José-Vidal Rodriguez
”Monsignor” fue, durante largos años, uno de los trabajos más solicitados por los ávidos completistas del maestro John Williams. Publicada únicamente hasta ahora en vinilo por la discográfica Casablanca, la partitura fue objeto de diversas ediciones piratas al tratarse de uno de los pocos trabajos del Williams de los 80 que se resistían a ver la luz en CD. Para regocijo de muchos, el sello Intrada acaba por fin de editar oficialmente este score en un pulcro formato digital, de excelente sonido e idéntico tracklist que el LP original (si bien es cierto que el mismo ya recogía la práctica totalidad de la música escuchada en el filme, incluyendo además fragmentos no usados en el montaje final).
Sin constituir una de las obras más notorias o aplaudidas en su curriculum -el fracaso comercial de la cinta no ayudó mucho a su popularidad-, Williams escribe sin embargo una partitura de intachable buen gusto y encomiable sobriedad clásica, para esta historia del Padre John Flaherty (Christopher Reeve), ex-combatiente de la Segunda Guerra Mundial que es ordenado sacerdote e ingresa en el todopoderoso Imperio del Vaticano para ocupar el puesto de tesorero, lugar en donde su gran ambición le lleva a tratar con la mafia siciliana y convertirse en un auténtico magnate del mercado negro. Esta doble vida como clérigo y contrabandista, tomará un giro inesperado cuando el Padre Flaherty se enamora de la joven Hermana Clara, la cuál ignora su verdadera condición de siervo de la Iglesia Católica.
El autor se acerca a esta curiosa -y desconcertante- trama de manera elegante y distinguida, siempre desde un tratamiento aséptico que trata de eludir las previsibles referencias músico-religiosas, allí donde sea posible. Aproximación ésta con la que busca equiparar la corrupta vida del protagonista con la de un hombre cuya ambición eclipsa y desmitifica de algún modo su real condición de sacerdote. No en vano, este tono “humanista” del score tiene su principal reflejo musical en el colorido y especial vivacidad con la que el compositor dota a buena parte de los cortes; vivacidad que incluso se transforma en enérgico dinamismo más propio de otros géneros.
El tema central de la obra sigue los patrones tradicionales en la impronta del autor: una excelente frase introducida (como otras tantas veces) por una intervención solista -en este caso, una lánguida trompeta con ciertas reminiscencias rotanianas-, es la que lleva la manija melódica de la pieza, para posteriormente verse arropada hasta el paroxismo preciosista gracias a la irrupción poderosa de la London Symphony Orchestra, y sobre todo, a su amplia sección de cuerdas. Con leves retazos de estructura en forma de vals, este “Theme from Monsignor” es aludido en no pocos momentos del trabajo, teniendo una hermosísima rendición a piano en el corte de cierre “At the Forum”.
Frente a la omnipresencia y ampulosidad de este magnífico tema principal, Williams introduce en el corte “Reunion in Italy” un segundo motivo con visos de permanencia y reiteración. Motivo que es expuesto de manera íntegra y ciertamente virtuosa en “The Meeting in Sicily”, el tema que se convertirá en el mejor del compacto (incluso un punto por encima del citado main theme). Su importancia en el conjunto de la obra es enorme, porque precisamente es el recurso con el que el autor humaniza y desmitifica el halo religioso intrínseco a la historia. Esta especie de singular allegro, de intenciones casi concertistas y ejecutado con gracilidad por cuerdas flanqueadas por fanfárricos metales, sirve no sólo como referencia localista a la tierra donde Flaherty comienza su imperio de corrupción, sino que actúa igualmente como nexo catalizador de la doble vida del protagonista (“Forgotten Vows”, un título más que clarificador de sus intenciones). Y de rebote, este tema también actúa de figura musical con la que eludir cualquier tipo de cliché de carácter sacramental, cuyo uso en principio, parecería inevitable en un trabajo como el que nos ocupa.
No obstante lo anterior, los avatares de la trama obligan a Williams a referenciar de manera puntual ese tratamiento en clave sacramental que precisamente el guión rehúsa y transforma en una voraz crítica al poder del Vaticano. En dos de esos escasos fragmentos, el maestro apela a un lírico recogimiento en "Audience with the Holy Father", y posteriormente se destapa con una pieza abrumadora como es el “Gloria”, en la que las sonoridades litúrgicas del órgano dan paso a unos potentísimos coros encargados de transmitir una sensación de grandiosidad divina con la que, esta vez sí, ahondar en la significación católica tanto del oscuro protagonista, como del magno entorno de fe y entrega que le rodean en su lucha interna de sacerdote más que descarriado.
Como vemos, ”Monsignor” es un trabajo en el que el maestro newyorkino se muestra tan pletórico como versátil, cargado de sensibilidad y atractivo, pero cuya escasa duración quizás actúe como límite a una mayor variedad temática tradicional en John Williams. Eclipsada ese mismo año por el brutal éxito del score compuesto para “E.T.”, la partitura tiene las suficientes virtudes como para justificar de pleno la presente edición oficial de la misma, que desde luego ya empezaba a echarse en falta en la discografía del autor. Francamente recomendable.
7-noviembre-2007
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