Ignacio Garrido
Tercera adaptación de la novela del genial Richard Matheson y primera en adoptar tal cual su título original, “Soy leyenda” converge con sus predecesoras al alejarse del sentido último de la historia en su epílogo final, pese a quedarse más cerca de ella que ninguna de las anteriores al captar el espíritu desolador y solitario que las páginas ilustran con maestría. Dirigida con solvencia pero con desiguales resultados por Francis Lawrence (repitiendo aciertos y errores de su anterior “Constantine”), el film cuenta entre sus aspectos más destacables con el soberbio trabajo de un inspirado James Newton Howard, que últimamente suma sin parar una obra tras otra, dando por resultado la depuración de lo mejor de su estilo, consiguiendo completar en este caso su mejor partitura desde la brillante “La joven del agua”.
Contemplando, como toca a la hora de valorar cada año, la cosecha de lo más destacado e interesante dentro del panorama musical cinematográfico, la mediocridad general de los productos llegados en masa del mercado americano suelen arrastrar consigo alguna que otra excepción dentro de los films comerciales y diseñados para reventar las taquillas. “Soy Leyenda” junto a “El ultimátum de Bourne” de John Powell, son quizás los dos ejemplos más destacados de la tanda del pasado 2007. Trabajos inteligentes, recios en su acabado formal e impacto directo, que sin caer en el estruendo ni la artificiosidad (como sí les ocurre a las secuelas musicadas por Brian Tyler por ejemplo) consiguen, amén del espectáculo exigido, un desarrollo coherente para con las carreras de sus respectivos compositores y un sello de identidad autoral perfectamente definido en las propias partituras.
Al abordar el planteamiento sonoro, Howard opta para su tema central por un camino tan acertado como evidente, el de reflejar la soledad y aislamiento del protagonista Robert Neville (un contenido y ajustado Will Smith) con una melodía afligida y melancólica, cercana al adagio y muy similar en intenciones a la de Alan Silvestri para “Náufrago”. El film apenas emplea score con cualidades puramente musicales hasta bien pasada la primera media hora, pues tan solo una fugaz y ténebre sonoridad ambiental para la apertura (no incluida en el cd) se escuchará con las imágenes. El corte “Deer Hunting”, escueto y sobrio en su ilustración de la secuencia de caza inicial por la ciudad, es un regalo rechazado del film que no llega a sonar en el mismo.
Asentada ya la idea de abandono y desolación, aparecerá entonces por primera vez y plenamente desarrollada la melodía principal en “My Name Is Robert Neville”, iniciada por un lánguido solo de trompeta solista a cargo nada más y nada menos que de Tim Morrison (toda una leyenda, valga la redundancia dentro de la música). Un tema recurrente al que se volverá a acudir puntualmente a lo largo de la cinta, que en el disco se desarrollará en pasajes como “Scan Her Again”, “Sam´s Gone” o “I´m Listening” y que en esta primera aparición se cierra con una interesante sección de rítmica electrónica.
Uno de los pasajes más destacados de la composición lo encontramos en “Evacuation”, un pasaje intenso y dramático en la línea del “Cedar Creek Exodus” de “Estallido” o los “Main Titles” de “Mensajero del futuro”. Durante su primera mitad se desarrolla con maestría el juego armónico de las cuerdas típicas de su autor, deconstruyéndose la melodía principal sobre un ostinato de halo trágico, mientras que en la segunda parte del mismo y ausente de nuevo en las imágenes, la música se torna cuasi mística en su desarrollo del tema central con el empleo de los coros y de una vocal solista, esgrimiendo una orquestación muy cercana en intenciones a la primeriza y estupenda obra de Howard “Línea mortal”.
Los pasajes de acción, una de las indiscutibles especialidades del compositor, también surgirán con fuerza a lo largo del score en cortes como “Darkseeker Dogs”, una potente pieza de brillante desarrollo y estupenda sonoridad (trompetas con sordinas ejecutando agresivas reverberaciones e inusuales efectos sintéticos), o “The Jagged Edge” un arrollador ejercicio de polirritmia y contundencia orquestal, donde se da cita la agresividad atonal con un trepidante desarrollo sincopado al mejor estilo de “El fugitivo”.
En “The Pier”, una vez más, se nos presenta música no utilizada finalmente en la película, con un desarrollo melódico coral a medio camino entre una épica trágica y una lacerante intensidad dramática para metales que se resuelve liberador al final de la pista. Desaparecida por completo de la escena que le correspondería con un flashback del protagonista sobre el intento de huida de su familia ante la inminente propagación de la infección que arrasará el mundo, este corte se cuenta entre lo mejor de la partitura y lamentablemente queda fuera del film, más centrado –de forma acertada– en subrayar tan solo los momentos absolutamente necesarios, evitando de este modo y por otro lado el lucimiento de un compositor en plena forma.
Pasajes algo mas livianos como “Can They Do That?” o “I´m Sorry”, con el piano como contrapunto intimista, contrastan con la ampulosidad final de “Reunited”, la pista más extensa de la banda sonora, o de “Epilogue” que finaliza el disco con el tratamiento más intenso y esperanzador del tema central. Así pues, encontramos en “Soy leyenda” una partitura pulcra y trabajada al detalle, donde la artesanía indiscutible de James Newton Howard se puede apreciar tan solo en su edición discográfica, pues en relación a las imágenes a las que pertenece, pasa por cumplir a la perfección con su cometido –con una brillantez superior si cabe– pero apenas atisbarse todo el interés musical que la composición posee, al prescindirse audiovisualmente de sus (quizás por en exceso emocionales, sentidos y profundos) mejores fragmentos.
26-febrero-2008
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