José-Vidal Rodriguez
Frederic Talgorn es uno de esos compositores miembros de pleno derecho del llamado club de los underrated, o músicos tradicionalmente infravalorados del panorama de Hollywood, Pese a llevar casi 20 años componiendo música para el celuloide, sus trabajos se han reducido básicamente a producciones de serie B y encargos televisivos en los que, no obstante, de una u otra forma siempre ha aflorado un eficaz compositor galo con una concepción muy americana de la música de cine. Además, Talgorn es de esa extraña raza de músicos de cine que consigue vencer las barreras presupuestarias de las producciones para las que usualmente trabaja, logrando que sus scores rezumen un notable empaque orquestal y consiguiendo así dotar a sus películas de un impecable acabado cercano al de una auténtica gran producción.
Todas estas características pueden perfectamente aplicarse a la obra que nos ocupa, “Fortress”, película futurista dirigida por Stuart Gordon, y que supuso una de las primeras (y a la postre últimas) incursiones en el cine “de grandes estudios” del realizador de la recordada “Re-Animator”. Protagonizada por ese conato de actor llamado Christopher Lambert, la cinta nos sitúa en un apocalíptico Estados Unidos del año 2017, en el que la escasez de recursos naturales obliga al Gobierno a endurecer el control de natalidad, prohibiendo a toda pareja la concepción de más de un hijo, so pena de automática condena a reclusión en la temible fortaleza-prisión regida por el tétrico director Poe (Kurtwood Smith). Precisamente de este colosal complejo, intentarán por todos los medios escapar los protagonistas, futuros padres de su segundo hijo.
Partiendo de estas premisas argumentales, la partitura de Talgorn se mueve entre dos aspectos fundamentales de la historia: la claustrofóbica y reflexiva situación de los personajes, recluidos en un recinto inexpugnable, y tiranizados por el director de la prisión; y sus desesperados intentos por escapar de la fortaleza, aderezado todo ello con los constantes momentos de acción y tensión vividos en el interior de la misma.
Lo primero que sorprende al atender a los créditos del CD es que Talgorn se ocupa de prácticamente todos los apartados de creación del score. Compone, dirige, produce el promo junto con Douglass Fake y además es el orquestador de la propia partitura, circunstancias que demuestran la sólida formación musical del compositor de Toulouse.
En lo referente a la partitura en sí, el primer tema “Prelude and Pursuit”, nos da una pista de por qué derroteros se va a mover la música, presentándonos un efectivo tema central de corte marcial y densa orquestación, de tono oscuro y sin concesiones épicas. En el último minuto y medio de pista, escuchamos un potente arranque orquestal que sirve de acompañamiento a las escenas de acción que abren la película, con la captura de la pareja protagonista después de una intensa persecución.
“Forbidden Dream” arranca con las notas del tema principal, esta vez en una delicada versión de cuerdas, para acto seguido tornar en disonancia y ruido orquestal ciertamente arduo y dificilmente digerible. Afortunadamente, Talgorn finaliza con una sencilla y envolvente melodía que, a falta de un tema de amor claramente identificable, será la puntual frase que dote a la partitura de una agradecida calidez.
El siguiente corte, “Descent to Fortress”, es un tema espléndido por su opresivo acabado, así como por la lograda sensación de claustrofobia que despierta en el oyente. Es interesante el dramatismo que Talgorn consigue con las cuerdas en su parte final, y resulta meritorio que, sin recurrir en ningún momento a sonidos electrónicos tan habituales en este tipo de registros, el autor logre unos interesantes efectos sonoros que acentúan la ansiedad vivida por los protagonistas al pisar por primera vez la "Fortaleza", experimentando la inevitable sensación de reclusión que les acompañará a partir de entonces.
La cuarta pista del CD nos depara la mejor pieza del score y sin duda una de las joyas en la carrera de Frederic Talgorn. Me refiero al tema “Kick Fight”, uno de esos tours de force orquestales que tanto gustan al músico galo y que, en esta ocasión, le acercan aún más a concepciones musicales norteamericanas como la de Jerry Goldsmith o en menor medida James Newton Howard. Vigorosa pieza sustentada por la percusión, en la que el motivo central se va sugiriendo y desarrollando con fiereza, hasta llegar a un climax triunfal de cuerdas, en el justo instante en el que el protagonista vence en una pelea a muerte dentro de la prisión. No obstante, quizás la parte más interesante y lograda del tema sea aquél diálogo a metales que a modo de marcha se escucha a partir del cuarto minuto.
El corte “Mind Wipe” encadena una serie de pasajes disonantes, con puntuales irrupciones de percusión y metales, para finalizar en un bonito lamento elegiaco, antítesis total del siguiente tema, “Karen”, de carácter mucho más descriptivo y disonante y quizás la pieza menos interesante del disco.
“Remembering The Platoon” podría perfectamente pasar por ser el love theme de la partitura, aun en su aire más nostálgico que romántico, si no fuera porque Talgorn en absoluto asocia este melodía a la pareja protagonista. Al igual que sucede con el corte 2 del compacto, se agradece este intervalo de calma musical después de los intensos temas de acción que lo anteceden.
Llegamos al final del CD y por el título de la pista, “Freedom”, no hay que ser muy hábil para intuir también el final de la película. Un tema en tono triunfal, que recuerda en cierta manera a aquellos magníficos finales que solía componer Goldsmith (a más de uno le vendrá a la memoria el último tema de "Outland", partitura de los 80 que dicho sea de paso, comparte ciertas similitudes con esta). Con él, Talgorn pone broche a esta interesante trabajo, tan difícil de encontrar como tremendamente sugestivo y que sirve para reivindicar una vez más a este fenomenal músico francés.
Destacar por último las opiniones del propio Talgorn sobre este encargo, recogidas en su web oficial: relata que le pareció un proyecto sumamente interesante, pero que pese a que contó con una amplia orquesta sinfónica (la grabación se realizó en Salt Lake City), su interpretación sin embargo no le dejó nada satisfecho. Cierto es que en determinados pasajes se aprecia una cierta debilidad en la sección de metales, pero en modo alguno este defecto resta un ápice de interés a un score digno e indiscutiblemente adecuado para con la trama.
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