Ignacio Garrido
La carrera de Gabriel Yared parecía haberse estancado ligeramente en el mercado internacional tras el affaire "Troya" por todos conocido. Pese a títulos de la solidez de "La Vida de los Otros" o "Azur et Asmar", su ritmo de trabajo había venido bajando enteros durante los últimos años. Ni siquiera el moderado éxito allende los mares de la interesante "1408", consiguió auparle de nuevo al consolidado puesto que poseía a finales de los noventa como uno de los mejores compositores de cine en activo, título que en realidad nunca ha dejado de poseer moralmente.
"Amelia", con serias opciones a los próximos Oscar de la mano de Varese y "Coco & Igor" por cortesía de la compañía Naive, son sus aportaciones discográficas a tener en cuenta durante la recta final de este mediocre 2009, con las que el libanés parece retomar el pulso de una trayectoria intachable.
"Le Hérisson" vuelve a demostrarnos la veracidad de dicha afirmación, completando un trabajo menor dentro de su filmografía, pero que rebosa la elegancia y el saber hacer de un músico pleno que se aventura en pequeñas historias con el mismo aplomo y seguridad que en grandes superproducciones demandantes de las habituales hechuras sinfónicas.
Así pues, el disco editado de forma pulcra por la filial europea de Varese, Colosseum, se inicia con el tema "Madame Michel", una bellísima melodía para chelo de corte clasicista y elegíaco, desarrollada con acompañamiento de orquesta y sutil piano, que volverá a surgir a lo largo del score en exquisitas variaciones como "L´Archétype de la Concierge". A continuación, "Mademoiselle Paloma" brinda el complemento menos melancólico al tema previo, con uno nuevo más optimista y de raíces cuasi jazzísticas, con la predominancia total del piano sobre el mismo. Ciertos ecos al desarrollo de inspiración minimalista cercanos al Desplat coetáneo, pueden adivinársele a más de uno al escuchar esta pieza, que también tiene la fortuna de verse revisitada en más de una ocasión a lo largo de la obra: "Poursuivre les Étoiles", "Chocolat Noir".
Momentos más ligeros - e impersonales - con resonancias a un indeterminado pero innegable temp-track de Thomas Newman, aparecen en la rítmica percusiva de "Dans 165 Jours" y en la quietud expositiva del piano y los efectos electrónicos de "Champagne et Psychanalyse". Pasajes que lamentablemente hacen decrecer las virtudes del conjunto y que por comparativa evidencian donde está el Yared auténtico y donde el que ha tenido que resignarse a subir al tren de las exigencias laborales imperantes. El primero brilla por sí solo en instantes como "Kakuro San", de radiante orquestación, "Bordeaux Menthe", con una desarmante sensibilidad camerística e incluso durante el elegante jazz de "Du Sel Dans les Clémentines" y "Abstiens-toi". El segundo pierde, por lógica, terreno en pistas como "La Bonne Cachette" (pese a los esfuerzos por sugerir ideas propias a los teclados), "Je n´ai Pas Peur" o la reiteración de las sempiternas atmósferas contemplativas existencialistas, de nuevo, del Newman de "American Beauty" en "Le Poison Rouge".
En cualquier caso, si algo hay que agradecerle a Yared, es su perenne capacidad para crear música. Sí, al servicio siempre de una historia y sí, con un fundamento narrativo que la conduce por los caminos cinematográficos que nos gustan y también desgraciadamente por los lugares comunes de las trabas artísticas, pero sobre todo y ante todo música. Quizás el mejor ejemplo de esto sea la pista final "Le Cartable et L´Aspirateur", en la que fusiona y hace interactuar los dos temas centrales con una sinergia maravillosa. Pero no sólo eso, también es inmutable (y a decir verdad lo que más disfrutamos algunos) en su música, el sello inconfundible de un autor con personalidad propia, capaz de una composición dramáticamente autónoma y de estilo inmediatamente reconocible. Son muy importantes atributos para dejar indiferente al oyente en los tiempos que corren si se obvian los defectos mencionados.
26-noviembre-2009
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