José-Vidal Rodriguez
Con la profunda crisis discográfica haciendo pupa a los grandes sellos, no cabe duda que el ámbito de las soundtracks parece estar viviendo una “segunda juventud”. Así lo demuestra la vasta cantidad de álbumes que vienen editándose últimamente de un género que, siendo realistas, sigue -y seguirá- considerándose netamente menor a efectos comerciales. Dentro de esta corriente dirigida a ”publicar todo lo publicable”, resulta grato atender también a la última tendencia referente a las recuperaciones, en formato digital, de antiguos LPs ya editados en su momento. No se trata de obras inéditas en puridad (e incluso se obvia incluir material nuevo al preexistente), pero no cabe duda que su reaparición en compacto supone todo un caramelo para los aficionados.
El sello Intrada parece estar apostando fuerte por esta segunda política comercial (de menores costes, todo hay que decirlo), ya que a las recientes recuperaciones de obras en vinilo tan destacadas como “Swashbuckler” o ”Monsignor”, hemos de añadir ahora un nuevo compacto directamente digitalizado de los masters que una vez sirvieron para dar formato al entrañable LP; dos trabajos de sendos autores como Dominic Frontiere y Bill Conti, los cuáles forman seguramente la pareja de músicos más beneficiados en la actualidad por este afán de las discográficas de rebuscar en lo más profundo de los archivos sonoros.
”The Stunt Man”, filme dirigido en 1980 por Richard Rush y muy bien considerado en su día por la crítica, narra la huída de Cameron, un fugitivo de la justicia (del que el espectador nunca conocerá su presunto delito), el cuál no encuentra mejor forma de ocultarse de las autoridades, que aprendiendo el oficio de especialista de escenas peligrosas, para entrar a formar parte del rodaje de una película.
Requerido vivamente por Rush para el proyecto, Frontiere acude a dos temas para conformar el tronco de este score de poco más de 20 minutos de duración, cuya secuenciación de las pistas no respeta en absoluto su orden cronológico de aparición en el filme. Dos frases que se verán reconducidas por el compositor a constantes rendiciones, desgranando incluso determinados bloques de las mismas para el resto de cortes que no las desarrollan de manera expresa. Esta continua revisitación de aquel par de motivos, variando de forma inteligente su tratamiento armónico, busca probablemente que el espectador sea consciente en todo momento del verdadero pasado del protagonista, escondido ahora tras una identidad totalmente disfrazada. “Disfraz” éste que el compositor de Connecticut traslada al pentagrama a través de aquellas estimulantes variaciones de lo que, en realidad, no dejan de ser tan sólo dos ideas musicales; capaces, eso sí, de sustentar con solvencia y por sí solas, la totalidad de la partitura.
En el primer major theme de los dos mencionados, Frontiere ya comienza a sorprender con sus formas al oyente en el corte de apertura “Film Caravan”, un tema fuera de toda convencionalidad, al que a sus evidentes aires carnavalescos, se le unen una serie de sonoridades cercanas al mundo judío que salpican ciertos fragmentos del motivo. Es ésta la presentación de lo que será un auténtico “Caravan Theme”, dado su carácter reincidente a lo largo de la partitura (“Crane”, “Training”, “Main Title”), siendo quizás la versión más interesante del mismo la contenida en “The Stunt Man - End Title”, en la que el autor reconduce el tema a una estructura de vals grandilocuente con tintes casi grotescos.
En segundo lugar, el músico trabaja sobre un motivo de contenido romanticismo que quizás les suene a familiar a algunos lectores, dada la relativa popularidad que adquiríó en su momento. Me refiero a aquella melodía a cuerdas con acompañamiento pop-funky, contenida en el breve corte “The Chase”; la misma melodía que, con mayor desarrollo, sería incluida en no pocos recopilatorios de la época. Los registros de este segundo major theme, posibilitan al compositor cubrir musicalmente aquellos momentos de mayor introspección, destacando sobre el resto el cautivador ejercicio de jazz sinfónico del “Bedroom Horns” o el “Southern Belle”, un corte ligeramente deudor del Alex North de ”A Streetcar Named Desire” (no en vano, quizás su título sea un homenaje velado al corte “Belle Reve” de aquella mítica partitura de 1951).
