Miguel Ángel Ordóñez

Los catastróficos amores entre Helena de Esparta y Paris de Troya, y la consecuente guerra entre griegos y troyanos, han sido la inspiración de varias películas en diferentes épocas. Desgraciadamente, el cine nunca parece haber comprendido la grandeza de la leyenda, y ha convertido lo que es el detonante de la contienda (los amores adúlteros), en eje de la trama.

Italia que fue la cuna del genero épico-pseudo histórico-mitológico, dio al cine su particular visón de la “leyenda de Troya”, produciendo en 1911 “La Caduta di Troia”, que marcaría los tópicos con los que el cine revisionará el tema: rapto de Helena, griegos furiosos, guerras, amores y más amores, duelos, caballo-trampa, incendio, destrucción de la ciudad sitiada y promesa de amor en la eternidad. A esto hay que añadir la escasa fidelidad a los textos clásicos, tanto en el retrato complejo que estos sí hacen de los personajes, como en los hechos narrados.

Troya, Paris y Helena, volverían a ser protagonistas en la satírica “La vida privada de Helena de Troya” (1927), “El rostro que lanzó mil naves” (película que no se llegó a estrenar) y en “La manzana de la discordia” (1953) que reutilizaría elementos de la anterior.

En 1956,en pleno apogeo del cine épico y del Cinemascope, Warner Bros. se lanzaría a la conquista del espectador con “Helen of Troy”. La única incursión de Robert Wise en el genero épico, sigue la estela de sus precedentes y centra la trama en los amores de Helena y Paris mientras que los aspectos mas complejos, épicos y dramáticos de la leyenda quedan desvaídos. Aun así, la película tiene aspectos memorables: un heroico e impresionante Aquiles; un digno enemigo, Héctor, a su altura y una creíble relación amorosa entre este y su esposa; Príamo, lleno de dignidad como rey troyano y padre; la desesperación a la que se entrega Aquiles al conocer la muerte de Patroclo; o la furia y dramatismo que emana la secuencia en que Aquiles arrastra el cuerpo de Héctor.

Las escenas de masas o de duelos, son espectaculares: el repliegue de los ejércitos griegos hacia el mar después de que los troyanos hayan incendiado las torres de asalto, que arden desplomadas, resulta emocionante; el desembarco de los griegos en la costa troyana, descargando maquinarias y víveres, no escatima en extras y anuncia el largo asedio al que esta dispuesto un ejercito poderoso; o la entrada del gigantesco caballo en la ciudad a son de los potentes obstinatos de la música de Max Steiner. Lástima tanto e increíble amor...

Con más de una veintena de años de experiencia en su haber, Steiner se embarca en este proyecto en plena etapa de madurez compositiva. Situada entre “Más allá de la lágrimas”, “La última orden” y “Centauros del desierto” y en una época donde la influencia de la televisión ha conllevado el surgimiento de nuevas vías de expresión musical, pendientes más de reflejar los aspectos ocultos del ser humano, de mostrar los dobles ambajes del subconsciente, revolucionando la composición cinematográfica con abanderados como North y Bernstein, el compositor de “Lo que el viento se llevó” se obstina en mantenerse fiel a sus constantes, en componer según los cánones de los 40, con un acercamiento más descriptivo de la acción en detrimento de una concepción más sutil de las situaciones.

"Helen of Troy" se puede considerar un trabajo digno, de indudable interés especialmente en el uso de dos melodías magníficas, donde Steiner muestra su capacidad para componer delicadas piezas sinfónicas de gran prestancia, y con una cohorte de motivos secundarios, vívidos ejemplos del conocimiento exhaustivo del contrapunto y de gran color orquestal, pero en su conjunto la obra adolece de cierta simplicidad, de ser un trabajo sin aristas, de un acercamiento en exceso descriptivo de la acción lo que provoca una escucha que cae en la monotonía (a pesar de su diversidad) y en un cierto esquematismo que rebela repetición de modos y maneras. Un claro ejemplo de esta apreciación es la reutilización de Steiner durante la escena de la batalla final de un tema de acción que recuerda los planteamientos de su score para “Murieron con las botas puestas”, donde cambiando meramente la orquestación nos encontramos en lugar del asalto al último reducto del General Custer por parte de los indios, la inevitable caída de los troyanos ante el ejército griego. Tampoco la película contribuye en exceso en aportar doble lectura en la fijación de personajes y situaciones, no deja de ser un mero producto “made in Hollywood”.

Esta edición de la fantasma Mythius, nos ofrece el score completo dividido en dos discos. El primero se centra en la llegada de Paris a Esparta (siendo más o menos fiel a las “Heroidas” de Ovidio), en su apasionado enamoramiento de Helena y en la huida final de los amantes a Troya, finalizando con la llegada a la ciudad del Ponto. El segundo, aborda la llegada de Menelao y su ejército a Troya, las diversas luchas entre Aquiles, Hector, Ayax y Paris, con la posterior caída de Troya, con el famoso engaño urdido con el caballo y la muerte de los héroes una vez que aquél traspasa las puertas de la muralla.

Resulta muy interesante esta división en dos discos, al margen de por indudables razones de espacio, porque ambos suponen la composición de dos trabajos diferenciados, de dos bandas sonoras en una. El disco primero nos introduce los dos temas principales de la partitura. Dos bellísimos temas reunidos en “Overture”: el tema de amor de Paris y Helena con uso de cuerda y lira, y el tema asociado a Paris y a su huida por amor, que solo va a tener una nueva aparición en el corte “Paris and Helen Sail for Troy”, donde Steiner realiza un espléndido ejercicio contrapuntístico entre cuerda, metal y flauta. En este primer disco nos encontramos con una serie de temas descriptivos (metales cuando amenaza tormenta, pizzicatos en la huida de Paris del palacio...), varias piezas diegéticas con uso de orquestación exótica para situar la acción y los temas centrales de los personajes. La orquestación es dominada por un uso intensivo de cuerda, metales (que bien escenifican la opulencia de Esparta o presagian la trágica sucesión de acontecimientos por venir), más uso de vibráfono, campanillas, platillos y especialmente liras que aportan un rotundo sonido que el compositor asocia a la vida de los espartanos y su apego al mar, convirtiéndose en un instrumento cuya presencia va a ser muy importante en esta primera parte del score.

El segundo disco afronta, casi en exclusividad, la parte de acción de la historia, que sirve a Steiner para crear poderosos temas donde da rienda suelta al uso de metales y de percusión. Auténtico tour de force por momentos, el tema de amor solo puede ser oído brevemente en el interludio “Helen and Paris Beside the Pool”, quedando lastrada el resto de la partitura por reiteración de cortes que describen la guerra entre aqueos y troyanos. De estos, destacan especialmente dos: “Prelude to Battle”, donde tras fanfarrias y un tratamiento opresivo del metal, (la maquinaria de la guerra se pone en funcionamiento), crea Steiner una marcha bombástica, agreste, que se acerca a las famosas marcias romanas de películas históricas de Rozsa o Newman; y “The Wooden Horse”, donde el esquema monótono de la acción sufre un agradecido paréntesis para dar paso a un brioso tema con sorprendente uso de mandolina, pizzicattos en la cuerda y progresión de metales. Oasis en un desierto donde el score continua por derroteros de violencia orquestal, de rápidos ostinatos, ritmos sesgados, acción en conjunto muy descriptiva donde la percusión ejerce de poderoso contrapunto.