Pablo Nieto
“The Libertine” es uno de esos caprichos que de vez en cuando le interesa protagonizar a Johnny Depp. Antes de “adentrarse” en las aventuras de “Charlie y la Fábrica de Chocolate” y las dos secuelas de “Piratas del Caribe” donde se reecuentra con su ya mítico personaje de Jack Sparrow, decidió dar una oportunidad a Laurence Dunmore, debutante en el campo de la dirección, en un ambicioso film de época, donde se narra los últimos días de John Wilmot, poeta del siglo XVII, que murió debido a las graves enfermedades que contrajo, por sus excesos con el sexo y el alcohol. Vamos, que no hay que ser un lince para encontrar ciertos parecidos con la alocada trayectoria personal del actor, que nunca ha tenido rubor alguno por encarnar como así demuestra su trayectoria interpretando papeles de bohemios, desarraigados, y enganchados a cualquier vicio humano y mundano.
Acompañándole, en esta por otro lado fallida y aburrida película, tenemos a la siempre estimulante Samantha Morton, y al otro bicho raro del Hollywood actual: John Malkovich. Un actor excepcional al que le han sobrado esnobistas decisiones a la hora de elegir sus proyectos, más dirigidas a colmar su ego de actor de culto entre los sectores más independientes y críticos de la industria (el nuevo cine comercial).
Y ya que estamos hablando de snobs, ¿Qué decir de Michael Nyman? Mitificado por su excelente música para “El Piano” (que no score para película), incomprendido en ciertos sectores por su concepción minimalista de la música, odiado por su carácter altivo e insoportable ego. ¿Genio o invento de la hipócrita sociedad que nos rodea? Esta pregunta podría ser respondida por alguno de los iluminados que confunden conocimiento con filias y fobias. Digo que podría ser respondida, pero más que nada para provocar alguna que otra carcajada, entre aquel que realmente ha crecido con la música de Nyman. Miembros de la dictadura de la demagogia y la mentira. Pero esa es otra historia…
El Nyman de “The Libertine” , no es un Nyman que sorprenda por la propuesta, pero si por la resolución. Es el Nyman de siempre, pero mucho más contenido, más adaptado a la historia y cada vez más consciente que su música no debe girar sólo sobre las ideas musicales por el concebidas, sino también por las ideas cinematográficas y argumentales para las que debe trabajar.
Así pues, tras la deliciosa presentación, con las cuerdas y las maderas como protagonistas en “History of the Insipid”, la música se bifurca en dos claras vertientes: la cómica y “libertina” de cortes como “Upon Drinking in a Bowl” (curiosa propuesta de scherzo), “The Maimed Debauchee” o “Against Constancy”, alcanzando su culmen en la histérica y burlesca opereta que es “Signior Dildo”, brillantemente interpretada por la soprano Hillary Summers y la Michael Nyman Band, dotando a la música de un ritmo trepidante y gran dinamismo.
La otra vertiente, desarrolla el lado intimista y romántico de la historia. Por un lado con un emotivo y preciosista tema de amor, con el protagonismo del piano y escuchado en “Upon Leaving his Mistress” o “The Mistress”; complementado por dramáticas elegías como son “The Imperfect Enjoyment” o “A Satire Against Reason”, el estremecedor piano de “Upon Nothing”, culminando con la canción “Rochesters Farewell”, de nuevo con Hillary Summers como protagonista. Eso sí, una canción que se basa claramente en el tema "If", de una banda Sonora a reinvidicar del propio Nyman, el film de animación japonés "The Diary of Anne Frank".
Fiasco de película (como era de prever), gratísima propuesta musical, y no sólo para escuchar aisladamente.
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