Manuel Ruiz del Corral
Resulta difícil delimitar cuándo un compositor como Philip Glass -con un lenguaje musical tan aparentemente sencillo como fuerte en personalidad- inventa, reinventa o sencillamente se repite a sí mismo.
Y es que su lenguaje musical parte de un concepto estético suficientemente íntegro: la sencillez y variaciones mínimas de patrones (progresiones de terceras, combinación de acordes diátonicos y alterados en movimientos cromáticos, etc) como medio de progresión musical. Es por ello que la variedad y la creatividad de Glass -y de sus contemporáneos estéticos- hay que buscarla en las sutilezas y en los matices, no en la percepción global de la obra.
“Notes on a Scandal” –de Richard Eyre, y protagonizada por dos fantásticas actrices, Judi Dench y Cate Blanchett- narra la experiencia de una profesora que mantiene una relación con uno de sus alumnos, mientras entabla una inquietante amistad con otra trabajadora de la escuela, que descubre su secreto. Una historia de oscuridades psicológicas que se adapta como un guante a la paleta creativa de su compositor.
Si bien en su reciente “The Illusionist” el trabajo de las líneas melódicas y color orquestal era destacable, así como el juego de acentos, dinámicas, y las sutiles referencias al clasicismo del Siglo XIX, “Notes for Scandal” se nos presenta como una partitura más opaca y melódica, cuya fuerza reside en el concepto psicótico y obsesivo que parece emanar de algunos pasajes, así como en el propio lenguaje de Glass.
Poco más se puede añadir desde un punto de vista estilístico, pero en este marco, se pueden destacar dos características particulares que diferencian este score. La melodía, como tal, adquiere una importancia relevante en este trabajo (algo no muy común en Glass), es así como podemos encontrarnos un leitmotiv ejecutado con oboe solo –construcción fundamentalmente tonal, con algunos amagos cromáticos, véase “A Life Lived Together” o “Betrayal”-, o pasajes a dos voces, con un contrapunto bastante restringido, y un carácter intimista casi lúgubre -véase “Discovery”, “First Day of School”, o “Good Girl”-.
Por otra parte, contrastan pasajes rítmicos cuasi-obsesivos, que ensalzan el concepto anterior hasta una percepción casi psicótica (véase “Confession”, “Going Home”, “It´s your Choice” y especialmente “Betrayal”, que culmina en una vigorosa sección de arpegios y síncopas rítmicas, en un ambiente armónico inestable).
El resto del trabajo es muy correcto y propio de su autor, pero no llama la atención de una manera singular, ni por su lenguaje ni por sus matices particulares. La partitura –y su deliberado tono opaco y ambiguo que resonará con la estética del film- fluye sin escisiones.
En definitiva, “Notes on a Scandal” puede pasar por una partitura “más” en la obra de su compositor; su construcción es como siempre muy interesante, y dejará suficientemente satisfechos a sus seguidores, más allá de comparativas, invenciones, reinvenciones o repeticiones.
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