Pablo Nieto
El género de terror siempre ha sido una generosa cantera de jóvenes compositores cinematográficos. Nada mejor para luchar contra el miedo y la presión de la industria que tenerle como aliado; jugando con sus mismas cartas, haciéndole las mismas señas, lanzando el órdago justo en el momento preciso. Normalmente este “curtidor” de futuras estrellas, es también un trampolín con muelles trucados. Pretender hacer carrera del género es algo de lo que sólo unos pocos pueden presumir. Por algo se les llama maestros o a la sazón herederos de los indomables Christopher Young y Jerry Goldsmith.
Y es que como no sentirse influenciado por ellos. Compositores que en vez de trasladar los compases y enseñanzas del primer “tergiversador” cinematográfico (normalmente conocido como Bernard Herrmann), reinterpretan el manual, inventan nuevos mecanismos y los reconducen por la necesaria senda contemporánea.
Que Caine Davidson, compositor debutante en el género cinematográfico, respete y hasta homenajee los principios preestablecidos, no es nada malo. De hecho, más allá de la notable falta de originalidad que pudiéramos achacar a su composición para este “An American Haunting”, hemos de quedarnos con la elegancia y profesionalidad de su trabajo. Un resorte en manos de las imágenes. Una partitura que se amolda a la engañosa propuesta sin rechistar, y donde el repertorio de sustos, crescendos demoníacos, y estacazos percusivos, es de lo más variado.
Todo un caramelito para curtirse bien, antes de rendirse (o no) a los pecados, siempre veniales del Hollywood más ligero. Otro factor desequilibrante de esta partitura, es la sobresaliente interpretación a cargo de la London Symphony Orchestra. Muy pocos compositores pueden presumir de haber trabajado en sus comienzos con la orquesta más prestigiosa y cinematográfica de la historia.
Y llegados a este punto y antes de entrar en la disección de los cortes, ¿qué nos ofrece ”An American Haunting”? Pues sin duda, un producto de género de notable calidad, a pesar de una apariencia inicial algo débil (posiblemente por su predisposición a entrar en el juego del telefilm). Finalmente, alguien con un poco de luz debió darse cuenta de la sobriedad del guión, la calidad de las interpretaciones de los veteranos Donald Sutherland y Sissy Spacek, olvidándose así de la mediocre dirección de Courney Solomon ("Dragones y mazmorras"). El film, está ambientado en la localidad de Red River (Tennessee) entre los años 1818 y 1820, donde tuvo lugar el único caso documentado en la historia norteamericana en el que un espíritu, aterrorizó a toda una familia, causando la muerte a uno de sus miembros. Para sorpresa de todos, la película funciona, y para mayor sorpresa aún: provoca terror. A veces el vuelo de una mariposa en China, puede dar lugar a buenas películas del Hollywood más “monetario”.
Retomando la propuesta de Davidson, nos encontramos una vez más, una edición de la música a cargo de Movie Score Media, el sello de Mikael Carlsson. Un “must have” como dicen allende los mares. Entrando en materia, el sutil “Opening” (cuerdas, arpa y coro difuminado) no tardará mucho en convertirse en pesadilla con el violento “The Warning”. Tras esta overtura macabra, llegamos a “Walking on the Nightmare” con presentación incluida del único leit motiv apreciable del score. Arpa y cuerda cumplen su trabajo con efectividad; aunque sin duda la versión del tema en “Etheral Girl” es orquestalmente mucho más generosa.
Uno de los cortes más disfrutables del score es “The Manuscrypt”, con bellísima y perturbadora melodía (versión allegro del tema central) donde cuerdas y maderas parecen olvidarse de la terrorífica amenaza que domina el resto de la partitura. Nada que ver con la exagerada propuesta (excesiva podría decirse incluso) de los devastadores “A Violent Attack”, “Attack on Betsy and Teñí” o “Carriage Attack”.
Muy interesante la labor de Davidson en “The Cave”, un corte hipnótico en su presentación, donde la contención y la voz de Jake Burnett cumplen con eficiencia, pero que a partir del nudo, y en especial en su desenlace se irá degenerando hasta llegar a un chirriante finale (¿”Altered States” de Corigliano quizás? Sin duda).
El disco finaliza con el consabido epílogo musical del género. Aquí, presentado en “A Promise Fullfilled”, donde el suspense inicial con los cellos y una notable labor contrabajística, serán reemplazados por la triste melodía coral del tema central.
Por relación calidad precio, ahora mismo no hay duda que la propuesta de Movie Score Media no tiene rival. El único pero que el coleccionista y melómano de toda la vida podría ponerle, es la ausencia de un soporte físico. Excusa un tanto hipócrita en los tiempos que vivimos, donde nadie puede negar su afición a dedicar un espacio bastante importante de sus potentes procesadores a la música. El futuro hace tiempo que convive con nosotros. Ahora es cuestión de reconocerlo.
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