José-Vidal Rodriguez
En uno de los peores escenarios del cambio climático, un equipo de expertos ingenieros lucha contra la posibilidad de que Londres quede sumergida bajo las aguas de un Támesis cuya caudal alcanza niveles escandalosamente preocupantes. El origen de este desastre inminente, se situa en un devastador huracán que llega a las costas inglesas desde el otro lado del Atlántico. El riesgo -por otro lado, nada descabellado geológicamente hablando- de que el mar acabe arrasando Inglaterra por el entrante natural de la isla, el Estuario del Tamesis, obliga a las Autoridades a inciar un plan contrarreloj de desalojo y contención para evitar la muerte de millones de ciudadanos.
Este es el argumento central de ”Flood”, exitosa miniserie británica de holgado presupuesto, que en España ya ha sido emitida por algún que otro canal autonómico, eso sí con mucha menos repercusión que la obtenida en el Reino Unido. Heredera de las muestras más conocidas del cine de catástrofes, “Inundación” presenta un acabado globalmente muy decente tratándose del poco agradecido medio televisivo. Y no sólo por la intervención de un reparto bastante apañado (al frente del cuál vemos a Robert Carlyle y a la ex de Val Kilmer, Joanne Whalley), sino también por la relativa abundancia de medios con los que se diseña el imponente entorno de una catástrofe que, aún moviéndose siempre en términos ficticios, es presentada con la suficiente base científica como para mantener el interés y credibilidad del espectador.
Del holgado presupuesto para esta superproducción dirigida por Tony Mitchell, no sólo se beneficia el departamento de efectos especiales (hay secuencias francamente logradas), sino también el apartado dedicado a la ambientación musical. Una Debbie Wiseman enmarcada normalmente en otro tipo de proyectos de mayor calado intimista y sentimental, coge la batuta de su fiel Royal Philharmonic Orchestra para dirigir una partitura sinceramente atípica en su filmografía. Pese a que en su anterior “Arsene Lupin” escuchábamos una música poderosa, grandilocuente y que sobrepasaba ese minimalismo lírico más propio de Wiseman, “Flood” obliga a la autora a ponerse el mono de trabajo para incidir en registros que conjuguen la tensión, el drama, la acción y la urgencia, todo ello enmarcado en pleno siglo XXI. Sus resultados en esta difícil tarea, teniendo en cuenta el rango musical en el que suele manejar la compositora londinense, son francamente decepcionantes, y hacen caer al score en esa olvidable categoría de mero trabajo descriptivo sin trascendencia fuera de su contexto en la miniserie. Y ello por cuanto Wiseman sustenta el encargo en dos motivos adecuados, incluso sugestivos en determinados instantes, pero tan repetidos durante la cinta que la monotonía y el automatismo acaban por apoderarse de la escuicha aislada del álbum.
Como primera idea, la autora nos presenta en el corte “Flood” un bello motivo entregado a formas cercanas al réquiem, sobre todo por esas intenciones elegíacas adornadas por la suave y bucólica voz de la soprano neozelandesa Hayley Westenra. Es un motivo sobrio y emotivo a la hora de retratar la desolación y la pesadumbre por esta catástrofe natural con tintes casi apocalípticos. No sólo es este fragmento el mejor de todo el compacto, sino el único dedicado prácticamente al transfondo humano de la historia, siendo además este “Flood”, uno de los pocos cortes en donde Wiseman se descubre más fiel a su personal estilo, alcanzando unas cotas de inspiración ciertamente prometedoras.
Acto seguido, oiremos la segunda idea con la que la autora profundiza ya abiertamente en el campo de la acción y el frenetismo propio de esta situación limite. “Granny´s Cottage” es la representación al pentagrama del nerviosismo de un argumento en el que cada minuto transcurrido sirve para acrecentar el presagio por lo funesto. Al respecto, este segundo tema se configura como una pieza en la que las trompas reinciden en cuatro o cinco notas estáticas y contudentes, sobre una base rítmica de loops electrónicos que dotan de cierta urgencia a las escenas, dentro eso sí de su excesivo simplismo y de la escasa emoción transmitida por esta convencional estructura.
Pero realmente la decepción llega muy pronto, porque a partir de aquí, ¿qué es lo que nos vamos a encontrar durante la hora restante?. Prácticamente nada. Con la audición de aquellas dos ideas iniciales, bien podría afirmarse que empieza y acaba el interés por un álbum tan intrascendente como demasiado extenso, dada la escasa variedad temática propuesta por la inglesa. Lo cierto es que la compositora se limita a reiterar sendos motivos de manera más o menos disimulada (en otros casos, con una obviedad casi sonrojante), originando en el oyente una profunda sensación de monotonía y ausencia total de desarrollo. Circunstancia que seguramente ya percibieron aquellos aficionados que hayan visto el telefilme, por lo que no podría servir de excusa una posible elección errónea de los temas en la edición incluso se podría dudar de la efectividad del score en su simbiosis con las imágenes.
Con este encargo, Wiseman parece demostrar, muy a su pesar, que anda lejos, muy lejos de erigirse en una eficiente creadora de temáticas puras de acción, como bien pudiera serlo su compañera recientemente fallecida Shirley Walker -toda una experta en este ámbito-. No en vano, las texturas que maneja la británica no pasan de constituir exiguos ejercicios descriptivos sin sustantividad propia, anclados en un “quiero y no puedo” ostensible durante no pocos minutos. Y por si fuera poco, el mencionado mimetismo entre los temas, llega a originar que secuencias bien distintas de la trama, acaben por tener la misma y cansina aproximación musical. Escasa originalidad de una Wiseman” demasiado empecinada en exprimir hasta el extremo esa intervención enfática de los metales, mientras los sintetizadores intenta crear -y logran tan sólo a medias- una atmósfera urbana hostil y caótica en esa carrera contrarreloj ante los acontecimientos.
Por ello, si exceptuamos el hermoso tema que abre el disco y alguna que otra agradecida variación del mismo (“The Capital At A Standstill”, “Evacuation“), la partitura de ”Flood” no hace justicia al indudable talento demostrado a lo largo de los años por Debbie Wiseman. Sobre todo nos plantea la duda sobre su versatilidad fuera del ambito de comedias románticas, dramas de época o historias sensibleras a las que suele poner una música mucho más destacada y personal que la escuchada en esta prescindible partitura. Veremos que tal se desenvuelve en su próximo proyecto anunciado, ”Jeckyll”, también para la pequeña pantalla.
5-octubre-2007
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