ruby”, sobre la base de un pizzicato acompañado de la guitarra y con una percusión “seductora” que ilustra musicalmente la juventud e inocencia de la joven, pero también nos quedamos con el balanceo “seductor” del viento que introduce el tema de la cuerda de “Sabina”, o el de características más señoriales, también con la cuerda de protagonista, de “Oralie”. No obstante, aún le quedan al compositor ganas de introducir otro nuevo tema principal, que escuchamos por primera vez en “My Boy” (es una auténtica maravilla escucharlo en “Rosebud” interpretado sólo por la guitarra y el acordeón), para acompañar el relato de lo ocurrido con uno de los miembros masculinos de esta peculiar familia femenina, que resulta ser, a la postre, el tema central de la serie televisiva “Rich Man, Poor Man”, que volvería a relanzar, veinte años más tarde, la carrera profesional del compositor.
Aunque situado fuera del contexto cronológico que se suele mantener en esta guía, pues el trabajo es tres años posterior (de 1959) al que estamos ubicados, el hecho de conformar este imprescindible doble disco es motivo más que suficiente para incluirlo en el presente comentario. La maestra absorción del folklore mejicano (motivada por razones argumentales de la historia fílmica que narra las aventuras de un “perdedor” interpretado por un impagable Robert Mitchum, ataviado con un insólito sombre mejicano durante todo el metraje) es de tal calado que es indisociable de la estructura principal de la partitura. La utilización genérica, constante y protagonista de guitarras (“General Marcos”), de una percusión que incluye xilófono, panderetas, campanillas (“Capitol City”) y otros elementos reconocibles de dicho paisaje musical, como la armónica (“Across the Rio Grande”) o la trompeta (“Capitol City”), nos ubica ante unos cortes de un dinamismo apabullante, extraordinario, desde el mismo “Main Title” o “Riding Into Pueblo”. El indispensable toque diegético de “Murder at the Fiesta” y, sobre todo, de “Reunion at Fort Jefflin”, con sus tambores y sus flautas “indias” sucedidas por las guitarras, flautas y trompetas de reminiscencias mariachis, hasta llegar al intenso lirismo del “Helen´s Theme” y del “Brady and Helen”, con la hondura lírica habitual de la que hacía gala el compositor en la cuerda (acompañada en esta ocasión por las guitarras), o la palpable amargura de “Chief Pistolero”, conforman todo un recorrido épico y lírico que exprime las posibilidades orquestales en toda su amplia gama expresiva y que esta grabación nos ofrece imperecederamente para su degustación.
Lo mejor: El tono de comedia costumbrista rebozada de elementos nacionalistas (en el mejor sentido de la palabra, como influencia de la música de Aaron Copland) presente en “The King” y aderezada con las mejores aptitudes vitalistas del genio creativo del compositor. Ante “The Wonderful Country”, el melómano/espectador se encuentra ya con una obra de una envergadura mayor y mucho más madura, por cuanto encontramos ya en pleno cénit todo el pálpito épico y poético que seguirá alentando algunas de sus obras maestras de los años inmediatamente venideros.
Lo peor: Esta es una edición modélica, y lo peor que puede ocurrir es que, dada su condición de limitada, pueda acabar ofreciendo problemas en su adquisición por parte del aficionado.
El tema: En “The King” el “Main Title”, que nos sorprende con un dinamismo inusitado, a medio camino entre la “Danza del sable” de Khachaturian y la obertura de algún musical de Broadway, presentándonos la huida del protagonista (un socarrón Clark Gable) de sus perseguidores en una desbocada cabalgada que sólo termina tras la llegada al rancho habitado por las cuatro “reinas”. En “The Wonderful Country”, el insólito ritmo propiciado con el juego establecido entre la percusión (con redobles de la caja, bongos, etc.) y las disonancias de metal y piano hasta alcanzar el clímax en “Indian Fight” (anticipándose en unos cuantos años al mismo tratamiento musical en las extraordinarias partituras de Maurice Jarre para “The Professionals” o “Villa Rides!”).
