José-Vidal Rodriguez
La Guerra de los 30 Años, el conflicto religioso del siglo XVII entre protestantes y católicos que acabó por convertirse en una mera disputa europea por la hegemonía del viejo continente, constituye el eje central sobre el que gravita el argumento de ”The Last Valley”, un estimulante filme dirigido por James Clavell (guionista de títulos destacados como “La Gran Evasión” o “Shogun”), que narra la difícil convivencia entre un grupo de mercenarios y los habitantes de un pequeño poblado enclavado en el último de los valles aislados del frente austro-húngaro. Un paraje idílico, alejado de enfermedades o plagas y tremendamente fértil, que defenderán aquellos soldados a cambio de integrarse con sus habitantes.
En unos años ciertamente inspirados y fructíferos para sus intereses, el británico John Barry abordaba otro filme de época tras su soberbio trabajo previo en “The Lion in Winter”. Cómo ya es habitual en él, evita prácticamente cualquier referencia instrumental o estilística a aquél siglo XVII, por lo que basándose en formas plenamente contemporáneas, el inglés compone lo que a día de hoy sigue siendo una de sus obras referenciales para muchos aficionados. Score sobrio y fácilmente digerible que ahora el sello Intrada recupera en su versión original, fenomenalmente remasterizada con respecto al LP publicado en su momento.
Siendo sinceros, y sin que suponga un atisbo de sombra a la magnífica labor del inglés, la partitura podría perfectamente resumirse en el análisis de dos de sus temas, el segundo de ellos de reiterada aparición a lo largo del trabajo. Dúo de temas que, a su vez, bien pudieran definir los caracteres de los dos principales protagonistas del largometraje; Michael Caine en su papel de “El Capitán” y un impecable Omar Shariff dándole la réplica en su rol del culto estudioso Vogel.
El “Main Title” nos presenta a un Barry de inusual virulencia y acritud, entregando una frase de tintes semi-épicos al vigor y gravedad de un coro perfectamente representativo de la atrocidad, oscurantismo e hipocresía de aquella funesta guerra que dividió Europa en dos bandos bajo un mismo Dios. Los poderosos metales y la percusión (pocas veces hemos oído al inglés tan agresivo en este sentido) escoltan marcialmente al grupo de mercenarios liderados por “El Capitán”, con el acompañamiento de un amplio coro en alemán encargado de enfatizar la brutalidad del conflicto. Intervención coral que, de forma mucho más introspectiva, apela posteriormente al elemento religioso, derivando la música en varios momentos hacia un auténtico recogimiento pastoral (“The Shrine”, “An Offertory Chant”) claramente representativo de la devoción del poblado y su fe enfermiza en una de sus reliquias.
El segundo tema de referencia imprescindible, no podía ser menos que el dedicado al valle que da título al filme, y que por su continuo uso se convierte en el auténtico main theme del score. De este modo, el corte “The Last Valley” nos introduce en una de las frases más hermosas compuestas en la filmografía de Barry, perfectamente equiparable en calidad a aquellas otras más notorias y populares (“Out of Africa”, “Dances With Wolves”, “Born Free”...). Como en todas ellas, Barry encuentra en la amplitud y belleza del paisaje, así como en ese recorrido descripitvo y locuaz de la cámara, la suficiente inspiración para escribir esta melodía tan directa como arrebatadora, que emerge todopoderosa en el instante exacto en el que el personaje de Omar Shariff descubre, en su huida de una muerte segura, aquel maravilloso valle perdido que hace las veces de protagonista espiritual de la cinta.
Un tema que no sólo funciona a modo de evidente referencia localista, sino del que Barry extrae sus enormes posibilidades líricas para aplicarlo puntualmente al tratamiento de personajes, concretamente a la relación de amor surgida entre El Capitán y la bella aldeana Erica. Recurso éste muy inteligente con el que logra humanizar el rudo papel de Michael Caine, alejándolo de alguna forma de la crueldad bélica y atrayéndolo a la nueva vida en paz que le brinda el valle. Baste sino escuchar el “Death Of The Captain / End Title”, bellísima coda que ejemplifica el logro del compositor en su propósito último de presentar a El Capitán como un ser al que el amor resucitó su humanidad casi perdida, provocando a su vez el arrepentimiento por sus horribles actos de guerra.
Tras la presentación y desarrollo de este dúo de temas -grabados ambos sin duda con letras de oro en el curriculum del autor-, la partitura nos descubre igualmente momentos de interés aún en su brevedad, así como muestras de la enorme implicación de John Barry en la historia. Un dramatismo francamente logrado se apodera de cortes como “The Plague Pit” o especialmente la trágica escena del “Witch Burning”, para al mismo tiempo conducir al oyente por esa peculiar concepción de la acción barryniana, que encuentra en la repetición concatenada de frases su inconfundible -y en este caso efectiva- marca de la casa (“The Village Attack”).
Aunque exista una pulcra regrabación del sello Silva Screen con la partitura íntegra (algo más de 20 minutos adicionales), lo cierto es que estos casi 40 minutos que rescata Intrada del formato LP, se antojan suficientes para entender la trascendencia de una obra que influyó sobremanera en proyectos posteriores de John Barry. En el debe del score, quizás cabría mencionar la ligera sensación de monotonía en la aplicación de la música dentro de la película, con una utilización por momentos exagerada del tema del valle y ciertas transiciones no culminadas con la suficiente brillantez por el compositor. Algo que no impide el disfrute de este ejercicio “épico-salvaje” que, en su fusión con la inconfundible sensibilidad melódica del músico de York, han convertido con los años a este ”The Last Valley” en uno de los encargos más estimulantes de su inicial periodo artístico.
13-agosto-2007
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