Pablo Nieto
Al John Malkovich actor, todo el mundo le conoce. Todo el mundo le admira. Su perturbadora presencia, sus cambios de registro, sus memorables interpretaciones como villano frío, listo y manipulador (inolvidable su papel de "En la Línea de Fuego"). Su influencia ha sido tal, que hasta ese genio que es Spike Jonze, le erigió como máxima inspiración de esa obra de culto que es "Cómo ser John Malkovich", que posteriormente influiría en "El Ladrón de Orquídeas". Sin embargo, el Malkovich director era una incógnita. Incógnita que ha desvelado con "Pasos de Baile". Un trabajo muy digno, bien filmado. Un thriller sobrio y eficiente; complejo y metódico. No podíamos esperar menos de Malkovich.
La película se centra en uno de los muchos conflictos terroristas que asolan Sudamérica. Por motivos que no llegamos a conocer, no se da el nombre del país ni se hace referencia al grupo en concreto, pero todos sabemos que habla de Perú y de Sendero Luminoso. Se nos muestra en crudo de lo que son capaces de hacer estos terroristas, apelando a Dios y a Marx. Su fundamentalismo, su violencia radical, su continua captación de adeptos... Se enseña también la miserable corrupción del Gobierno y sus políticos, y el creciente y amenazante poder de los militares. Y todo ello con un protagonista absoluto, como es Javier Bardem, interpretando al agente de policía Agustín Rejas, que convierte en un desafío personal, la captura del líder de los terroristas. La presión a la que se ve sometido es “aligerada” por ese amor imposible que entabla con la profesora de ballet de su hija.
El hecho de que "Pasos de Baile" tuviera una producción española, con Andrés Vicente Gómez a la cabeza, seguro que influyó decisivamente para que Alberto Iglesias fuera el compositor elegido para poner música a este film. Sin embargo, también es necesario destacar que en los últimos años Iglesias ha sido el compositor español que más ha sonado fuera de nuestras fronteras, sobretodo gracias a su relación con el cine del oscarizado Pedro Almodóvar. A estos factores, unámosle la indudable calidad de Iglesias, y entonces se comprende por qué Malkovich le eligió para poner música a su opera prima.
Iglesias escribe una partitura opresiva y asfixiante. Un score que da pocas concesiones a lo melódico, pero que cuando lo hace merece la pena. Así nos encontramos la brillante overtura (“Pasito”), donde un acordeón al que progresivamente se unen cuerdas y piano, desarrolla el que podríamos considerar el leit motiv principal. Un tema con reminiscencias a la música popular típicamente sudamericana. Serán constantes sus referencias a lo largo del score, encontrándolo en “Slow Pasito” (un piano sustituye al acordeón), en “Ciudad Sitiada”, "Pasito Lento" y “Mountains, Old Farm”.
Hemos de destacar también la presencia de otro tema. Un motivo, al que Iglesias recurre en plan “cliché” llamado "The Dancer Upstairs", que tendrá tres apariciones así numeradas. El piano y la percusión se encargan de presentarlo, para posteriormente, ir adquiriendo forma y constituirse en una hermosa elegía de cuerdas.
El resto del score, opta por esa vía etérea e introspectiva que tan bien construye Iglesias. Con una omnipresente base armónica disonante, y un piano que en diversas escalas, y con notas espaciadas, le da forma al cuerpo de la partitura. Una música, que cuadra a la perfección con la cruda realidad a la que nos enfrenta Malkovich. Un trabajo muy personal del compositorque puede generar, de nuevo dudas sobre la idoneidad de su escucha aislada, pero no sobre su efectividad cinematográfica.
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