Ignacio Garrido
En cuestiones artísticas se imponen ocasionalmente ciertas verdades, no del todo indudables dicho sea de paso o al menos no del todo completas, con las que podemos acometer afirmaciones como la que describe el último trabajo editado en disco del maestro José Nieto: la experiencia es un grado. En el caso del compositor español, la afirmación sí se ratifica como auténtica por sí sola, pues su grado se encuentra a la altura de su experiencia y hasta en la más discreta de sus aportaciones es capaz de sorprender con la firmeza y soltura de un trazo preciso, de un saber hacer único en el panorama nacional, al que Nieto lleva entregando más de tres décadas una música cinematográfica enorme, de calidad y contenido - por norma - muy superior a la exigida por las imágenes a las que acompaña.
Su relación de trabajo con Vicente Aranda es, o debería ser, de sobra conocida por el aficionado, pues se encuentra entre las más importantes y duraderas entre un músico y un director dentro de nuestras fronteras. Una matrimonio bien avenido que ya dura casi 30 años, del que han nacido hijos tan lustrosos y envidiables como "Amantes", "La pasión turca", "Libertarias" o "Carmen", trabajos que se cuentan entre lo más granado de la banda sonora española contemporánea, destacando por encima de todas para el que esto suscribe, "Juana la Loca", una partitura tan rica, compleja y excepcional, que un servidor no duda en contarla entre las mejores composiciones del cine español en toda su historia.
Tras la lamentable ausencia discográfica de "Tirante el Blanco", previo trabajo con Aranda y único inédito en cd de los últimos pertenecientes a tan fructífera unión, apareció con algo de retraso y escasa repercusión "Canciones de amor en Lolita´s Club", un trabajo que en absoluto desmerece la continuidad de anteriores esfuerzos. No obstante la propia temática de la historia y su marco fílmico reducen en gran medida la fuerza de su propuesta de cara a los tiempos del estruendo sonoro que tanto se demanda en el medio y se ansía por parte de los interesados discográficos. Esto no debe llevarnos a engaño, la última partitura de José Nieto resulta tan estimulante en sus escuetas y sobrias propuestas que supera ampliamente muchos de los trabajos de jóvenes coetáneos, autores a los que todavía les queda bastante para alcanzarle.
A caballo entre el thriller y el drama, el film desgrana la historia de dos hermanos opuestos por completo y su cruce de destinos en un burdel donde una prostituta jugará un papel decisivo en sus vidas. Sin mayor interés en la trama que la sugerencia musical que le propicia a Nieto su singular aproximación sonora, el film se apoya tímidamente en una partitura tan ajustada como acertada en planteamientos. Partiendo de un sencillo tema inicial melódico y de cierto halo herrmaniano, el corte "Títulos" desarrolla a partir de cuatro notas, una melodía delicada para arpa y flauta, seguida de un breve fragmento rítmico y percusivo, "Viaje", que apunta una sugerente variación del tema central. Su continuación estilística en "Pesadilla", presenta uno de los elementos más atractivos de la composición, una inusual y agresiva orquestación que tapiza la atonalidad de su armazón armónico con el didjeridoo o el bajo eléctrico, así como con chirriantes violas, dando por resultado una sonoridad fascinante y arriesgada que prueba el genio de Nieto, capaz de ser más audaz y creativo que el grueso de sus coetáneos. "Raúl", "Los dos hermanos" y "Recuerdos" continuarán esta línea compositiva para deleite del oyente atento y curioso.
El tema central, como complemento a este elemento musical, se desarrollará en pistas como "En casa" o "Valentín", mientras que el suspiro romántico entremezclado con sus retentivas notas lo podemos encontrar en el corte "El dormitorio de Milena", quizás el más agradecido de la audición a la par que el segundo más extenso, pese a sus escasos dos minutos y medio. Y quizás éste sea uno de los elementos que jueguen algo en contra de la edición discográfica, pues la gran mayoría de los pasajes son demasiado breves pese a su brillantez e inmediatez musical. Si sumamos esto a los escasos veinte minutos de duración y la confusa enumeración de las pistas incidentales (entre las que se cuela justo antes del final una de las canciones de Paco Ortega - autor de la música / canciones adicionales - trastocando ligeramente la concepción y desarrollo del discurso musical) tras la agrupación de las canciones del film, el conjunto denota una evidente debilidad.
No obstante, la belleza de las violas en "La trampa", la tensión contenida de "La muerte" o la exquisita variación de "Viaje 2" (con reminiscencias a la estupenda "Días Contados"), hasta llegar al corte "Dormitorio de Milena (Final)", donde el lirismo y la placidez romántica se fusionan con la mejor aparición del tema central a modo de exquisita variación de la pista anterior de mismo título, ejemplifican el soberbio estado de forma de uno de los autores españoles en activo más importantes y capaces. Esperemos que lo siga estando durante mucho más tiempo.
18-julio-2008
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