Pablo Nieto
Con apenas 12 años un niño llamado Hans Zimmer escuchaba ensimismado la voz de Edda Dell´Orso. Como su cálido lamento iba creciendo con las cuerdas al tiempo que hipnotizado por el travelling de la cámara nos mostraba a una triste Claudia Cardinalle alejándose de la estación de tren. “Once Upon a Time in the West” y Morricone marcaron la vida del joven alemán, quien si saberlo en aquel momento, años después provocaría el mismo efecto en otros jóvenes y futuros compositores. Es el ciclo de la vida, que él tan bien conoce desde que ganara su único Óscar.
La admiración de Zimmer por el Maestro italiano es directamente proporcional a las críticas que tanto uno como otro recibieron en sus respectivas épocas por lo rompedor de su propuesta. Una admiración convertida en amistad, curiosamente desde que Zimmer ofreció a Andrea Morricone un estudio en Media Ventures. Ser amigo de tu ídolo no es nada fácil. Hay pocos afortunados en este mundo, y Zimmer es uno de ellos, aunque no el único.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que Nancy Meyers estaba en plena construcción de personajes de su nueva comedia romántica, Zimmer decidió aportar algo más que ideas. El personaje de Jack Black, compositor de música de cine que Meyers introdujo en la trama tomando como referencia a Ramin Djawadi, joven colaborador de Zimmer, es uno de los principales alicientes de esta divertida comedia estival. Guión ágil, rostros conocidos (Jude Law, Kate Winslet, Cameron Diaz), buena ambientación… pero sobre todo el homenaje continua a la labor del compositor cinematográfico. Es ahí donde Zimmer, decide aportar su punto de vista, y donde Meyers opta por dibujar el personaje tomando como referencia a un Zimmer pre-"Rain Man". Desconocido y con ganas de triunfar. Apasionado, pero inseguro. Amante de Morricone (escucha “Cinema Paradiso” en el coche, eleva "La Misión" a la octava potencia), y fervor defensor de este arte (la escena del videoclub no tiene precio).
El homenaje no se limita a los diálogos. El primer corte del disco titulado “Maestro”, es toda una declaración de intenciones, otro tributo más al legado del romano. La pieza es primero diégetica para luego convertirse en incidental. Pasa de ser interpretada por Jack Black en su teclado musicando otra película, a transformarse en el leit motiv principal del score. Un precioso tema para piano, cuerdas, apuntes de guitarra, y vibrantes y frescos crescendos marca de la casa. Atención al parecido (buscado) de las cuatro primeras notas con el famoso tema de amor de Morricone para “Erase Una vez en America”. Un motivo posteriormente desarrollado, con un talante más íntimo, en “Iris y Jasper”. Amor imposible, amor no correspondido. Plausible el arreglo que pasa de oboe en su arranque a la guitarra acústica al final.
“Kayak for One”, es una placida aproximación al bossa nova de Sergio Mendes. Un tema extrovertido y alocado como el personaje Cameron Diaz, donde se nota la mano del brasileño Heitor Pereira.
Encontramos una nueva propuesta temática en “Zero”. Una pieza donde las referencias al Williams de “La Terminal” o “El Turista Accidental” son evidentes. También conviene detenerse en “Dream Kitchen”, otro divertimento en consonancia con “Kayak for One”. Guitarra, marimba se acoplan a los preciosistas arreglos orquestales del alemán. Conviene destacar también el aire a lo minor swing de “Light my Fire”, las interesantes transiciones de “Definitely Unexpected” o “Busy Guy” donde destaca el ritmo sincopado y los apuntes de los diferentes motivos principales.
Llegamos a “If I Wanted I Call You”, donde de nuevo hace acto de presencia el tema de amor, en una de sus versiones más contenidas y tristes. Como también hiciera el Maestro Morricone en sus discos, Hans le regala un tema a la directora, titulado: “For Nancy”. Una variante del tema central, una bossa nova light realmente agradable, donde escuchamos interesantes arreglos vocales a cargo de la mujer del alemán, Suzanne e Imohen Heap. Estos tendrán mucha más presencia en “Kiss Goodbye”, como complemento a una emocionante variante del tema central, y por supuesto en “Verso e Prosa” y “Meu Passado”, con la bossa nova como protagonista una vez más.
Estamos llegando al climax de la película, y Zimmer se vuelve más introspectivo e íntimo en cortes como “The Cowch”, “Three Musketeers” o “Christmas Surprise” donde sólo al final se adivina un final positivo. Ya desarrollado sin tapujos en “Gumption” y “Cry”, retomando las directrices de "Maestro". El sentido del ritmo, los arreglos para guitarra, la correcta inserción de la orquesta, el toque pop-rock. Es toda una declaración de buen gusto, una prueba más del talento de un compositor claro y diáfano en sus planteamientos.
Queda acreditada la solvencia de Zimmer en este tipo de trabajos. Siempre fresco y sensible, también menos arriesgado, pero de vez en cuando especialmente emocionante, como ocurriera hace dos años con “Spanglish”, una partitura a la que se acerca con este “The Holiday”. Quizás un trabajo más disperso que el score para la película de James L. Brooks, pero aún así una propuesta muy por encima de la mediocre media de este año. Aunque tampoco debemos olvidar otro referente muy cercano: “The Weather Man”. Score que pasó casi desapercibido, y donde el alemán introduce una serie de ideas en cuanto a ritmo, timbre y melodía que a buen seguro seguirá desarrollando en los próximos años. Este es el primer ejemplo.
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