Pablo Nieto
Con “Porco Rosso” , Hayao Miyazaki nos traslada a finales de 1920 al Mar Adriático, para mostrarnos la historia del caza-recompensas italiano Marco Pagotta a bordo de su hidroavión, disfrutando de sus tirabuzones, sus cruentos enfrentamientos aéreos con los piratas del aire, rivalizando con un guapo piloto americano. El único matiz es que Marco Pagotta era un hombre, un antiguo héroe de guerra, convertido en un cerdo por un maleficio (en la versión japonesa, por lo visto es el propio Marco quien decide transformarse en el rosado animal, desencantado por la ruindad humana). La historia en principio concebida con una mirada cómica y luminosa de la vida, termina adquiriendo un tono más oscuro, debido al estallido de la guerra de Yugoslavia y la decepción que provoca en Miyazaki la indiferencia de las potencias europeas ante este genocidio (algo habitual por otro lado).
“Es mejor ser un cerdo, que un fascista” es una de las lecturas que puede hacerse de esta obra maestra visual, de una belleza incuestionable, de personajes y relaciones complejas y casi imposibles como la de Marco y Gina. Un film absolutamente reivindicable, que posee en su banda sonora otro de sus activos fundamentales.
Desde que en 1983, Hisaishi impresionara a Miyazaki con sus demos para “Nausicaa del Valle del Viento” (quedándose con un proyecto en principio atribuido a Isao Takahata, productor del film y mano derecha de Miyazaki en Studio Ghibli), las colaboraciones entre el compositor y el director se han convertido en una referencia artística mundial.
Para “Porco Rosso”, Hisaishi nos deleita con un recital de elegancia orquestal, con hermosos pasajes para piano en involución con la orquesta, piezas bufas (claro homenaje a Nino Rota), y obsesivos crescendos marca de la casa que se adaptan como un guante a los escorzos del avión del protagonista. Su score huele a brisa de mar, rebosa paz y tranquilidad. Es un dechado de melancolía y sensibilidad. Arrebatador e intenso. Una propuesta diferente y estimulante, como es habitual en la carrera del compositor.
Entre todas las ediciones discográficas del mismo, optamos por recomendar el Image Album de la casa Tokuma (editado en 1992, y reeditado en 1997). Los Image Album son un reflejo del cuidado y el respeto por la música de cine que tienen los japoneses. Absolutamente admirable. Estos discos toman como base los temas principales de la película, pero se construyen como un disco independiente, que más que acompañar las imágenes, se inspiran en ellas para aportar una dimensión diferente de la misma, además de ser mucho más compacta para su escucha aislada. Este “poema sonoro”, suele compartir protagonismo con la edición del score original, y con la atractiva versión sinfónica de la partitura. Lo dicho: es otro mundo.
En “Porco Rosso”, nos encontramos diez maravillosos cortes, con propuestas temáticas tan diferentes como atractivas. El leitmotiv es la propia interconexión armónica de la música, el espíritu ensoñador que insufla Hisaishi a su música. Ya con la majestuosa obertura de “The Blue Sky of the Adriatic Sea”, sentimos la magia de la composición de Hisaishi. Una melodía central interpretada por el propio compositor a piano, y envuelta en un colorista manto de base rítmica pop, electrizantes crescendos orquestales, y oportunas entradas de la trompeta para incentivar la evocación de la música.
Con “The Era of Adventuring Aviators”, comienza a entrar en juego el espíritu de Rota. Este slow-tempo waltz, en continuo crecimiento, es otra joya de la orquestación, con el clarinete como elemento definidor, pero que termina entregándose a la fuerza de la percusión y la orquesta. La soledad de Marco, es una invitación para que Hisaishi de rienda suelta a su talento introspectivo para la composición dramática. Así, en “Crimson Wings” nos encontramos con uno de esos imprescindibles pasajes del japonés de claro marcado melancólico para piano, violín y suave base de cuerdas, que termina transformándose en un seductor movimiento para saxo y orquesta. El tema de amor de la película.
Mucho más new age se muestra en “Savoia in a Sea of Clouds”, utilizando las cuerdas como excusa para construir una metáfora minimalista y diríamos que, casi obsesiva, de la música como espejo de la libertad de volar. Un corte de transición necesaria (y que será revisitado en “The Great Depression”), complementado por la tarantella de “Piccolo Corp Ltd.”, con divertidísimos pizzicatos marca de la casa. Más opresivo se muestra Hisaishi en “War Game”. Un corte donde prima la electrónica, con una base rítmica persistente, marcando la dinámica de la música, y aderezos de piano y coros sampleados.
De nuevo tenemos a Rota en “Dabohaze”. Una marcha bufa, con aires circenses e irónica propuesta melódica, que precederá a “Adriano Window”. Otra pieza para enmarcar. Una deliciosa melodía para piano, oboe y arpa. Absolutamente deliciosa. Sensible y contenida.
La propuesta de Hisaishi finaliza con “The Theme of Marco and Gina”. Un reprise del tema de amor, con mayor protagonismo del piano y el saxo, pero mucho más contenido que en la versión de “Crimson Wings”.
Es “Porco Rosso” una propuesta musical absolutamente imprescindible. Una vía de iniciación perfecta al universo personal de Hisaishi. Un lujo de banda sonora.
10-marzo-2007
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