Ignacio Garrido
Surgen cuestiones interesantes de dilucidar en torno a la prevalencia de la calidad de la música cinematográfica al valorarla, tanto en cuanto viene referida a un film, en el momento de su escucha aislada. Esto no es más que buscar otra vuelta de tuerca en el sempiterno asunto de la consideración crítica de las bandas sonoras. ¿A que parámetros deberíamos atenernos como aclaratorios en el tema del origen fílmico de la música que oímos en disco?. ¿Es la imagen tan solo el punto de partida de una manifestación artística independiente y en muchos casos superior a la que la origina o su intrínseca interrelación primigenia la une "per se" a aquella afectándola de sus carencias, limitaciones o errores?. ¿Deberíamos concederles a los casos donde la composición brilla por sí sola, la libertad de ser considerada como algo - mucho incluso - más que la creación asociada a una cinta y por ello apreciarla de forma absolutamente autónoma?.
Creo que será opinión generalizada de todo aficionado el tener en cuenta estas y subsiguientes disquisiciones sobre la materia que nos ocupa, cuando nos encontremos ante trabajos tan exquisitos y fulminantes como "Scorpio" del enorme Jerry Fielding. Es precisamente cuando la solidez de la pluma de un creador de esta talla (no voy a poder ocultar durante mucho tiempo el enorme respeto y admiración que me supone la firma de este genio malogrado), nos entrega una obra milimétrica, precisa, la ilustración de una historia que le inspira y motiva a recrear musicalmente un homólogo que supera en calidad la trama de la que parte. Llegados a este punto es donde comienzan a abordarme las mencionadas dudas del análisis discográfico.
No creo en modo alguno - si en realidad lo que nos gusta es la música - que lo que nos empuje a la adquisición de un cd sea la rememoración de un acompañamiento de imágenes, en muchas de las ocasiones, insuficientes, planas, reiterativas o ya antes vistas. De hecho, lo último (o seguro que una de las últimas cosas) que un servidor contempla a la hora de disfrutar de la música causada por un film es, precisamente, las excelencias de su acompañamiento, o expresado de otro modo, lo bien que quedaba la partitura en el mismo, pues para evocar ese sentimiento habremos de acudir a la propia película y a la fusión que causa dicha sensación. Sea como fuere lo que uno disfrutará en dicho caso no será la calidad de la composición, sino el oficio de complementación audiovisual intermedio hasta su edición, entendiendo que como tal, el viaje de un trabajo cinematográfico que acaba editándose en cd, finaliza en la escucha que de él hagamos. Posteriores consideraciones que tomen por ésta la apreciación fundamental del contenido sonoro, habrán perdido de antemano bastante de la batalla que creadores como Fielding han ganado con el paso del tiempo en trabajos tan excepcionales como "Scorpio".
En dicho largometraje la música opera como ejercicio generador de tensión a la par que viaje colorista y romántico, pero trasciende al mismo por su maestría a la hora de conseguir despertar un auténtico interés en su narración musical y en la progresión emocional conseguida a través de la misma, evitando los clichés formulistas y socavando con despiadada firmeza e inmediatez la fragilidad auditiva del interesado en melodías retentivas, ampulosas orquestaciones o la extenuación sinfónica tan patética y desesperadamente necesitada por muchos. Jerry Fielding escupe a la cara (o más bien al oído) del impaciente, pero como compensación premia, seguramente sin buscarlo, al paladar atento, al gourmet sutil que es capaz de saborear y apreciar los profundos matices y registros a los que consigue llegar en relación con una historia en el fondo poco interesante.
Editada anteriormente con algo menos de veinte minutos de duración que la ahora comentada, primero en uno de los lps de Elmer Bernstein y su serie Film Music Collection y después dentro del segundo volumen de las míticas ediciones de Bay Cities dedicadas al compositor, junto a muchos de sus grandes trabajos que ahora están viendo la luz vía Intrada de forma completa como "Chato´s Land", "Lawman" o "The Nightcomers" (bajo ningún género de dudas una de las grandes obras maestras del compositor), "Scorpio" se enmarca en ese tipo de creaciones ricas, variadas, eclécticas, inspiradas, repletas de aristas y recovecos fascinantes, donde el lirismo más intimista y delicado se da la mano con la violencia más seca y lacerante.
