Ignacio Garrido
El nombre de Mark Isham sigue apareciendo en films de muy diversa temática aun habiendo demostrado ampliamente sus limitaciones en algunos géneros y pese a ello, su polivalencia funcional parece seguir convenciendo a los productores y directores de Hollywood que siguen empeñados en ofrecerle trabajos para los que está ciertamente limitado. Si bien su maravilloso lirismo intimista y magistral dominio del jazz lo hacen acreedor de grandes trabajos, nunca ha podido desligarse de esas facetas musicales para crear una gran obra saliendo de los registros que domina. Sin duda su nombre siempre irá unido a ese fascinante new age de su primera época con las maravillosas "Mrs. Soffel" o "Never Cry Wolf" o la melodía sencilla e intimista de sus mejores creaciones: "The Browning Version" y "A River Runs Trough It". No obstante hay algunas partituras (las menos) que se han apartado de esta línea en esos "otros géneros" tan esquivos para Isham y que han destacado por la impronta de su originalidad, la sobriedad de su planteamiento y lo acertado de su aportación musical. "The Getaway" (no editada) en la acción y "Fly Away Home" en la aventura son los dos máximos exponentes de esto.
Este "Miracle" es otro film de temática deportiva de tan el gusto americano y que tan buenos momentos musicales nos han regalado compositores como Jerry Goldsmith ("Hoosiers", "Rudy") o Randy Newman ("The natural"), donde el compositor intenta emocionarnos como hicieron aquellos en sus obras maestras, pero donde su composición queda muy lejos de las cotas de grandeza y sentimiento que tan bien se han sabido plasmar en pantalla en esas ocasiones otros autores y que tantas posibilidades musicales han ofrecido siempre (incluso para compositores menores como William Ross y su magistral creación para "Tin Cup").
Mark Isham recurre a una orquestación y ritmos ya escuchados en la mencionada "Fly Away Home", incluso a melodías muy similares a las oídas allí por momentos. El tema central sin llegar a enganchar del todo al oyente funciona, pero no hace justicia al sentimiento y la historia de superación y victoria que el film muestra. Dividido en cuatro extensas suites divididas a su vez en diversos cortes, el score alterna temas rítmicos (de entrenamiento) con momentos pausados a cargo de trompeta y clarinete solista, sencillos y funcionales, bonitos, pero sin el sentimiento ni la fuerza necesarias. Tan solo en la última suite se consigue la emoción de la que el resto de la composición carece, pero la socorrida percusión y resolución tímbrica de la melodía que aquí se desarrolla queda muy deslucida por una excesivamente pobre orquestación del habitual Ken Kugler. No obstante la resolución de la partitura en sus minutos finales se torna brillante de forma sorprendente, con una polifonía apabullante, un ritmo trepidante y con una última melodía para el torneo final que resulta épica y grandiosa, seguida de una triunfante versión del tema central, ésta sí, cargada de emoción gracias a una orquestación más cuidada y rotunda, lo que nos hace preguntarnos por qué la inspiración de la parte final de la partitura no ha acompañado al compositor durante toda la obra si en todo momento había sido capaz de componer de forma tan magnífica.
Tres canciones acompañan al score, para hacer el disco algo más comercial, pero son del todo prescindibles para los seguidores del compositor, que serán seguramente los únicos interesados en adquirir el disco, pues pese a tener muy buenos momentos en su parte final, el grueso de la banda sonora es más bien funcional y poco interesante. No deja de ser un trabajo atípico de Mark Isham, pero eso no es suficiente para recomendarlo sin las reticencias ya señaladas.
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