Pablo Nieto
Remake del clásico japonés de 1983, “Nankyoku Monogatari” (“Antartica”),
a su vez adaptación cinematográfica de una historia real. La historia de ocho perros esquimales pertenecientes a un equipo de investigación que se pierden en medio de la fría tundra polar. La historia de su rescate a cargo de su antiguo dueño, tras seis meses “abandonados” a su suerte; un tiempo en el que tuvieron que recuperar su instinto animal para sobrevivir.
Supervivencia, montañas nevadas y aventura… nadie mejor que el director de “¡Viven!” o “Congo” para poner en marcha la versión americana del film. Por supuesto, hablamos de un Frank Marshall, que en opinión de muchos ha filmado su mejor film hasta la fecha.
Una película para toda la familia, no exenta de lecciones de coraje y valor magníficamente fotografiada por Don Burgess, y con otro valioso score de un Mark Isham que parece abonado al éxito en las últimas fechas.
Aunque “cualitativamente” no estamos ante el Isham más inspirado, si que podemos afirmar que el neoyorkino vive tiempos de gran creatividad y eclecticismo. Parece, que en continua lucha por romper moldes y salir de un encasillamiento al que mismo se había visto abocado tiempo atrás.
Isham, hace ya mucho tiempo que ha demostrado que es uno de los compositores más versátiles de la actualidad. Quizás sólo James Newton Howard o Hans Zimmer, puedan vanagloriarse de escribir para géneros tan diferentes, sin que su estilo se resienta un ápice.
Lo que está claro, es que para muchos Isham seguirá siendo un compositor de jazz (su “Afterglow” es inolvidable), para otros la quintaesencia del new age cinematográfico (algo que ha confirmado con “Crash”) o el último hombre folk de Hollywood (“El Río de la Vida”, “October Sky”). Sin embargo, el Isham preferido para una gran mayoría es el del sinfonismo arrollador y emocional de “Fly Away Home”, una de las grandes obras maestras de la década de los 90. Un trabajo a reivindicar en cualquier oportunidad que se precie.
A ese Isham muchos creen haberle visto en la eficiente y por momentos brillantes “Racing Stripes”, otros cuentan que el film “Miracle” es el verdadero referente. Que nadie se equivoque, un par de escuchas (y visionados) de “Eight Below” romperá todo tipo de leyendas urbanas. La conclusión es muy simple: “Fly Away Home” sólo habrá uno, pero sin duda a día de hoy, “Eight Below” es la partitura que más se le acerca.
Un trabajo estructurado en dos partes bien diferenciadas, pero a la vez en continua interconexión. Por un lado, el aspecto épico y aventurero de la historia, está claramente reflejado en un extraordinario tema central de gran poderío orquestal, con los metales como claros protagonistas (al final la cabra siempre tira al monte) y las cuerdas jugando con las maderas a la hora de marca el tempo. Sin duda, uno de los grandes temas de la carrera del compositor. Presentado en la brillante obertura (“Eight Below”) y llevado a cotas de enorme emoción e intensidad en el final (“Eight Below End Credits”).
El tema será objeto de exquisitas variaciones, en cortes como “Almost Perfect” que arranca como un solo para piano, y que concluye con un apoteósico crescendo orquestal emocionante del tema central, “Pulling Through” o “My Best Girl”, con un toque más intimista aún por medio de las cuerdas. La necesidad de ayudar a que la narración adquiera consistencia (es lo que pasa cuando se da prioridad a las imágenes sobre los diálogos), justifica la inserción de cortes más incidentales como “The Search”, con sobresaliente uso de las guitarras, para desarrollar el típico tema de búsqueda, “The Rescue” más aparatoso orquestalmente, en consonancia con “Leopard Seal”, donde eso sí, combina partes mucho más intimistas.
Y es que hablando de intimismo, Isham alcanza cotas de gran belleza en cortes como “Southern Lights”, siete minutos de gran reflexión donde se potencia el lado nostálgico de la historia, en la línea de “The Dos Who Saved my Daddy” o “Black Ice”. Todos ellos cortes donde sobresale un segundo motivo melódico, que apela a la estrecha relación de amistad entre los cuidadores y los perros.
“Fifteen Days” y “Bird Doggin” son dos interesantes divertimentos de Isham, construidos a base de pizzicatos y ese puntito Newman” con el que ya coqueteara en “Life as a House”.
Dejamos para el final, dos pasajes de la música que merecen una reflexión aislada. Cuando parecía que temáticamente, Isham podía darse por satisfecho con el efectivo tema central y el oportuno motivo intimista, inesperadamente nos regala una mágica melodía de corte épico y especialmente retentiva, apuntada por medios de los metales en “Ice Bound”, y desarrollada en “The Lamboghini of Snow”. Un tema de aire folk, donde las guitarras se funden magistralmente con el poderío de la orquesta.
”Eight Below”, va a ser un score del que se va a hablar mucho en las próximas fechas.
Walt Disney Records ha echado el resto en una edición discográfica de una hora de duración, cien por cien disfrutable.
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