La duración: 40:33 (“The Wonderful Country”) / 47:26 (“The King and Four Queens”)
|
|
|
   | CONCERTO FOR PIANO & ORCHESTRA WITH TRUMPET OBBLIGATO 1939-1957 Koch (3-7225-2 H1) Editado en Estados Unidos en 1995 y fácil de encontrar.
Este concierto tiene una larga y variada génesis, por cuanto su composición se inició (con el segundo movimiento, el “Lento”) para conmemorar la muerte, a finales de los años 30, del compositor George Gershwin, finalizándose casi 20 años más tarde aprovechando cierta temática musical proveniente de “Four Girls in Town” para el primer movimiento, “Moderato Jazz”, y de “The King and Four Queens” para el tercero, el “Allegro”. Conocido también como “Rhapsody for Four Girls in Town” (y confundido, al creer que se trata de dos piezas completamente diferentes –véase de nuevo el libro “Alex North, Film Composer”, en donde la autora diferencia, creemos que equivocadamente, uno de otro, ubicando en 1941 este “Concerto for piano with trumpet” y en 1957 la “Rhapsody”), pulcramente dirigido por James Sedares y bien acompañado por el solista de piano David Beuchner, el disco viene configurado sobre la base de una serie de conciertos de este instrumento creados por diversos y clásicos compositores cinematográficos de la industria hollywoodiense, como Franz Waxman y Bernard Herrmann. Así, del primero encontraremos la interesante “Rhapsody for Piano and Orchestra” basada en su partitura para la película de Alfred Hitchcock “The Paradine Case”, como también otra obra de 1947, creada para su hijo, titulada “The Charm Bracelet”; mientras que de Herrmann se presenta en primicia mundial su “Prelude for Piano” de 1935, así como su “Concerto Macabre for Piano and Orchestra”, basado en su partitura para el film de 1944 “Hangover Square”. Así, el dinámico “Moderato Jazz” es, pues, el que abre el concierto, marcando con los timbales el ritmo desde el mismo inicio, cuyo efervescente clímax orquestal culmina utilizando, para ello, todo tipo de recursos percusivos más o menos exóticos en una orquesta, que van desde una misma batería jazzística, hasta los xilófonos y la marimba, contando, por supuesto, con el protagonismo del viento (especialmente la trompeta, claro), así como del piano, integrado orquestalmente como un instrumento más, del modo en que el propio Gershwin entendía la participación musical del instrumento. El “Lento” es una pieza de carácter elegíaco, fuertemente evocadora, como corresponde al sentido homenaje que la inspira, que tras un sosegado, a la par que triste, adquiere mayor cuerpo orquestal con la predominancia de la cuerda y del piano. El tercer movimiento, “Allegro”, nos devuelve el dinamismo inicial, con el viento (sobre todo, el metal), el xilófono y el piano, como protagonistas de un tema musical que, como hemos dicho, se configura en torno a la obertura inicial de la partitura para “The King and the Four Queens”, el cual, pese a ilustrar un ambiente paisajístico muy diferente al que se trata de evocar en este “Concerto”, no desentona, como ya señalamos en el comentario sobre dicha partitura, de las características musicales tan propias de un ritmo “urbano”.
Lo mejor: Su efectiva coherencia, pues a pesar de haberse compuesto en dos momentos muy separados en el tiempo, su unidad temática, coqueteando con los modos jazzísticos, destila una cohesión estilística incuestionable, a pesar de la evolución de la corriente “mainstream” del lenguaje del jazz.
Lo peor: Reprochar cierta falta de ritmo o “chispa” en el primer movimiento de esta pieza, el de mayor sabor jazzístico, sobre todo si lo comparamos con el registro analógico de la grabación dirigida a finales de los 50 por Joseph Gershenson.
El tema: El “Allegro”, por su espléndida redefinición de un tema creado inicialmente en el entorno de una paisaje completamente opuesto al tema urbano de este concierto.
La duración: 50:56 (18:53 “Concerto for piano & Orchestra”)
|
|
|
Consulta la segunda y tercera parte de esta guía de compra pinchando en los enlaces: Alex North: Segunda Parte y Alex North: Tercera Parte |
|
|
|
|
© 2005-2023 Copyright. Scoremagacine. |
|
|