Miguel Ángel Ordóñez
¿En qué consiste la felicidad?. ¿Bajo que efímero disfraz se presenta?. ¿Cuál es la seña de identidad de un término que apela a estados de ánimo subjetivos?. Sobre éstas y otras cuestiones gira la propuesta del director Gabriele Muccino y de su héroe transportado a la gran pantalla, el ahora millonario Chris Gardner (Will Smith), en “The Pursuit of Happyness” (la “y” sustituyendo a la “i” como base argumental que no es cuestión destriparles), filme realizado a mayor gloria del actor, quién ocupa cada uno de los planos del mismo.
“En busca de la felicidad” bucea, sin ápice de sonrojo, en los mecanismos del sueño americano. En el país cuna del capitalismo, ser feliz se equipara a poder y riqueza. El dinero y la familia son los mecanismos sobre los que se asienta la búsqueda del bienestar. Una película que abusa de tópicos y deriva hacia postulados maniqueos sosteniéndose, hasta el punto de transmitir emociones, gracias al buen hacer de un Will Smith sorprendente. Uno nunca llega a creerse que el idealizado personaje de Muccino afronte la vida con tanto arrojo y valor, que al mal tiempo ponga buena cara, que los reveses de la fortuna sean la fuente que mantenga intacto su coraje. Pero hay algo en la mirada de Smith que le hace creíble, una contención facial y un ejercicio de introspección tan pulcro que no cabe otro remedio que claudicar y profesarle infinita admiración al personaje.
Tras una sólida relación con el compositor Paolo Buonvino (las interesantes “Ecco fatto” y “Come te nessuno mai”, o las estupendas “L´Ultimo bacio” y sobre todo, “Ricordati di me”), Muccino ha contado en esta ocasión, para su desembarco en América, con la ayuda de su compatriota Andrea Guerra. Junto al propio Buonvino, a Piersanti, Siliotto o Crivelli, Guerra es fruto de una sugerente generación de nuevos compositores italianos llamados a reverdecer los niveles de calidad alcanzados por los Morricone, Rota, Piccioni, Piovani o De Masi en el pasado. Difícil tarea para unos músicos que surgiendo en los 80 y 90, ocupan hoy día la primera plana musical cinematográfica en su Italia natal.
Tras la irrupción de Guerra en 1990 con su romántica y evocadora “Viaggio d´Amore”, ha sido con la llegada del nuevo siglo cuando su sintaxis musical, que intercala sinfonismo melancólico e híbridas texturas modernas, ha alcanzado un merecido reconocimiento. El éxito de la interesante “Hotel Rwanda” (nominación al Globo de Oro, Premio de la Academia Europea) le ha permitido dar el salto al mercado internacional tras obras de lustrosa solidez como “Le fate ignoranti”, la televisiva “La stagione del cuore” y especialmente, “La finestra di fronte”, hermosa partitura corolario de su elegante estilo, coronada con un David di Donatello.
La edición discográfica de “The pursuit of happyness” refleja una partitura ambigua, dividida en dos tramos bastante equidistantes. La primera sensación del oyente, rebasado sus créditos iniciales, es la de asistir impertérrito a un trabajo cimentado sobre el famoso aforismo de “dar gato por liebre”. Cortes (“Being Stupid”, “Running”, “Park Chase”, “Night at Police Station”) dominados por una rancia impronta newmaniana (Thomas, por supuesto) ni siquiera disimulada tras un fantasmagórico barniz. Hasta el punto de dudar del prensado del disco y acudir al “Erin Brokovich” de la estantería propia, asumiendo lo inevitable. Una escasa originalidad donde pesa en exceso la presencia de temp tracks molestos o eso al menos quiero pensar siendo benevolente (el timbre, la armonía y la instrumentación recuerda también al “American Beauty”).
Pero afortunadamente, “The pursuit of happyness” es bastante más que eso. En conjunción con la película, la presencia de los tres temas sobre los que se erige el score nos remiten a un compositor lúcido que entretejiendo sabias armonías de constante italianizada, logra dotar al conjunto de la necesaria melancolía y de un recurrente aire esperanzador. “Opening” nos introduce el tema asociado a un Chris empeñado en ganarse la vida a cara de perro, una dinámica pieza que juega con la progresión de dos notas para acomodarse a la figura de un hombre con prisas abierto a la esperanza (“Opening”, “Where´s My Shoe”). No es extraño que bajo esas premisas un tema asociado a la infelicidad, a las trabas y obstáculos que encuentra en su camino a la realización personal, funcione como contratema. Una línea melódica triste y compungida que arranca con “Linda Leaves” y que tendrá continuación en “Homeless” y “Dinosaurs”, la mejor escena de todo el filme.
De ahí que el tema central persiga esa búsqueda de la felicidad a la que Chris se agarra denodadamente. Planteada la melodía en “Possibly”, la misma se desarrolla en plenitud durante “Happyness”, para alcanzar su esplendor a la cuerda en “Welcome Chris”, como resultado de la prosperidad definitivamente instalada en el personaje.
“The pursuit of happyness” es un trabajo sin sorpresas, de agradable audición, que realmente encuentra su sentido en conjunción con las imágenes, no tanto por su acaramelado envoltorio sino por su derivada función narrativa. Un score honesto que refuerza el gancho de Guerra fuera de su país.
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