Pablo Nieto
Lee Tamahori dirige esta correcta película de aventuras, protagonizada por Alec Baldwin, Anthony Hopkins y Elle MacPherson. La trama, nos presenta a un viejo multimillonario que viaja a Alaska con su joven y caprichosa esposa para disfrutar de los hermosos parajes, sin saber que detrás del idílico viaje hay un plan para acabar con su vida, ideado por su mujer y su mano derecha en los negocios (Baldwin).
El guión y los personajes son predecibles y en parte poco creíbles, pero que más da. La película tiene suficientes alicientes como para olvidarte de algo supuestamente tan importante. Por un lado, los maravillosos paisajes de Alaska fabulosamente fotografiados. Por otro, el estupendo tempo narrativo de las secuencias de acción con el Oso (el cuarto protagonista de la película, sin duda). Y por supuesto, la genial partitura de Jerry Goldsmith.
Un trabajo que hace de la sencillez una virtud. Y es que Goldsmith, construye la partitura en torno a un fabuloso tema central. Épico, evocador y aventurero. Perfectamente acoplado a las imágenes, e inteligentemente utilizado en los planos aéreos, para mostrarnos la exhuberancia de las montañas nevadas en cuya inmensidad se integra el avión de los protagonistas. Presentado inicialmente en “Lost in the Wild”, también lo encontraremos en cortes como “The River” o “Rescued”, casi seis minutos de pura inspiración del Maestro californiano utilizados para describir el clímax de la película; y en “The Edge”, con una versión jazzística a piano realmente deliciosa.
El resto de la partitura, nos presenta el lado oscuro de la historia. La lucha por la supervivencia, la revelación de dolorosos secretos, y sobretodo, la odisea de los protagonistas. Así, Goldsmith escribe pasajes descriptivos llenos de tensión y sin concesión para la melodía, y los conjuga con poderosos movimientos orquestales para las secuencias de acción, con especial protagonismo de las percusiones y los metales. Ejemplos de esto lo tenemos en los cortes “The Birds”, “Stalking” o “Deadfall”.
El paso de los años, ha ido convirtiendo poco a poco a ”El Desafío”, en uno de los scores más disfrutables y representativos de la calidad de su creador. Un trabajo donde se dan citas todos los clichés “goldsmithianos”, pero también toda su clase y creatividad temática.
Con este score, Goldsmith cerró un gran año con partituras tan destacables como la patriótica “Air Force One” (con uno de sus temas centrales más poderosos) y "L.A. Confidencial" (todo un homenaje a “La Ley del Silencio” de Leonard Bernstein), y comenzó a sembrar lo que sería la simiente de su última gran obra maestra: “Mulan”.
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