Pablo Nieto
Concebida por los gemelos Polish (Michael y Mark), “The Astronaut Farmer”, nos cuenta la historia de un astronauta de la NASA (Billy Bob Thorton), forzado a retirarse para tratar de salvar así la granja familiar, viendo truncado su sueño de viajar al espacio. Sin embargo, los sueños nunca se apagan hasta que dejamos de existir, y así, este Don Quijote californiano se embarca en la utópica e imposible misión de hacer realidad su sueño, construyendo un cohete en su granja, a pesar de los impedimentos que le pone el gobierno.
Stuart Matthewman, guitarrista y saxofonista del grupo británico Sade, es el encargado del apartado musical. Colaborador habitual de los gemelos Polish (han trabajado juntos en “Northfork”, “Jackpot”, “Twin Falls Idazo”, y repetirán en “I.D”), no está solo en este ambicioso proyecto. En un segundo plano no debemos dejar pasar por alto la presencia de Rob Mathes. Uno de los productores musicales más prestigiosos, que ha arreglado, producido y compuesto música para artistas como Rod Stewart, Lou Reed, George Michael, Celine Dion, Elton John o Natalie Cole. Aparte de haber sido mano derecha de Quincy Jones en numerosas de sus producciones en vivo.
“The Astronaut Farmer” es una refrescante a la par que recogida y nostálgica propuesta. Un score construido en torno a un omnipresente leitmotiv, ya introducido en los “Opening Titles”. Un motivo a modo de lullaby, con el vibráfono como protagonista inicial (instrumento presente a largo del score), que poco a poco dará paso a la fuerza de la orquesta, con los metales como invitados principales. Un atractivo mensaje de contrastes. Fiel reflejo de la personalidad del protagonista, un hombre solitario y fantasioso, y el épico reto que afronta.
Los 31 cortes de la edición de Varèse, vuelven a provocar cierta confusión en su escucha aislada, pudiendo dar la sensación de falta de cohesión, de ausencia de hilo conductor en la propuesta del compositor. Es lo que tiene cuando se escuchan 60 minutos de forma continuada. Los cambios de tempo, de ritmo, de orquestación, de propuesta melódica, son elementos que pueden llevar a conclusiones viciadas sobre el trabajo presentado. No debemos olvidar el juego de silencios, la labor descriptiva de la música, la brillantez de cada corte como ente individual.
Dicho esto, “The Astronaut Farmer” sorprende por su variada paleta de colores, por el doble juego de lo sinfónico y lo íntimo. Un trabajo, que permítanme el atrevimiento, tiene algo de Bernstein y Goldsmith. Por supuesto, no en la resolución de la idea, pero sí en el planteamiento de las mismas. Un toque nostálgico, americano, bien cuadrado orquestalmente.
Volviendo a la edición discográfica. Al Opening le siguen interesantes variantes del tema central en “Sleepy Shepard” (nostálgico motivo, donde se juegan con los pizzicatos) “Bank”o “Meeting Grandpa”. Todos ellos con cierto aire de ensoñación, interrumpido por la gravedad del amenazante “FBI Arrive”. En “Embrace the Media” y “Dunkin Donuts” se opta por una propuesta folk, con protagonismo de las guitarras. Dos piezas escritas por Mathes.
La primera propuesta sinfónica seria del score la tenemos en “Weatherman”. Por desgracia, es apreciable la falta de presupuesto para la música. La orquesta está desnuda por la falta de cuerdas suficientes para compensar el poderío de las percusiones y los metales. Un defecto que encontraremos en soluciones similares.
Es interesante incidir de nuevo en el contraste entra la contención del piano y las cuerdas en cortes como “Colonel Sees Rocket”, “Farmer and Sunshine”, “The Bullets Keep on Travelling”, “Funeral” u “Hospital”, con pasajes como “Colonel and Farmer in Trailer” o “Farmer Speech”, donde la música amaga con romper sinfonicamente, aunque la propuesta se queda en un crescendo continuado sin staccato final.
Matthewman se muestra especialmente activo en “Wreck” (típico pasaje de acción), místico en “Pick Up Farmer” (atención a los arreglos electrónicos y al sólo de trompeta), misántropo en “Sad Family” (con preciosista sólo de cello) y dinámico en el brillante ““Bag of Money Preparations”.
Para el clímax de la película, consigue mantener el equilibrio de la música, pasando de los redobles de “Leaving” (con nostálgico final para piano y violines) al ataque sinfónico de “Pre Launch” y “Launch”. Eso sin olvidar “Space”. Trabajada pieza, donde la tensión de la música puede cortarse con un hilo, y en la que Matthewman consigue trasladar la opresión del espacio, la soledad del astronauta, introduciendo de manera casi imperceptible un acertado arreglo electrónico que bien podría estar tratando de reflejar el sonido inexistente del vacío. Igualmente brillante se muestra en “Lost in Space”, un corte donde repite el efecto de ese crescendo progresivo que no termina de rematar. Para eso ya está el emocionante “Re Entry” y el épico “Home”.
9-marzo-2007
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