Pablo Nieto
No creo ser el único que echa de menos a ese Mark Isham creador de sonidos urbanos y cosmopolitas, de atmósferas tenues y densas. Un compositor capaz de elaborar un jazz sugerente y envolvente articulado sobre los solos de la inspiración de su trompeta, pero a la vez, demostrando un talento inusual para el lirismo rural y el sinfonismo post-coplandiano, el Isham de “Afterglow”, “Fly Away Home” o “El Río de la Vida”. El de hoy en día se ha vuelto un músico rudimentario y conformista con una industria en la que se reclaman ambientadores musicales, especialistas en ruidosos (y baratos) fx, en detrimento de compositores que sean capaces de enturbiar la visión videoclipera del director de turno.
El nuevo siglo no le ha sentado nada bien al neoyorkino y salvando las excepciones de sus brillantes aproximaciones al “noir cinema” con “La Dalia Negra” (2006) y al sonido de “Las Vegas” en “The Cooler” (2003), el resto de los cerca de 40 scores que ha firmado en diez años, merecen poco o nada de atención del aficionado. Cuarenta oportunidades de explorar nuevas posibilidades musicales perdidas, incluyendo un film ganador de Oscar a mejor película, “Crash”, para el que elaboró una composición paroxista donde dio cuerpo a ese nuevo estilo de estridencias electrónicas, tan impersonal como el de cualquier joven recién llegado a la industria, que a la postre se ha erigido como su “nueva marca de fábrica”.
Dirigida por el debutante Gavin O´Connor, “Cuestión de Honor” se reafirma como uno de los films denuncia de la corrupción policial más notable de los últimos años, por encima de la mística “We Own the night” de James Foley, y más cercana de la genial “Infiltrados” de Scorsese. Co-escrita por Joe Carnahan, parte del asesinato de cuatro policías de la ciudad de Nueva York. El hecho provoca que el jefe de detectives de Manhattan, un renacido Jon Voight, le pida a su hijo (Edward Norton) que se haga cargo de la investigación. Este se adentrará en indagaciones muy comprometidas, porque los policías muertos estuvieron bajo las órdenes de su hermano (Noah Emmerich) y fueron compañeros de su cuñado (Colin Farrell). A medida que éste profundice en el caso, se verá obligado a elegir entre la lealtad a su familia o al Departamento.
Con los antecedentes de Isham, nada de lo encontrado en este score sorprende. Y es precisamente esa falta de emoción, esa previsibilidad en cuanto a la propuesta la que debemos criticar. “Pride and Glory” es un trabajo predecible y aburrido, donde se nos apabulla con un insulso ejercicio de loops electrónicos ambientales, presentados casi sin alteración en los tres primeros cortes del disco: “Burning Car”, “Hospital” y “Escape”. La tendencia tiene visos de cambiar con “Frank and Abby”, donde el compositor parece querer aportar algo de sentimentalismo a la historia a través de una guitarra acústica y una sencilla base de cuerdas, repitiendo esquema en “Family” y “Funeral”. Sin embargo, este pequeño oasis queda diluido sin solución de continuidad en agobiantes pasajes como los de “Protest”, “Suicide”, “Jimmy Rats”, “Santiago” o “Execution”, todos ellos cortados por el mismo patrón y apenas diferenciables entre sí, lo cual no sólo cuestiona la duración de la edición (más de 50 minutos), sino el mero interés de la música alejada de su corsé fílmico.
Sin duda, estamos ante otro auténtico fiasco de Isham. Lo peor es que eso ni es noticia ni sorprende, quizás porque tenemos asumido que esta nueva vuelta de tuerca al “no emotional music” contribuye a que le sigan lloviendo proyectos en Hollywood. La nula capacidad artística que destilan sus últimos trabajos le han reportado un mayor éxito en la industria, por el simple hecho de crear colchones y atmósferas incapaces por si solas de modificar un ápice el sentido de sus lineales tramas. Por increíble que resulte, eso hoy día tiene premio. Se recompensa a un músico por no ejercer de músico. Aunque a un nivel personal, el compositor salga fortalecido del nuevo rumbo adoptado en su carrera, el desinterés y la apatía hacia su obra por parte de la comunidad musical, no cabe duda, que seguirá in crescendo.
9-marzo-2009
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