Miguel Ángel Ordóñez
Hace muy poco tiempo, un famoso compositor español empleado en nuestra cadena estatal me comentaba las diferencias existentes, en materia presupuestaria, entre la RTVE y la BBC británica. Enamorado de la serie documental “Planeta Tierra”, se deshacía en elogios respecto del cuidado formal y musical de la serie, la facilidad que tienen los organismos de aquella para asignar una orquesta del calibre de la BBC para sus propios proyectos, frente al desamparo existente en nuestro país, donde una orquesta como la de RTVE parece situada al margen de cualquier producción de la cadena.
No cabe la menor duda que esta lamentable paradoja, tan real como desoladora, tiene un punto de inexplicable. Tan sólo apelando al distinto nivel educacional que rige en ambas culturas televisivas, puede encontrarse la explicación a tan desigual status. El cariño y cuidado desde tiempos pretéritos que los británicos ponen en sus productos televisivos nada tiene que ver con los vaivenes de una televisión pública nacional, que acuciada por las pérdidas, ha emprendido una actual reconstrucción de inciertos resultados, incluyendo miles de jubilaciones anticipadas que no atienden a un mínimo orden selectivo en términos de capacidad profesional.
El caso es que el nuevo producto en materia documental de la BBC, con Alastair Fothergill en la dirección tras la exitosa “The Blue Planet”, es un compendio en once capítulos de los diferentes ecosistemas que rigen nuestro “Planeta Tierra”. El más ambicioso proyecto destinado a retratar la fauna y flora que jamás haya sido realizado, cuenta con el monstruoso presupuesto de 26 millones de euros (el más caro de la historia). Rodada íntegramente en alta definición a lo largo de cuatro años, “Planet Earth” es una soberbia serie (emitida en la actualidad por Canal +) con imágenes nunca vistas, muchas de ellas gracias a la novedosa cámara heligimbal, una cámara estabilizadora dotada de un potentísimo zoom que permite rodar desde grandes alturas.
Especializado en este tipo de productos, de entre los que nos ha regalado correctas muestras (“The Trials of Life”) o soberbios ejercicios de estilo (“The Blue Planet”, “Deep Blue”), el británico George Fenton prosigue formalmente con las constantes introducidas en estas dos últimas series: empleo de orquesta y alguna que otra acotación étnica. Hasta el punto que el tema de la serie televisiva presentado en “Prelude” referencia, en un breve homenaje capitular, al utilizado por el compositor en “The Blue Planet”. Pero a diferencia de éste, “Planet Earth” es un score más calmado, dulce y relajado que su pariente cercano.
Dos CDs (más de 140 minutos de música) acotados sobre once grandes bloques (tantos como episodios de la serie) en los que Fenton, manteniendo un lenguaje poco sorpresivo, contribuye con su particular noción de la belleza al borde de la extinción. Un planeta regido por un frágil equilibrio, que si nada lo remedia, tendrá un muy distinto aspecto en 50 años (permítanme esta licencia a la manera Al Gore).
Con el episodio “From Pole to Pole”, Fenton arranca entre delicadas líneas a la cuerda (“The Journey of the Sun”), punzantes contrapuntos percusivos (“Hunting Dogs”) y elegantes valses apoyados en constantes fraseos de la madera y los violines (“Elephants in the Okavango”). Texturas orquestales impregnadas de un aire mágico que volverán a hacer acto de presencia en el episodio “Freshwater” (quizás el mejor de todo el compacto con maravillas como “River Predation” o “The Snow Geese”), adquiriendo un juguetón aire despreocupado con la brillante “Surfing Dolphins” (perteneciente al episodio “Shallow Seas”, capítulo que finaliza con la magistral y dramática “Mother and Calf-The Great Journey”) y la colorista “A School of Five Hundred” (perteneciente a “Ocean Deep”).
Frente a un sinfonismo delicado, predominante en esos capítulos, Fenton acude a elementos reflexivos que giran alrededor de ambientes electrónicos, voces étnicas e instrumentos de viento como el duduk. Episodios como “Caves” o “Jungles” (los más abstraídos de todo el conjunto), “Mountains” (que conjuga ambas perspectivas, etérea con “The Geladas”, sinfónica con “The Earth´s Highest Challenge”), “Deserts” (con el magnífico “Namibia” o el frágil “Fly Catchers” resuelto a la manera de Thomas Newman), “Great Plains” (de nuevo bajo el paraguas de la triste voz de Belinda Sykes) o “Seasonal Forest” (adquiriendo el viento una inusitada importancia en el trazo de las líneas melódicas para desembocar en la quebradiza “Seasonal Change”, donde el habitual pianista de Fenton, Simon Chamberlain, domeña un magnífico contrapunto a la cuerda), forman un conglomerado heterogéneo que dota al conjunto de la obra de un aspecto apacible, dominado por una discreta belleza.
“Planet Earth” es un sólido producto cimentado sobre bases polifónicas de admirable hechura. Un ejemplo más de la cuidada factura que otorga la BBC a todos sus productos. No es de extrañar que autores tan interesantes del panorama británico, como George Fenton, Adrian Johnstone, Debbie Wiseman, Mark Thomas, Martin Kiszko o Christopher Gunning se hayan dejado seducir, en menor o mayor medida, por sus atractivos encantos (lo mismo puede decirse si trasladamos la mirada sobre cadenas como France 2 o la RAI italiana). Quizás España durante los 70 y 80 podía presumir de incorporar importantes compositores al campo televisivo público (Nieto, García Abril o Bernaola, por poner sólo unos ejemplos) que disponían de medios adecuados para ejercitar su profesión. Hoy, desde luego, no es el caso.
|