Miguel Ángel Ordóñez
“The Tall Men”, pese a su adscripción al western, es una película que traspasa los muros del género para hablarnos de la lucha de dos hermanos, ex soldados confederados, por superar las secuelas de una guerra civil perdida. Seres desplazados que se ganan la vida al margen de la ley y a los que un golpe del destino puede convertir en personas respetables y ricas. El traslado de unas reses de ganado desde la endémica Texas a la acaudalada Montana, puede ser la llave que les transporte al pequeño sueño de poseer un rancho y sentar la cabeza. En el camino encuentran a Nella (la explosiva Jane Russell), una mujer independiente y decidida que iniciará un affair amoroso con uno de los hermanos, Ben Allison (interpretado por Clark Gable).
Aunque la película cuente con una maravillosa fotografía de inabarcables paisajes abiertos, de pantagruélicos movimientos de reses que apelan al gran espectáculo, de ingredientes tan inmersos en el género como los indios o las bandas de forajidos, “The Tall Men” es a la postre una historia que precisa del drama intimista, del humor negro y de la guerra de sexos para mostrar el verdadero interés de Raoul Walsh en el trasfondo del relato: la ambición y el amor, dos armas antagónicas entre las que Nella tendrá que decidir.
En el fondo, un viaje iniciático donde el verdadero sentido del amor y la amistad acaba por conducir la vida de estos arquetípicos personajes que andan a la búsqueda de su lugar en el mundo. Bajo el paraguas de su condición de road movie, Victor Young entiende que debe construir un tema central que apele a los espacios abiertos, al largo trecho que han de recorrer sus desarraigados protagonistas. Con ello, logra potenciar si cabe la contraposición de los componentes épicos del relato y la dimensión humana de aquellos, el sentimiento de la pérdida. Un tema que acompaña a los viajeros y que encaja este rompecabezas de pasiones desatadas dentro de los muros del western, emergiendo en los “Main Title” y desarrollándose a lo largo de la obra, para alcanzar su punto álgido con la idílica “Mexican Priest”.
No cabe duda alguna sobre la capacidad melódica de Young y este tema es un claro ejemplo de ello. Y es que su pasado como escritor de canciones no hace sino delatar su gusto por largas líneas melódicas entregadas a la cuerda (en este punto influyen igualmente sus estudios en el Conservatorio de Varsovia y su pasión por Tchaikovsky). Es por ello el prototipo del compositor más cercano a los gustos populares de la época dorada de Hollywood. Frente al genio en la armonización y el contrapunto que representan Friedhofer o Raksin, o en el color personificado en Herrmann, Young (como Steiner o Newman) nos lega una contribución más convencional, en una etapa donde la experimentación no siempre era tolerada por los Estudios. En el caso de Young, su actitud netamente melódica forma parte de su propia naturaleza (baste recordar como en una película sobrenatural como “The Uninvited” construye su romántica y famosa “Stella By Starlight”).
Mostrándose descriptivo en su acercamiento a la turbiedad representada en el rico y elegante Nathan Stark (Robert Ryan), o presagiando el oscuro destino del alcohólico e inestable Clint Allison (Cameron Mitchell), emociones con las que Young muestra su lado más formulista y funcional (incluido el convencional leitmotiv aplicado a los Sioux, consistente en cuatro notas ascendentes seguidas de tres descendentes que descansan en el metal), el compositor de Chicago entrega una nueva melodía para el personaje de Nella. Una canción que la protagonista se encarga de tararear a lo largo de la cinta y que es compuesta por Ken Darby, famoso por sus colaboraciones con Alfred Newman (no olvidemos que la producción corre a cargo de la Fox, donde Alfred ejercía de director musical, o en otros términos, de enlace entre el compositor y el productor o el director, personajes con los que el músico no llegaba a cruzar palabra en el sistema de Estudios).
A través de la canción (“The Tall Men”), vehículo para una Russell que había despertado interés en este campo tras el éxito de “Los Caballeros Las Prefieren Rubias”, Nella explota su condición libertina e independiente al acompañarse de escenas de sutil continente sexual, reflejando su ambición por alcanzar una vida desahogada a costa de cualquier precio (incluido el verdadero amor). Hábilmente, Young decide convertirlo, en su versión para cuerda, en el tema de amor de Ben y Nella. Esta tenue aproximación contribuye a que el espectador descubra a medida que avanza el metraje, que la motivación en ella cambia y que finalmente preferirá una vida precaria pero feliz.
Enfocada en su vertiente de espectáculo de masas, “The Tall Men” es un trabajo solvente a la par que convencional. Lejos de ser un ejercicio de estilo o de explotar con mayor habilidad la contradictoria personalidad de sus protagonistas, Young apuesta por un acercamiento honesto y sencillo. El fugaz recuerdo de una época de esplendor, la del Sistema de Estudios, que pocos años más tarde (el impacto del éxito de la televisión contribuyó decisivamente a ello) firmaba su sentencia de muerte.
29-diciembre-2007
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