Visto lo visto, no cabe duda que Frontiere resuelve el trabajo de forma original, en algunos instantes hasta rozando lo ecléctico en cuanto a las formas. La huida de clichés y la imprimación de su personal impronta, son características innatas a una partitura que, pese a su evidente defecto en su escucha aislada del filme (la reiteración temática, que origina la escasa progresión del score, salvada eso sí por sus vistosas elipsis armónicas), merecía ser rescatada del olvido, teniendo en cuenta además que el score de este ”The Stunt Man” propiciaría al autor la consecución de su primer y único Globo de Oro en el año 1981, derrotando a otras obras de innegable enjundia como la mítica ”The Empire Strikes Back” de John Williams, o la edulcorada ”Somewhere in Time” de John Barry.
Aún compartiendo aquella aparente simpleza temática, muy diferente resulta la aproximación que realiza Bill Conti en la segunda parte del álbum, abordando el score compuesto en 1978 para la película ”An Unmarried Woman”. No en vano, atendiendo a la calidad global de ambas obras incluidas, posiblemente el mayor reclamo del compacto lo constituya esta reedición de una de las mejores partituras escritas en la década de los 70 por el compositor de Rhode Island.
Si en ”The Stunt Man” eran dos los temas que canalizaban la practica totalidad del score, en ”Una Mujer Descasada” el compositor confía el peso global de su trabajo en una única y retentiva melodía (“An Unmarried Woman - Instrumental”), directamente asociada a la protagonista del filme Erica, una Jill Clayburgh cuya perfecta existencia se ve rota por completo cuando su esposo la abandona por otra mujer. Duro momento que superará gracias a la ayuda de un terapeuta y de su grupo de amigos, volviendo a recuperar la ilusión de vivir y la satisfacción al redescubrir un nuevo amor.
Conti puede presumir de tener en su haber un amplio ramillete de melodías cuya popularidad rebasa el minoritario ámbito de los aficionados a las soundtracks. No pocos temas suyos se han utilizado como sintonías publicitarias o radiofónicas, y el caso del mencionado “ An Unmarried Woman - Instrumental” constituye uno más de aquellos ejemplos. Con un pequeño ensemble y el saxofón de Tony Ortega (un intérprete fundamental en la carrera del compositor) como del tema, e imbuido de una elegancia articulada desde intenciones easy-listening más propias de los años 60, este pegadizo main theme conforma el eje sobre el que el compositor dota en cada momento a la obra de los sentimientos intrínsecos al guión: abatimiento, reflexión melancólica, resurgir emocional y final tratamiento optimista ante los avatares de la protagonista.
Siendo la más atrayente de las partituras compuestas para el cineasta Paul Mazursky (nominación a los Globos de Oro incluida), el trabajo se presenta globalmente en tono desenfadado -efecto éste que actúa como contraste a ese núcleo argumental de poso agridulce-, tornando en el justo optimismo con el que evocar la apertura y resurgir a la vida de Erica. Continuas reversiones del tema principal oiremos durante este segundo tramo del CD (incluso una vocal interpretada por Michelle Weiss), siendo la más emotiva aquella espléndida pieza interpretada a piano, oboe y cuerdas que conforma el magnífico epílogo de la partitura (”Erica Leaves Saul”). Con todo ello Conti no logra sino el acompañamiento perfecto para el descenso a los infiernos y el posterior despertar a la vida de la protagonista, aún cuando lo consiga a base de reverdecer una y otra vez las innegables virtudes de aquella frase central.
Algún que otro momento de respiro nos ofrece Conti para paliar la posible sensación -lógica, por otra parte- de monotonía de la partitura. En este sentido, curioso resulta el grado de calidad alcanzado por alguna que otra pieza en principio intrascendente, como bien pudiera serlo la melodramática frase a cuerdas que emerge de los segmentos pop del “Picking Up”, o la agradecida sintonía diegética del “Loft Party”.
En resumen, un interesante álbum éste que nos ofrece Intrada, con dos obras que, a pesar de sus similitudes en cuanto a la comentada tendencia monotemática, ofrecen por contra sendos modos bien diferenciados de cómo interpretar al pentagrama el discurso cinematográfico, a saber: rupturismo y originalidad en la presentación de unas formas musicales de Dominic Frontiere que no dejarán indiferente al oyente, frente a la mayor convencionalidad de Bill Conti, resuelta sin embargo con excelsa brillantez.
NOTA: El contenido del libreto del CD, con notas a cargo de John Takis, incluye extractos de la entrevista concedida en exclusiva a Scoremagacine por Bill Conti. Si estas interesado en leer el contenido íntegro de la misma, pincha en el siguiente enlace.
11-junio-2008
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