Miguel Ángel Ordóñez
Desde que en 1994, Akira Ifukube diera la oportunidad a Takayuki Hattori de pasar del campo de la orquestación (bajo salario de Masashi Sada) al de la composición con “Godzilla vs. SpaceGodzilla”, su carrera ha ido asentándose sobre postulados excesivamente grandilocuentes y enfáticos, con producciones en las que el fuego de artificio se ha convertido en moneda de cambio. Comedias, animes, dramas cotidianos o productos televisivos que han llevado un sello cimentado sobre ampulosos metales e incisivas percusiones, donde la melodía primaba sobre cualquier consideración armónica. Un compositor interesante si lo que uno pide a una escucha es entretenimiento y ligereza.
Ahora bien, Hattori ha demostrado con creces que cuando logra desembarazarse del yugo dinámico, es capaz de crear portentosos trabajos que sin renunciar a su diégesis de base (la triunfante melodía) descubren un músico preocupado por transmitir emociones a golpe de sustantivo lirismo, dentro de una corrección formalista impecable. Si uno quiere disfrutar realmente de Hattori debe huir de sus impactantes “Hero Interview”, “That´s the Answer”, “Kidnapping” o “Farewell Mr. Premier”, banal muestrario de música fácilmente digerible, para adentrarse en títulos donde alcanza, con sus sencillas premisas, trabajos de enfática belleza. Poesías en movimiento como la distante y frágil “Takes the North Point”, la contenidamente épica “Shinsengumi” y la coral “Kura” (sin duda, su mejor obra).
“The Magnificent Family” se encuentra a caballo entre el Hattori más comercial y el más contenido y poético. Una exquisita obra que conjuga pasajes épicos con poderoso empleo de coros e interludios intimistas donde el poder del instrumento solista conduce las suaves embestidas de este interesante poema sinfónico. A ello contribuye sin duda, la fantástica interpretación de la London Philarmonia.
No cabe duda que aquí la comercialidad queda comprometida con un ejercicio musical que sin abandonar los cánones ya reseñados, adopta una factura ejemplar en su arquitectura sonora. Hattori apuesta por lo grandilocuente en el corte que abre la edición, una suite que presenta los temas centrales del relato, basado en la novela que publicara Yamazaki Toyoko en 1973. “Karei-naru ichizoku” supone la nueva apuesta televisiva de la TBS japonesa, una historia de odio y resentimiento que se centra en los conflictos personales de la acaudalada familia Manpyo, líder de los círculos financieros de Kansai en el arranque de los años 70.
Esta bella suite de inicio, con estructura espiral, arranca con el épico tema principal, una cadente melodía que se presenta regia y voluminosa (gran trabajo de los metales), adquiriendo tintes enfáticos en la clausura de la pieza, donde Hattori introduce algunos loops de apoyo y un poderoso empleo de coros, recuperando aquel rítmico dinamismo que constituye su sello de fábrica (lo apreciamos a partir del 7:22 de este primer corte). Junto a este pegadizo tema, una romántica melodía ejerce de interludio a mitad de la pieza. Lamentablemente, el corte carece de cierta progresión, pues se nos limita a presentar los temas de manera secuenciada, no como pieza creada ex proceso al efecto, limitando un tanto la maestría de su construcción.
Tras unos cortes en los que un cierto aire de pompa y circunstancia abraza lo académico, Hattori introduce una sucesión de piezas que demuestran su indudable habilidad en los momentos más intimistas. Aquí reside el verdadero acierto de la composición, ya sea utilizando el tema principal en versiones para madera (track 4), cymbalom (track 10) o para arpa y coros (track 7), o explotando maravillosamente el tema romántico, al lograr arrancar del chelo una arrebatadora expresividad lírica (track 6) o apoyando gran parte de su discurso en el empleo del piano que ejerce de contrapunto a la madera en cortes concisos y de una plúmbea belleza (tracks 9 y 12).
“The Magnificent Family” pertenece a ese buen ramillete de scores en los que Hattori logra equiparar, inteligentemente, comercialidad y creatividad. Dos términos para nada excluyentes y que asociados, permiten el pleno disfrute de una obra, que aún acudiendo a armonías aparentemente simples, destaca por su concisa belleza.
16-abril-2007
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