Ignacio Garrido
La adaptación argumental y estilística que cierto sector del cine español viene mostrando de un tiempo a esta parte, comulga no sólo con las modas hollywoodienses que imponen tendencias y dictan los éxitos de taquilla, también opera como oxigenación y dignificación del talento patrio, en el que cruzando fronteras (Fresnadillo, De La Iglesia) o permaneciendo dentro de las mismas (Vigalondo o F. Javier Gutierrez, responsable de la dirección del film que nos ocupa "3 Días"), se demuestra la palpable capacidad - habitualmente extranjera - de crear un estímulo audiovisual moderno y, pese a la prevalencia del cliché en el mismo, perfectamente equiparable al de los grandes proyectos americanos.
Compañero habitual en las producciones de Antonio Banderas desde el debut de éste en labores de dirección (su primer film, "Locos en Alabama", contó con una partitura temporal del músico previa al estupendo trabajo definitivo - por motivos contractuales - de Mark Snow), Antonio Meliveo es uno de esos compositores españoles con gancho y muchas posibilidades de encontrar proyección, en un futuro ojalá cercano, si la suerte le acompaña como ha sucedido con Iglesias, Baños o Navarrete. El salto a la popularidad dentro del medio le llegó con la cinta de Benito Zambrano, "Solas", con la que comenzó a encadenar obras francamente interesantes como "Plenilunio" o "Fugitivas", hasta llegar a la excelente "El camino de los ingleses".
Quizás el gran acierto y logro de su partitura para "3 Días", es que consigue una personalidad musical propia, lo cual es decir mucho dados los tiempos que corren dentro de la industria. Esto se debe a una inteligente orquestación - en ocasiones cercana a lo localista gracias a un desdibujado cariz andaluz - que se basa en una reducida, ecléctica paleta cromática de gran expresividad y fuerza plástica. Del mismo modo, la composición se encuentra exenta casi por completo del arropamiento melódico, lo cual ayuda enormemente al film a la hora de transmitir esa agónica desesperación en su contante huida a contrarreloj, dejando así al oyente sin los habituales asideros emocionales que la música suele proporcionar en este sentido. A esto ayuda el que Meliveo desnude por completo la sección de cuerda en sus intervenciones, dejándola aparecer muy ocasionalmente en forma de cuarteto. Curiosamente la ejecución más destacada del mismo, dará por resultado el mejor corte del disco, "La duda de Ale", un extenso pasaje de suspense sincopado que bien podría venir firmado por un inspirado Marco Beltrami.
Igualmente, el viento se limitará a aparecer de forma solista intermitente, mientras la percusión y los efectos acústicos conformarán el grueso de la composición, como así se demuestra en el tema que hace las veces de central de la historia abriendo y cerrando el score; "El último visitante", un fragmento agresivo y evocador que anuncia todo el desasosiego y desconcierto ininterrumpido que vivirán los personajes de la cinta. Apoyándose en la aridez del esqueleto armónico propuesto, Meliveo entreteje pasajes sucesivamente más alucinógenos como "El ruido del bosque", que contrastará con la urgencia de los instantes de pura acción como el corte que da título al film "3 Días" o el intenso "Hasta el último aliento".
Sin duda, la presencia con mayor peso específico dentro del trabajo, es el apartado electrónico con un arropamiento de sintetizadores, tanto rítmico como ambiental, digno de cualquier discípulo de Remote Control. Si unimos esto a las vocalizaciones agónicas de Nieves Artacho (destacando las pistas "Laguna (II)" y "La cementera") y las sutiles citas al “Dies Irae”, el conjunto consigue elevarse por encima del mero acompañamiento cinematográfico pegado a las imágenes, para propiciar una audición desafiante y muy poco habitual en nuestras pantallas hasta la fecha. Aunque sólo fuese por eso, el riesgo merecería la pena.
No obstante, como experiencia discográfica, "3 Días" resulta excesivamente dependiente de su narratividad audiovisual, un recorrido en demasía alargado para con las aportaciones de su atmosférica descripción. La edición completa de la partitura en disco, resulta contraproducente en ocasiones donde la musicalidad cede ante las necesidades fílmicas de largometrajes de estas características, y pese al esmerado trabajo en cada pista, donde se aprecia el tesón de Meliveo por no ofrecer lo mismo una y otra vez, al final su escucha se resiente de la debilidad intrínseca al género cuando éste se aborda de modo más o menos cerrado, como es el caso. Sea como fuere, la estupenda presentación del cd y el logro que supone para la banda sonora nacional el alcanzar a los siempre aventajados norteamericanos en su propio terreno, es crédito suficiente como para recomendar el recorrido musical que aquí se nos propone.
Como apunte final, cabe destacarse el reciente interés que el talento de los compositores españoles está levantando gracias al éxito fuera de nuestras fronteras de trabajos que alcanzan la popularidad aquí casi por efecto de rebote, lamentable hecho que sigue dejando en el olvido las muchas y enormes virtudes de nombres de la talla de Bingen Mendizabal, Juan Bardem o Carles Cases por citar solo unos pocos. Quizás esta repentina curiosidad internacional por nuestros músicos acabe por acercar al aficionado a sus raíces, lo que nos lleve en el mejor de los casos a que estos, así como los maestros fundacionales que lo merecen más que nadie (Manuel Parada, Juan Quintero, Jesús García Leoz), consigan reivindicarse como es debido.
13-junio-2008
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