José-Vidal Rodriguez
Allá por 1987, se estrenaba una de las grandes obras cinematográficas del cineasta Brian de Palma. Adaptación de una famosa serie televisiva de los años 50-60, basada en el enfrentamiento en plena “Ley Seca” del mafioso Al Capone con un grupo de Agentes del Estado encabezados por el incorruptible Eliot Ness, ”The Untouchables” deviene en un sobrio ejercicio de cine policiaco de tintes melodramáticos, cuyos principales baluartes descansan en un reparto plagado de brillantes interpretaciones (impecable De Niro en su papel de Capone, y merecidísimo el Oscar conseguido por Sean Connery), así como en el espléndido guión de David Mamet, no exento de soterradas referencias al cine clásico.
En una de sus bandas sonoras más populares -incluso para el público ajeno al lenguaje de las bandas sonoras-, el octogenario Ennio Morricone escribe un trabajo sencillamente excepcional, conciso, ampliamente disfrutable en su escucha aislada y ejemplar en su fusión con la estética y propósitos de la trama. Un score que por otro lado, aparenta cierta sencillez en su estructuración, teniendo en cuenta el comedido uso de la música (40 minutos para una duración del filme que alcanza casi las dos horas), así como lo perfectamente identificable de cada tema respecto a los personajes y situaciones de la historia. Morricone se encarga como es habitual de las tareas de orquestación y dirección, utilizando una agrupación instrumental más reducida de lo habitual con una intención evidente, huir del sinfonismo puro en aras de conseguir un sonido más acomodado al entorno yanqui de los años 30, en el que incluso tienen cabida algunos recursos en principio anacrónicos (al respecto, muy clarificadoras resultan las irrupciones de la batería, creando unos ritmos de estética pop que conectan con algún que otro trabajo del maestro para el policiaco italiano de mitad de los 70).
Siguiendo los cánones de su lenguaje habitual, la escritura del italiano presenta una distribución temática variada y fácilmente identificable. El tema de los títulos de crédito “The Strenght of the Righteous” (escuchado en el corte 8, dada la horrenda estructuración del tracklist), nos introduce en una inquietante sintonía a piano que ya acude a ese trasfondo rítmico de batería mencionado. Frase con la que Morricone resalta la urgencia y gravedad de una época marcada por la violencia urbana, sobre todo con la introducción de una idea secundaria a armónica que hará las veces de motivo de tensión en cortes tales como “The Man With The Matches“. Esta sintonía de los créditos iniciales no volverá a aparecer como tal, hasta un momento próximo al desenlace del filme en el corte “On The Rooftops”, un bloque donde el compositor hace crecer el motivo desde una inquietante presentación inicial hacia una resolución plena de locuaz dinamismo y fogosidad, amoldándose de manera muy expresiva a la persecución de Ness a uno de los secuaces de Capone en pleno Palacio de Justicia.
El tema dedicado al grupo de los cuatro “intocables” (“The Untouchables”) no hace sino realzar la audacia de este grupo de modestos policías enfrentados a todo un imperio de la Mafia, utilizando una figura in crescendo que culminará en un jubiloso o, en el que Morricone plantea un épico tutti orquestal que representa a la perfección la nobleza del cuarteto de agentes. Fuera de su indudable calidad, quizás sea éste el corte que más sufra del reducido tamaño de la orquesta utilizada, ya que en ciertos instantes se aprecian unos registros algo forzados en la sección de metales.
Para la compleja figura de Al Capone, el músico acude a un motivo que adquiere gran significación narrativa analizandoa su utilización concreta en la cinta. Tan sólo suena al comienzo del filme, cuando el infame personaje y su camarilla de secuaces son presentados al espectador mediante una frase que, en su elegancia y socarronería, esconde un marcado halo de “prepotencia” e impunidad con los que describir una figura tal como la de Capone. No es ni más ni menos que la traducción musical del poderío y dominio del mafioso más conocido de la historia. Pero a partir de esta presentación en el segundo corte del CD, no volverá a aparecer prácticamente en el resto del metraje. ¿La razón? Morricone entiende, con muy buen criterio, que la aparición del grupo de Ness y sus sucesivas acometidas al imperio del mafioso suponen la pérdida de hegemonía y protagonismo de Capone, por lo que a la vez su leitmotiv tiende a desaparecer por completo en una hábil representación simbólica de esta crisis de poder en la que se sumerge el hasta entonces impune delincuente.
Momentos de especial emotividad morriconiana encontramos en los dos cortes más líricos de todo el compacto: el dedicado al entorno hogareño del protagonista (“Ness and His Family”) ahonda en el lado humano de Eliot, evocando su vertiente de padre de familia mediante gentiles frases de maderas y un delicado solo de violín que traslada en volandas al oyente fuera de la tensión y violencia propia de la historia. Y el sobresaliente “Death Theme”, uno de los grandes temas de la partitura, no hace sino estremecer al espectador como apunte utilizado en aquellas momentos en los que sucesivamente van cayendo miembros del cuarteto de Ness, así como durante la secuencia en la que los aún “supervivientes” del grupo rememoran a sus compañeros caídos (“Four Friends”). Su delicada orquestación encuentra en el envolvente uso del saxo alto (un instrumento como sabemos, bastante habitual en el ideario del autor italiano) la plena culminación de un motivo dramático que aúna belleza y amargura de forma francamente emotiva.
Mención especial merece el corte “Machine Gun Lullaby”, pieza usada en uno de los instantes más impactantes del largometraje. En una secuencia que bebe mucho de aquella mítica escena de “El Acorazado Potemkin”, De Palma coreografía un brutal tiroteo en las escaleras de la estación de tren, mientras un carrito de bebe se precipita sin control por sus peldaños en plena línea de fuego. Morricone resuelve la escena con suma creatividad, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad musical de la misma y el significado en el relato. Una melodía transformada en nana, con apuntes presagiantes de cuerdas y metales de tonalidades graves, funciona no sólo como peculiar contraste a la violencia de la secuencia, sino que a su vez fija la atención del espectador en la humanidad de un Ness más preocupado en salvar a la criatura que en proteger su propia vida en juego.
Analizado a grandes rasgos el trabajo que nos ocupa, la conclusión parece clara: la enorme efectividad e inspiración mostradas por el italiano durante los casi 40 minutos de duración del score, convierten a "The Untouchables" en una de las grandes obras tanto del Morricone de los 80, como de su filmografía completa en suelo norteamericano. Un entorno musical absolutamente inimitable para un género que el autor no se cansó de reinventar durante décadas.
4-agosto-2007
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