Pablo Nieto
Tras las interesantes “El Experimento” y la reveladora aunque fría “El Hundimiento”, el alemán Oliver Hirschbiegel se deja seducir por los cantos de sirena de Hollywood y acepta el encargo de revivir, nunca mejor dicho, un clásico como “La Noche de los Muertos Vivientes”. Esta llamada de la meca del cine, es ya un clásico entre aquellos directores europeos que adquieren cierto prestigio, y que suelen utilizar los grandes magnates de las productoras para justificar desde un punto de vista artístico sus propuestas desaforadamente comerciales. Sin embargo, no hay nada más ridículo que envolver un BigMac en papel de seda. Los Amenábar, Almodóvar, Ozon o Von Trier, olieron a tiempo la carne podrida. El pobre Hirschbiegel poco pudo hacer cuando su propuesta era desestimada en la sala de montaje, los propios protagonistas (Daniel Craig y Nicole Kidman) desertaban del proyecto, y al final eran los Hermanos Wachowski los que se encargaban de completar la película. Eso sí, el alemán con un par, es el que aparece como responsable del film en los créditos.
Si en 1958 Carmen Dragon (ganador del Oscar, por “Cover Girl” junto a Morris Stoloff) era el encargado de musicar la primera versión de este clásico dirigido por Don Siegel, y en 1978, Denny Zeitlin hacía lo mismo con la revisitación de Philip Kauffman (inolvidable Donald Sutherland como protagonista), ahora es John Ottman quien les toma el revelo. Un compositor que ha sabido colocarse muy bien en los últimos tiempos, sobre todo tras el caramelo de “Superman Returns”. Eso sí, no sabemos si habrá tenido en cuenta la maldición que persigue a la novela del americano Jack Finney. Último musicado por Dragon, y primero y último en la carrera de Zeitlin. Parece ser que Ottman, tiene el futuro asegurado con la segunda parte de Superman y con la esperada “Valkirie” de Tom Cruise.
Eso sí, esperemos que sus futuras propuestas musicales nada tengan que ver con esta inclasificable aportación al género de terror. No sabemos cuanto tiempo habrá tenido para componer el score tras reemplazar a otros compositores previamente vinculados al mismo, pero lo que sí que está claro es que Ottman confunde experimentación con rancia pretenciosidad, debido al poco original recurso de las cacofonías electrónicas tratando de identificarse con la amenaza alienígena, el acentuado dramatismo asentado en armonías simplistas y carentes de emoción, la falta de consistencia de los pasajes de acción tratando de imitar el nuevo sonido Beltrami de acción, etc.
A buen seguro que los habrá quienes vean en este score una revelación musical del compositor. Lo diferente siempre llama la atención. En ese sentido chapeau para Ottman porque consigue precisamente eso, o más concretamente como dicen por algún barrio castizo madrileño “dar el cante”. Si eso sirve para desperezar al espectador y a algún que otro cronista pues “felicidades John”. Por supuesto, el oyente despistado y sus fans de toda la vida, más que desperezarse, lo único que van a conseguir es desesperarse con esta propuesta.
De los casi cincuenta minutos que dura la partitura, apenas merece detenerse en la engañosamente prometedora overtura (“Life Goes On / Life on the Cells”), donde el compositor anticipa lo que parece ser una especie de leitmotiv con protagonismo de voz y cuerda, y un interesante ritmo sincopado, que no volverá a aparecer en todo el score. Por ello, quizás debamos quedarnos con "Escape with Ollie / Basement" y el último corte “The Escape”, ya que en ambos parece adquirir algo más de brío la partitura, demostrando el compositor mejoras evidentes en la orquestación, en especial a la hora de insertar metales y percusiones en las secuencias de acción (pierde en este caso algo de esa frescura de los comienzos de su carrera, pero su música gana en seriedad y densidad).
Por desgracia, el resto es un auténtico fiasco.
17-septiembre-2007
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