Pablo Nieto
No es fácil catalogar esta nueva propuesta del camaleón Umebayashi. “Curse of the Golden Flower” es un exceso operístico admirable. Una vuelta de tuerca a la percepción coral de “El León en Invierno” de Barry, con los parámetros musicales impuestos por Tan Dun, y la sensibilidad y retroproyección de la definición melódica de nuestro Alberto Iglesias. Si, entiendo que algunos vean difícil el casamiento de todo lo dicho, pero la música, como el cine, se basa en la impresión, en el mensaje subconsciente que cada individuo es capaz de descifrar, haciendo caso a la piedra rosetta particular de sus sentidos.
“Curse of the Golden Flower” es una brillantísima propuesta coral de secciones enfrentadas. Una lucha de poder metafórica entre los rudos y violentos coros masculinos, y la delicada poesía y mágico encantamiento de la sección femenina. Una acertada lectura de la película de Zhang Yimou a cargo del compositor. El film, que sigue el testigo visual e histórico de las imprescindibles “Hero” y “La Casa de las Dagas Voladoras”, nos lleva ahora la China de la dinastía Tang. Corre el siglo X y estamos en la víspera del Festival Chong Yang. Miles de crisantemos amarillos inundan el Palacio Imperial. El emperador (Chow Yun Fat) y su segundo hijo, el príncipe Jai, regresan para sorpresa de todos a palacio después de tres años en la guerra. La excusa es la celebración de las fiestas con la familia, el reencuentro del emperador con su esposa (Gong Li), pero en el fondo hay razones ocultas en esta decisión. Una de ellas, la conspiración que el Emperador teme que se esté impulsando contra él por su esposa, y su amante secreto.
El score es una catarata de emociones e impactos sonoros. La lucha entre el “Theme of the Emperor” y el “Theme of Empress” queda ya perfilada al comienzo del disco, justo tras las opresivas “Tai He Song” y “Return to the Palace”. Es ese tono grave, amenazante, misterioso una de las notas predominantes de la música, aderezado siempre por la dramática elegía para orquesta y coro, omnipresente en hermosos, al tiempo que dolorosos pasajes como “Mother & Jai”, “Theme of the Empress Fate” o “Behind Pageant”. Alcanzando el punto más alto de sensibilidad en “Curse of the Golden Flower” y los emocionantes “End Titles” (un pasaje estremecedor).
Admirables las orquestaciones de Umebayashi, definiendo siempre la voz solista musical, ya sean los cellos (en cortes como algunos de los anteriormente mencionados), la voz (ya comentado) o instrumentos tradicionales chinos, como flautas en “Opening” y “Portrait” o percusiones. Estas especialmente activas en cortes como “Flight of the Sickle Troops” o “Heroic Battle”.
Cualquier conclusión sobre esta propuesta del ex-lider del grupo rockero EX (por cierto, un nuevo ejemplo que demuestra que cuando el talento sobra, la formación clásica no es tan imprescindible a la hora de elaborar piezas magistrales), debe pasar por un epílogo protagonizado por la ópera que sirve de leit motiv a la partitura. Esa lucha coral que se hace patente en cortes como “Emperor & Empress” y “Rebellion”, ampulosa y extrema en pasajes como “Rebellion”, y muy especialmente en los imperiales “Tai He Song”, “Imperial Ceremony” o “Empress Solitude”.
La vanguardia de la música de cine tiene su sede en Oriente. La decadencia occidental, capitaneada por el talonario de Hollywood, es inversamente proporcional al esplendor de las propuestas musicales de China y Japón. Umebayashi es quizás el más fiel exponente de esta asociación, de esta lucha por la imposición del talento sobre el costumbrismo más comercial. Un japonés que triunfa musicando películas chinas. Un compositor, que empieza a extender su talento por el viejo continente. En Europa encontrará nuevos y brillantes aliados.
|