José-Vidal Rodriguez
Con ”Quigley Down Under” (“Un Vaquero sin Rumbo”, en su curiosa traducción al español), el inolvidable Basil Poledouris se reinventó así mismo a través de una partitura que ha quedado en la memoria de sus seguidores como una de sus obras más completas y demandadas durante años. Ante el loable entusiasmo del sello Prometheus en rescatar últimamente scores míticos del músico de Kansas, (véase la reciente reedición de esa joya llamada “Farewell To The King”), la discográfica belga nos presenta ahora esta flamante versión íntegra, que incluye más de media hora de música inédita, secuenciada tal y como aparece en el largometraje, y que de paso viene a engrosar la lista de homenajes artísticos al compositor desde su triste desaparición a finales del año 2006.
Dirigida por Simon Wincer y retomando un viejo proyecto de principios de los 80 que iba a ser protagonizado por Steve McQueen -finalmente cancelado por el fallecimiento del actor-, ”Quigley Down Under” narra las peripecias de Matthew Quigley, un peculiar cowboy en tierras australianas que es contratado por el acudalado ganadero Marston para matar perros salvajes. Lo que acaba descubriendo Quigley es que las verdaderas intenciones de Marston son las de acabar con los indígenas que ocupan sus tierras, razón por la que se enfrentará a su propio empleador en pos de defender a aquéllos inocentes moradores.
Poledouris estructura de manera envidiable su partitura, mediante un sometimiento muy palpable a los cánones tradicionales del leitmotiv, hecho que favorece enormemente la plena identificación del oyente con los personajes y ciertas situaciones recurrentes que conforman la trama. En términos globales, el trabajo se mueve dentro de un profundo aire melódico, rico en coloristas orquestaciones e imbuido en todo momento de una agradecida elegancia, a veces muy expresa en sus términos y en otras ocasiones soterrada entre fragmentos de mayor fiereza sonora. Elegancia que a algunos recordará levemente a su anterior “Lonesome Dove”, pero que aquí es tratada en tono desenfadado y netamente audaz, como comprobaremos ante la gran cantidad de instantes en clave vigorosa incluidos en el álbum -y que en aquélla partitura se evitaban por su carácter más introspectivo y sentimental-.
Decir que el tema inicial del score es uno de esos fragmentos esenciales para entender el inimitable estilo del músico, parece a estas alturas una afirmación de perogrullo dada la gran popularidad del corte en cuestión. Pero no hay mejor forma de desarrollar el presente análisis, que destacando en primer lugar los parabienes de esta esplendoroso fragmento, que aúna de manera envidiable arranques de poderosa y locuaz música de aventuras (una frase sumamente retentiva y potente, que oiremos en clave pausada y costumbrista en “Native Montage”), con instantes de grácil comicidad y “jugueteo” lírico, momentos éstos últimos que el autor asocia en tono socarrón a la singular personalidad del protagonista (muy esclarecedora resulta esa simpática estructura a lo ragtime escuchada con mayor claridad en “The Arrival”).
Si a ello añadimos la pulcra orquestación a cargo de dos grandes como Greig McRitchie y Mark McKenzie (geniales los arreglos de banjo que escuchamos), tendremos las claves para entender el por qué muchos consideran el tema como una auténtico diamante dentro de la filmografía de Poledouris.
Ya durante este “Main Title”, Basil introduce como puente de frases la sutil melodía que representa la relación de Quigley con la aguerrida Cora, el rol femenino de la trama que ayudará al cowboy en su cruzada contra Marston. Dicha melodía aparece de forma aislada y perfectamente identificable en los inéditos “Royus Interrupts” y “Quigley & Cora”, pero no es sino el melancólico motivo expresamente dedicado al pasado de la joven (“Cora´s Story”), aquel que depara uno de los instantes más gloriosos de todo el compacto, ante la enorme expresividad de sus acordes entregados a las maderas y las guitarras, en los que el compositor derrocha una distinción melódica que explotará a las cuerdas en la bellísima versión escuchada en la segunda mitad del “Dingo Attack”.
Otro de los aspectos fundamentales de éste ”Quigley Down Under”, es el hecho de que Basil se acerca a esta visión del “lejano Oeste australiano” desde una perspectiva claramente modernista y original, rompiendo de alguna forma los clichés bernsteinianos tan recurrentes en el género. Si bien en cortes como “The Fight” apela al sonido “Americana” tradicional, una clara muestra de ese pretendido rupturismo la constituye la inclusión de breves, pero importantes aderezos electrónicos (“The Test”, “Marston´s Attack”, “The Warning”), tan bien concebidos como es costumbre en el músico, y que acaban confirmando la intención del autor por crear una atmósfera musical que, desde su amplitud de miras tanto melódica como formal, se aleje un tanto del trasfondo argumental de western para acercarse a la pura partitura de aventuras contemporánea.
Si en el anterior CD de Intrada uno de los puntos fuertes del álbum lo teníamos en el apabullante tour de force del “The Attack”, la nueva edición de Prometheus cuenta con el aliciente de explotar aún más las virtudes de aquel genial corte rítmico, gracias a la inclusión de fragmentos nunca escuchados hasta ahora como el “You´ll Be Back” o el “Under The Boat“. El resultado, en su simbiosis con las escenas, no solo es de una eficiencia sin paliativos, sino que también la rotundidad sonora que transmite este leitmotiv épico, viene a ratificar de nuevo las dotes de Poledouris para dinamizar la acción. Habilidad que también demuestra con creces en fragmentos musicales de tono violento (“The Fire”), angustioso (“The Cliff”) o incluso árido y asfixiante (“Desert Trek”).
Por todo ello y atendiendo a las numerosas virtudes del score, si un trabajo del de Kansas merecía ser recuperado en forma de edición completa, ese era entre otros este ”Quigley Down Under”, sin duda todo un acierto del sello Prometheus y una razón más para deleitar el exquisito gusto y versatilidad de uno de los grandes autores de los años 80 y 90. Álbum imprescindible incluso para aquellos que ya dispongan de la anterior edición de Intrada, dada la amplitud, calidad y espectacular sonido del nuevo material añadido.
15-marzo-2007
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