Miguel Ángel Ordóñez
Fábulas moralistas repletas de poesía que abogan por una interacción con la naturaleza. En ocasiones, particulares road moavies animadas de redescubrimiento personal, donde la felicidad como meta solo se alcanza a través del amor, la humildad y la entrega, tras una lucha sin cuartel de preguntas sin respuesta, en un mundo mágico de diablos solitarios en busca de amor y de heroínas samaritanas dispuestas a entregarlo. Diablos y brujas que representan lo peor del ser humano, los siete pecados capitales donde la codicia es la base central y donde las apariencias engañan, pues una suave línea separa el mal del bien con unos personajes malvados siempre dispuestos a cruzarla. Todo ello forma el universo imaginario del gran genio de la animación nipón Hayao Miyazaki.
Por primera vez desde "Kiki´s Delivery Service", éste se enfrenta a la aparente labor de trasladar una novela, escrita en este caso por Diana Wynne Jones, a la pantalla. Pero su particular universo creativo acaba desarrollándose a sus anchas en “Howl´s Moving Castle”, pues partiendo solo de la base literaria se adentra en temas recurrentes a lo largo de su filmografía. Como una evolución del personaje de Chihiro, Miyazaki presenta en este film a Sophie, una sombrerera de dieciocho años que ve como un día el hechizo de la malvada bruja Arechi la convierte en una anciana. A la búsqueda de la ruptura del hechizo encuentra el Castillo móvil de Howl, un joven mago que trasmuta su agradable presencia en águila cuando lucha por poner fin a una guerra sostenida por dos reinos vecinos bajo la supervisión de la hechicera Madame Saliman, antigua maestra de Howl. Con Howl en su castillo conviven su joven aprendiz Markl, un diablo de fuego, Calcifer, cuya existencia se encuentra ligada de manera extraña a la existencia del mago y un inesperado compañero de viaje, un espantapájaros, que decide unirse a la protagonista en la búsqueda de una solución a una cadena de maleficios que recae sobre todos ellos.
Joe Hisaishi repite de nuevo junto a Miyazaki, en la ya considerada una de las mejores relaciones cinematográficas de las últimas décadas. "Nausicaa", "Porco Rosso", "Laputa", "Kiki´s Delivery Service", "La Princesa Mononoke" y "El viaje de Chihiro" así lo atestiguan. Hisaishi ha sabido rodear de impecables notas la imaginación desbordada de Miyazaki, fusionando electrónica y gran masa orquestal con habilidad prodigiosa. La evolución en dicha relación ha llevado a que las últimas obras de este genio musical se vayan desligando de su atadura electrónica para adentrarse por completo en el clasicismo orquestal. "Howl´s Moving Castle" supone el fin de ese proceso. Si en "El viaje de Chihiro" se observaban muy breves y puntuales apuntes electrónicos, en este film la orquesta se apodera en su totalidad del viaje iniciado por Sophie.
Un aire de clasicismo añejo impregna el score desde la aparición del tema básico de ocho notas asociadas a Sophie y presentadas al piano en la escena inicial en la sombrerería (“Opening-Jinsey No Merry-Go-Round”). El tema ahonda en la inocencia y la solitaria existencia de la protagonista, evolucionando, en un maravilloso vals que irrumpe en escena cuando Sophie entra en contacto por primera vez con Howl, sobrevolando los tejados de Kingsberry (“Kuchu Sanpo”) y en una romantizada versión, “Hanazono”, muestra de la elegante conjunción del viento y la cuerda que acostumbra a utilizar Hisaishi.
Junto a este tema omnipresente a lo largo de la partitura, encontramos el asociado a la dualidad mágica de Howl. Expuesto por primera vez, con dulce empleo de la flauta, cuando Sophie descubre la maldición de su amado (“Himitsu no dokutsu”), obtiene su rendición con solo de trompeta en la escena donde la protagonista descubre el contrato que une a Howl y Calcifer, escena de prodigioso efecto visual y de mejor acompañamiento musical, convirtiéndose este noble tema en el mejor de la edición, gracias a su sentido armónico que oscila entre la ternura y el romanticismo con prodigioso empleo de instrumentos solistas que se van sumando en un preciosista diálogo contrapuntístico (“Hoshi wo nonda shonen”).
Al margen de esta sólida base temática, el score se mueve por terrenos algo más imprecisos en el reflejo de los personajes secundarios. Arechi, la bruja que maldice a Sophie, posee un breve tema que incide en el aspecto malvado de sus acciones (“Areti no majo”) pero que no evoluciona en la segunda parte del film cuando el personaje se sitúa en la línea divisoria que separa el bien del mal. El encuentro con Markl y Calcifer, tampoco refleja las actitudes de ambos sino que centra sus esfuerzos en empleo delicado de viento y pizzicatos a la cuerda para acompañar las escenas costumbristas del castillo (“Maho no tobira”, “Kienai noroi”). En esa búsqueda por reflejar situaciones, que no caracteres, sin embargo la huida de Howl y Sophie del palacio y la persecución de la inocente en apariencia Saliman, se convierte en otro ejercicio espléndido de imaginativa destreza musical con breve empleo de coros y vibrante contrapunto de percusión sobre scherzo en la cuerda (“Saliman no mahoujin siro heno kikan”).
"Howl´s Moving Castle" no tiene la fuerza épica de "La princesa Mononoke" o "Nausicaa", ni la dulzura musical que acompaña a "El Viaje de Chihiro", pero la poesía y la pasión de Hisaishi están más presentes que nunca en el deambular de estos personajes de Miyazaki, logrando donde el realizador flojea en sus débiles propuestas (el trasfondo bélico y su arbitrario final) los momentos más apasionados de este viaje musical a la madurez.
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