José-Vidal Rodriguez
Pese a su presunto carácter de newcomer en el panorama de música de cine actual, el italiano Dario Marianelli ya había compuesto obras de excelsa calidad artística (eso sí, para proyectos minoritarios o de escasa repercusión comercial), previas a su espectacular despegue musical con dos encargos tan singulares y alabados como fueron ”Pride and Prejudice” y ”The Brothers Grimm”.
Así, dos años antes de escribir los anteriores scores merecedores de su reconocimiento mundial, el de Pisa demuestra unas firmes bases musicales en este ”El Castillo Soñado”, un trabajo que, examinado desde un punto de vista global, guarda ciertos paralelismos formales con aquél “Orgullo y Prejuicio” (su indiscutible elegancia, las coloristas orquestaciones, cierto halo de clasicismo), de tal manera que la presente partitura resulta una perfecta muestra de los pilares estilísticos que desembocaron en aquellos excelentes resultados obtenidos en 2005, incluida su hasta el momento única nominación al Oscar.
Basado en lo que para muchos es la obra maestra de la escritora Dodie Smith (también autora de “101 Dálmatas”), el largometraje ahonda en la monótona vida de Cassandra Mortmain, una joven de 17 años instalada en un destartalado castillo, cuya excéntrica familia no resulta precisamente la fuente de diversión deseada: su padre, escritor, lleva años sin redactar ni una sola frase; su bohemia madrastra tan sólo se dedica a añorar tiempos pasados; su bella hermana Rose muestra una preocupante tendencia a la melancolía; y su hermano Thomas no pisa prácticamente el hogar familiar. Pero un buen día, la tranquila existencia de Cassy se ve alterada con la llegada de los Cotton, una familia norteamericana que ha heredado el ruinoso edificio. Esta aparición trae consigo un aire de energía y vitalidad que cambiará radicalmente el destino de los Mortmain, en especial el de las dos hermanas, las cuáles tendrán la ocasión de descubrir la amistad, el amor y, sobre todo, el largo y hermoso -aunque en ocasiones tortuoso-, camino hacia la madurez.
No cabe duda que la partitura de este ”I Capture The Castle” es un estimulante preludio de las cotas de calidad que el italiano Marianelli alcanzaría, con mayores medios y repercusión, en los proyectos posteriores mencionados al comienzo de la reseña. De gran enjundia, marcada sensibilidad y una omnipresente elegancia en las formas, el score se asienta en preciosistas ejercicios melódicos en los que no tiene cabida otra aproximación musical que no sea incidir en lo lírico y ensoñador, características éstas netamente definidoras del trabajo y que lo convierten por ello en un delicioso plato para gourmets en su audición desligada del filme.
Contando con una agrupación orquestal reducida, pero de la que el autor extrae solventes resultados tanto en su dirección como en lo referente a la delicada y sencilla orquestación -de la que también se responsabiliza el propio Marianelli-, la banda sonora arranca con un hermoso prólogo al relato, de título que habla por sí solo: “As It (Perhaps) Was“, corte en el que exprime al máximo las capacidades de las cuerdas, como recurso que imprime el justo poderío melódico con climax final incluido; ideal para la presentación de una historia como la que nos atañe.
Acto seguido, el compositor nos presenta por primera vez el único motivo con propósito de permanencia o revisitación de todo el álbum, cuál es el contenido en el segundo corte “Simpsons”. Un tema en el que Marianelli fusiona sus raíces mediterráneas (ese peculiar uso del acordeón, que rememora siquiera levemente a los grandes maestros italianos) con la preponderante vena clasicista derivada de su formación británica, escribiendo una frase de exquisita viveza que apela igualmente al costumbrismo de ese especial entorno del castillo, rendida al brillo en "Farewells" y al color y el diálogo instrumental en “Fragmentary Consciousness” (genial esa variación acordeón-oboe-flauta-timbres que le sirve al músico para "juguetear" con la frase central).
A partir de esta idea, el italiano se entrega sin tapujos al romanticismo, descargando su inspiración en el poético piano del “Life Is A Beach“, así como a la música en clave benigna, nostálgica, siempre incidiendo en ese variopinto envoltorio global, que tan pronto transita por los cauces de la melodía pausada, insinuante (“Heartbreak“) como posteriormente captura con suma sutileza los matices de una desilusión (“I Knew It Was Love”). Incluso el autor encuentra instantes para abandonar su sugestiva línea melódica y pasar de refilón por la tensión contenida (“Take him Down!”, “Cassy Gets Lost”).
Comprobará el lector, por tanto, que a estas alturas resulta indiscutible la profusa riqueza cromática de un trabajo que, careciendo de momentos de exacervada emotividad o de gratuito virtuosismo (no es Marianelli hasta ahora un creador dado a grandes fastos autocomplacientes), rezuma en cambio un halo de empaque y elegancia verdaderamente sorprendentes para un compositor prácticamente desconocido por aquél entonces.
Como colofón al espléndido repertorio original ofrecido, y tras dos temas de época que sirven para contextualizar la historia a principios de los años 30 (“The Lansdowne Quickstep” y “You and the Night”), Marianelli se sienta al piano para interpretar él mismo una pieza tan cinematográfica como lo ha sido tradicionalmente el “Claro de Luna” de Claude Debussy, cerrando de la manera más nostálgica posible este cautivador relato de esperanzas y amores frustrados.
En cuanto a la edición de la obra, señalar que supone el primer álbum comercializado en formato CD del sello MovieScore Media (recordemos que hasta ahora sólo distribuía vía descarga iTunes), inaugurando a la vez su modalidad “Discovery Collection”, con la que el equipo de Mikael Carlsson pretende descubrir al aficionado trabajos cinematográficos de presumible enjundia, pero tan poco notorios comercialmente hablando, que nunca habrían tenido el más mínimo propósito de ver la luz en el mercado.
7-junio-2007
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