Ignacio Garrido
De los tres trabajos que el maestro Jerry Goldsmith realizó para el visceral y potente director Paul Verhoeven, "Instinto Básico" quizás no sea el mejor considerado entre los fans del californiano, pero sin duda es el más interesante y psicológico, el de más profundas raíces emocionalmente perturbadoras. Algo con lo que el compositor disfrutaba sobremanera a la hora de acercarse a films que le permitían bucear en la psicología de sus personajes, en una trama enrevesada y en la ilustración del desarrollo de los mismos a través de la plasmación de ideas que tomaría de su maestro y amigo Alex North, al que por momentos se asemeja en grandeza descriptiva, del fresco interior de los protagonistas de "Instinto Básico".
El arrollador frenetismo y espectacularidad de "Desafío Total" se llevó la ovación del aficionado más básico de Goldsmith (nunca mejor dicho, tanto se trataba de una modélica banda sonora en un género, la acción, en el que el compositor fue el auténtico número uno, siendo dicho trabajo una de sus obras más redondas y pletóricas en ese registro) y "El hombre sin sombra" pasaría a ser su ultimo e incomprendido gran trabajo, por los matices orquestales ascendentes y descendentes asociados a los estados de visibilidad e invisibilidad con los que se juega a lo largo de la trama. Pero con su partitura para el film de violencia y sexo que lanzaría al estrellato a Sharon Stone, el autor de "Bajo el fuego" lograría cotas de expresividad e implicación sonora con las imágenes y la narración realmente excepcionales.
Baste con citar el sinuoso, sugerente y de eco herrmanniano, tema central como base de una composición intensa, que se debate (con dicha melodía como piedra angular de esta afirmación) entre un soterrado romanticismo malsano y una sensación de amenaza latente. Durante los momentos más agresivos, el compositor acudirá directamente a su impactante escritura polifónica y sincopada marca de la casa, para ofrecer contundentes pasajes de acción como "Night Life" o "Roxy Loses", donde los sintetizadores fusionados milimétricamente con la portentosa National Philarmonic Orchestra adquieren su mayor protagonismo. Goldsmith emplea mayoritariamente la sección de cuerda para la descripción de las emociones de atracción y miedo que el policía (Michael Douglass) siente por la sospechosa (Stone), hasta caer irremediablemente atrapado en sus redes y envuelto en un caso que juega con él, tanto como ella. Mientras, el viento y la percusión sobresaldrán en los instantes de acción.
Precisamente, esta partitura presenta cierta controversia entre algunos aficionados, que tachan el trabajo de aburrido, con algunas secciones planas o insuficientes. No se pueden juzgar los gustos a la hora de acercarse a críticas como éstas, pues quizás sí existan ciertas limitaciones de recursos expresivos a la hora de configurar los cortes más trepidantes, pero como tales, responden a las necesidades de las escenas, mucho menos importantes (las persecuciones en coche por ejemplo, llamadas a destacar menos dentro del conjunto musical) que las secuencias más cruciales.
Aun así, la insuperable fusión de música e imagen en momentos como el inédito "Don´t Smoke" (con reminiscencias a otra obra maestra del autor como es "Alien"), o el superior si cabe "Crossed Leggs", acompañando una secuencia ya legendaria, elevan a Goldsmith por las intenciones de seducir al espectador y por ende al oyente, a la categoría de genio y a la banda sonora a rozar la perfección. En este momento, de forma serpenteante, lasciva y sugerente, el tema central es reconstruido y alterado maliciosamente, hasta crear un alucinante baile sonoro que transmite tanto la inocencia pervertida del juego al que Stone somete a los presentes en su interrogatorio, como la sospecha e interés que levanta en Douglass. Una clase magistral en cuatro minutos y cincuenta segundos sobre cómo componer música de cine.
Quizás algo saturados ya de ediciones extendidas, completas, de lujo o similares, los aficionados comiencen a tirar la toalla frente a propuestas como la presente, dado lo relativamente cercano y completo de su edición oficial (al igual que pudiera pasar con "Desafío Total" con la reedición deluxe por parte de la casa Varése) y las, inicialmente pocas aportaciones sustanciales, que se pueden apreciar en el contenido o la presentación de los mismos bajo un análisis superficial. Pero una partitura que bien pudiera darse como bien representada en su edición anterior, no podría soportar una nueva revisión de conceptos como si consigue la nueva edición de la casa Prometheus. Esta compañía parece por cierto, un tanto amiga, en los últimos tiempos, de lanzar al mercado trabajos previos de autores de renombre dentro del panorama cinematográfico, con mínimos añadidos, cosa que aquí no sucede.
En este caso dejar pasar esta edición no sería un acierto, pues hay partituras a las que no les sobra ni un solo segundo y cada nuevo tema se disfruta tanto como los conocidos e incluso más, si las ganas de escuchar ese final alternativo o ese breve y sublime pasaje que fue olvidado en la edición original, nos persiguen cada vez que revisitamos el film en sus pases televisivos o visionados en DVD. Por ello y sobre todo porque "Instinto Básico" es una obra clave de la música de cine de los años noventa, este disco es totalmente recomendable, destacando las sutiles variaciones de temas y motivos conocidos en nuevos cortes como "Catherine & Roxy", por ejemplo, como muestras magistrales de un talento en estado de gracia. La indiferencia ante esto supondría una falta de atención y oído alarmante pues, ¿por qué quedarnos con un sobresaliente pudiendo tener una matricula de honor?.
La escucha de todo el nuevo material, que asciende a unos 30 minutos, justifica con creces la adquisición del compacto, pues temas como "Beth & Nick" o "Wrong Name", suponen nuevas lecturas, matices y cotas de genialidad a descubrir en esta obra incontestable, del compositor que para muchos (entre los que por supuesto me encuentro) siempre será el mejor de la historia del cine. Las notas son extensas e interesantes, el grafismo cuidado, el sonido soberbio, por lo que el no adquirirlo ahora será lamentarlo más adelante.
|