Una obertura de imponente belleza, con tintes localistas y cierto halo trágico, "Main Title", da paso a brillantes fragmentos de suspense, donde el compositor se vuelca en la creación de una atmósfera tensa y sostenida en pistas como "Target Zim", "Two Ways to Walk" o "Zharkov Wags His Tail", en las que demuestra un infinita inventiva a la hora de plasmar intranquilidad y una abigarrante sensación de amenaza. Al mismo tiempo la partitura se vuelca en la subtrama romántica y en el drama interno de los personajes, como así se aprecia en cortes como "I Have to Go Deep" (bellísimo tema de amor) o "Reflections of Cathood", excelentes muestrarios de ambos registros. Momentos desarmantes como la marcheta revolucionaria española de "Un Día de Julio", "Susan´s Apartment" (un hermoso vals de cualidad diegética) o los inclasificables "The Imperial Vaults" (con una primera mitad que es puro Fielding por su empleo del viento y la cuerda, así como por su estallido de metales y percusión, que sutilmente se transforma en un clasicista "tour de force" diegético) y "Boiler room" (misterio transfigurado en cliché setentero que se cierra con una desoladora variación del tema central), ofrecen colorido y variedad orquestal mientras la trama de espionaje se va complicando.
Así, cada nuevo fragmento incidental progresa sinuosamente desde la melancolía inicial de "Reflections of Cathood", hacia ambientes más sorprendentes y malsanos como "The Big Wheel" (que acaricia la marcha rusa, la aproximación circense o el scherzo) o "In the Greenhouse", que imperceptiblemente se convierte en un brutal pasaje de acción donde destacan los inconfundibles ritmos percusivos del norteamericano. De este modo se alcanza el momento culminante del score con "Into the Underground", un excelso pasaje de acción de siete minutos, en el que toda la potencia y capacidad de espectáculo polifónico y polirrítmico de Fielding se desatan, configurando una de esas prodigiosas "set pieces" (con el legendario "Assault on the Train and Escape" de "The Wild Bunch" en la memoria) que hará las delicias del melómano de qualité.
El último tercio del cd, deviene en la sublimación de los conceptos expuestos con anterioridad, destacando el soberbio "Zharkov Bites His Tail" (prácticamente un mini concierto para piano y orquesta), el citado "Boiler Room", un breve pero excepcional instante de acción con "Miff dives" (resulta increíble lo que músicos con talento son capaces de hacer en menos de un minuto) y el último corte del disco, "All Fall Down", brillante broche de oro, donde la capacidad de síntesis y la resolución de la trama se recapitulan de forma descorazonadora. Ni que decir tiene que la música no sólo acompaña magistralmente a la cinta, sino que la supera ampliamente en detallismo y sutileza. Jerry Fielding ejemplifica en "Scorpio" (y por que no decirlo, en el grueso de su carrera) con el carácter de su rúbrica, el más alto nivel de compromiso al que un autor insobornable es capaz de llegar.
Cuando recordamos la partitura de un film, solemos apreciar si era buena o mala, esto es valorar la calidad del recuerdo que de ella poseemos, lo mucho o poco que nos gustó al escucharla dentro la película como impreciso vehículo de motivación para su compra en disco. Pocas veces debiéramos recurrir a una excusa tan pobre y vacua como lo estupendamente bien que funcionaba una composición dentro de sus imágenes para adquirirla fuera de ellas en cd (menos todavía si la música es mediocre o simplemente mala), ya que en el cine el noventa por ciento de los casos funcionan estupendamente bien. Debería ser la calidad de ese recuerdo sonoro lo que nos mueva a ser aficionados a la banda sonora. Con el responsable de "The Outlaw Josey Wales" pocas veces tendremos dudas a este respecto, tanto dentro como fuera de la pantalla su pulcritud resulta inmaculada.
"Scorpio", con sus mil quinientas unidades agotadas en el mismo día de su salida al mercado, va sin duda dirigida a un tipo de oyente que probablemente no necesite de palabras como estas que la recomienden, pues a buen seguro ya poseerá esta obra dado que su calidad resulta indiscutible. Esto, claro, si es que fue lo bastante rápido en el momento de su anuncio como para no arriesgar a quedarse sin otra pequeña joya de Jerry Fielding recuperada del olvido. Un procedimiento - el ser la tarjeta más rápida, se sobreentiende - que comienza a ser en exceso (si es que no lo es ya bastante) molesto y preocupante.
18-agosto-2008
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