José-Vidal Rodriguez
Tras una fructífera carrera en su país natal, en donde los premios y la crítica le han convertido en buque insignia de la nueva generación de directores galos, François Ozon da el salto al ámbito internacional con su primera película rodada íntegramente en inglés, en la que la abundancia de medios le ha permitido contar con un variopinto reparto que incluye nombres como los de Charlotte Rampling o Sam Neill.
Basada en una conocida novela escrita por Elizabeth Taylor en 1957, ”Angel” realiza un recorrido desde la adolescencia hasta la muerte de la escritora Angel Deverell, una niña prodigio de la literatura que durante años paladea los gratos sabores del triunfo, del reconocimiento profesional y la opulencia, para posteriormente caer desde lo más alto a un olvido casi total. Las imborrables vivencias de su época dorada y su ulterior caída, constituyen los mimbres de un sobrio largometraje de época que de nuevo demuestra el indiscutible potencial de la industria cinematográfica francesa.
En su quinta colaboración con Ozon, el compositor Philippe Rombi aborda probablemente una de las partituras más ambiciosas de su filmografía, justo después de dejar un gratísimo sabor de boca a los aficionados con su excelente “Joyeux Noel”. Y tras esas cinco obras con el cineasta, alcanzado ya un grado de entendimiento absoluto palpable en cada encargo que abordan juntos, Rombi nos ofrece en este “Angel” un rotundo ejemplo de tremenda clase y buen gusto, de la suficiente brillantez como para justificar no sólo la imparable progresión artística del autor en su país de origen, sino también a nivel internacional.
Partiendo del devenir cronológico del argumento, adscrito fundamentalmente a las primeras décadas del siglo XX, el score parece enfocarse -como bien expone Ozon en las notas del CD- a modo de velado homenaje a la Golden Age musical norteamericana. Las referencias al estilo visceral y melódico de autores como Frank Skinner (impronta especialmente deseada por Ozon para su película), apoyan la labor de Rombi para orientar su música hacia un pasado de triunfos, unos años de glamour y distinción en la juventud de Angel Deverell, así como también representar el posterior descenso a los infiernos de una escritora que lo tuvo todo demasiado pronto, y eso fue lo que acabó por destruirla.
Desde estas premisas estructurales, la partitura se convierte en un exquisito ejercicio de recuperación de sonoridades propias del cine clásico de los 50, siempre desde una concepción netamente melódica que no permite ni una sola nota de incidentalidad o disonancia que hagan desviar su delicados acordes del más profundo virtuosismo lírico. Pero esta vuelta atrás con reminiscencias claras de la época dorada hollywoodiense, viene complementada por un trabajado planning que engrandece sin duda el esfuerzo de Rombi: el autor, lejos de quedar limitado por las temp tracks de turno, empapa su composición con una sabia unión de sabor añejo y ornamentos musicales propios.
Por ello, los seguidores del marsellés reconocerán dos notas muy características de su estilo: la omnipresencia del piano como instrumento introductor y catalizador de varios cortes, así como el colosal arropo de la sección de cuerdas en pleno (esta vez engalanada con vistosos solos de violín a cargo de Rolf Wilson). Recursos ambos que tan pronto aportan calidez a la música, como la envuelven en otros instantes de un profundo halo de languidez y tristeza.
Para lograr transmitir este cúmulo de sensaciones, el galo asienta su score sobre un extraordinario y omnipresente tema principal, que resume en sus notas la tortuosa vida de la protagonista (“The Real Life of Angel Deverell”). Un corte de marcada sensibilidad lírica, potenciada incluso por la aparición de puntuales coros y orquestado por el propio Rombi desde la más profunda elegancia clásica, que además refleja de manera magistral ese carácter agridulce y melancólico asociado a la curiosa existencia de Angel.
Junto a él, y como frase asociada igualmente a la escritora, se alza majestuoso el “Angel´s Theme”, otra muestra de desbordante sensibilidad, esta vez entregada al piano, maderas y solo de violín (cuya rendición en “Marry Me” pone los pelos de punta por lo desbordante de sus arreglos).
Con la repetitiva utilización de estos dos motivos, Rombi busca sin duda la inmediata identificación del espectador con el rol de la protagonista. Numerosos personajes desfilan ante nuestros ojos durante el metraje, pero es realmente Angel el eje de la trama y la verdadera desencadenante de los acontecimientos. De ahí el énfasis del compositor en desarrollar su paleta de colores desde una base melódica basada en la recreación constante del “Main Theme”, sobre todo. Así, durante los 70 minutos del álbum, no cesamos de oir acotaciones, pinceladas y expresas rendiciones a sus acordes, recogidas eso sí en una amplia variedad de registros: el romanticismo del “London”, el tono juguetón del “Honey Moon”, la jovialidad del “Success“, la aflicción a piano del “Angelica“...., etc.
Afortunadamente, Rombi presenta otro fragmento con el que logra en parte relajar el interminable uso de los dos temas antes comentados. Ese es el “Paradise Theme”, un corte que parece funcionar como contratema al central, al abandonar los acordes bucólicos del mismo para sumergirnos en un gentil optimismo evocador de la vida soñada por Angel, de los momentos de triunfo que suponen la culminación de sus aspiraciones (“Crowning Moment”). Es un leitmotiv tremendamente excelso, de apabullante fuerza lírica y que, al igual que el ”Main Theme”, destaca por su trasfondo de grandiosidad orquestal.
Siendo estas las tres bases (y a la vez, los auténticos highlights) sobre las que se asienta la partitura, sería injusto seguir descubriendo los entresijos del trabajo sin permitir al lector descubrirlos por sí mismo y paladearlos con el mismo entusiasmo que lo ha hecho el que esto escribe.
A la vista de la flamante calidad de este ”Angel” y su más que probable tracendecia internacional a corto plazo, podemos afirmar que Philippe Rombi tiene sobradas aptitudes como para convertirse no sólo en uno de los mejores melodistas del panorama cinematográfico actual, sino también en el estandarte de esa nueva e interesantísima ola de músicos franceses llamados a convertirse en grandes.
22-marzo-2007
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