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Raúl García
En la difícil industria hollywoodense se ha afianzado ese postulado que dice que lo difícil no es llegar sino mantenerse. Allá por la década de los noventa, el californiano Mark Mancina, pareció haber encontrado un lugar entre los compositores de primera línea gracias a obras como “Speed” (Jan de Bont, 1994), “Twister” (Jan de Bont, 1996) y “Dos Polícias Rebeldes” (Michael Bay, 1995), pero cierta traición a sus formas estilísticas iniciales, que casualmente le convertirían en mejor músico, (“Speed 2”, “Training Day” o sendas incursiones en la Disney con “Tarzan” y “Brother Bear”), acabaron por jugar en su contra. A nadie se le escapa que su fichaje por el emporio liderado por Hans Zimmer, le ayudó a matricularse de forma brillante en los ritmos trepidantes del sonido mediaventures, donde esa incipiente frescura marca de la casa, con ritmos dinámicos y percusiones exultantes, le valieron para darse a conocer internacionalmente, llegando a constituirse en pocos años en una joven promesa. Pero pasado un tiempo y tras su agria salida del lobby encabezado por el alemán, acabamos por encontramos al bueno de Mancina asociado a pequeñas producciones -”Auggie Rose” (Matthew Tabak, 2000), “Early Bloomer” (Kevin Johnson , 2003)- condenadas al fracaso.
El reconocimiento de su carrera, a groso modo, ha ido a riendas de un binomio inseparable ya en él: sus trabajos para las producciones de animación y las películas con grandes dosis de acción. Conocedor de este currículum, y ya habiendo colaborado con él en cintas pasadas –“Training Day”, “Bait”, donde primaba la oscuridad sobre el espectáculo-, el realizador Antoine Fuqua vuelve a hacerse con los servicios del californiano para la película que nos atañe, "Shooter" (El Tirador).
El metraje parte de la novela “Point of Impact” de Stephen Hunter, adaptada por el guionista Jonathan Lemkin (“Arma Letal 4”, “Pactar con el Diablo”). La nueva apuesta de la Paramount es un particular héroe americano disfrazado bajo la piel de patriota dispuesto a salvar al mundo, orgulloso, dotado de gran valor, un género totalmente taquillero y efectivo: el thriller policial/militar con dosis conspiratorias (“L.A. Confidencial”, “The God of War”). Mark Wahlberg encarna a uno de los pocos francotiradores capaces de dar en el blanco desde una milla, viéndose involucrado en una trama donde es el sospechoso del intento de asesinato del Presidente.
A priori, el proyecto encajaba dentro de las características de Mark Mancina: cinta de acción, ritmo vertiginoso, trama ágil… Era una gran oportunidad para que el artista se reencontrara con ese sonido de mediados de los 90 que acabó reportándole no pocos adeptos. Lamentablemente “Shooter” no pasa de ser un mero compendio de música ambient (con ominosas experimentaciones electrónicas y percusiones ancladas en un ritmo cansino), que acompaña la narración sin progresión alguna, parapetado en un concepto distante y oscuro de la acción. Hasta el punto de evitar tomar partido en la trama, como ya hiciera el autor en anteriores thrillers en manos de Fucqua (“Training Day” y “Bait”).
Así, los “Main Titles”, lejos de buscar un leitmotiv reconocible, una melodía definida, olvidan todos estos recursos obvios y se limitan a crear un ambiente tenso, intrigante, con punteos de guitarra eléctrica y embestidas continuas de los sintetizadores, acompañadas de un constante y vacío ritmo percusivo.
En su acercamiento a la psicología de personajes, Mancina renuncia a cualquier descripción emocional, centrándose en los elementos de intriga y tensión. Un claro ejemplo lo vemos en el corte “Sarah & Swagger“, donde una vaga sensación de soledad se obtiene en la contraposición de unas banales notas a guitarra y la generación de atmósferas opresivas. En el fondo, lo que se persigue es una mera descripción de situaciones sobre acordes de naturaleza semitonal, eludiendo cualquier progresión melódica (“Swagger Cuts The Power/Memphis In Church “, “Swagger Finds Sarah”), como ya hiciera en la referida “Training Day” (aunque sin duda, ésta era una de las bazas principales de este interesante thriller).
Afortunadamente (y en términos de escucha aislada), hacia el final de la edición encontramos temas más desarrollados donde Mancina combina de forma loable, todo sea dicho, acción con ambientación, bajo el amparo de pads percusivos yuxtapuestos a los metales (“Shootout In Virginia”, “Meeting In The Mountains”) o a la guitarra eléctrica (“Revenge”, “Memphis´ Story“). Un tono más incisivo, deudor de su famoso sonido mediaventures, lo encontramos en cortes como “Assassination”, y en menor medida en “Infiltrating The Cabin“, dotando a la cinta de momentos de acción repentina y fugaz.
Una banda sonora correctamente elaborada, sin nuevos elementos a aportar en su filmografía, donde Mancina demuestra no haber sabido escapar ni de las reglas impuestas ni de sí mismo. Esperemos que en su ya acabado trabajo para el drama "August Rush" nos encontremos a aquel compositor de “Moll Flanders”, trabajo con el que logró escapar de sus clichés de acción. Quizás cierto aire fresco a su carrera le viniera bien para reencontrarse como compositor y a la vez evadirse de los estándares impuestos.
3-abril-2007
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