Pablo Nieto
“Ni un Pelo de Tonto” fue compuesta por Howard Shore mientras comenzaba a desarrollar las primeras ideas de “Seven”. Algo, en principio puramente anecdótico, pero que no hace sino engrandecer la figura de uno de los compositores más impactantes y geniales que ha dado la música de cine contemporánea (una opinión que quizás algunos no compartan, lo cual sin embargo no evita que quienes lo creemos podamos y queramos afirmarlo). Ese cambio de registro, pasando de la comedia amable con dulces melodías y rústicas orquestaciones, a la opresión más atroz de la lluviosa y asfixiante atmósfera de uno de los thrillers más influyentes de la década de los 90, está al alcance de muy pocos.
Dirigida por Robert Benton, el film gira sobre la figura magnética, omnipresente e inmortal de Paul Newman, aquí encarnando al sexagenario Donald "Sully" Sullivan, un trabajador de la construcción que sigue siendo tan animado, encantador, adulador y rebelde como cuando era joven… algo que precisamente es su mayor problema, pues Sully se niega a asumir su edad. Es un Peter Pan que no quiere oír de la jubilación y que abandona sus responsabilidades familiares.
Si pintoresco es el personaje, no lo es menos la localidad donde reside: North Bath.
Allí asistiremos a un desfile de divertidos y entrañables personajes, que conforman el paisaje vital de Sully. Su casera y antigua maestra Beryl Peoples (Jessica Tandy); el promotor inmobiliario Carl Roebuch (Bruce Willis), con quien mantiene una buena relación a pesar de una rivalidad que viene de lejos; Toby (Melanie Griffith), la guapa esposa de éste, harta de su matrimonio a causa de las continuas infidelidades de su marido con su secretaria; su abogado Wirf, un completo inútil: Rub Squeers, su mejor amigo y socio: y su hijo Peter y Will, uno de sus nietos, con los que apenas ha tenido contacto hasta ahora.
Sully es también el eje sobre el que gira la partitura de Shore. Un trabajo sencillo, alegre e intimista, en la línea de su “Big” o “Señora Doubtfire”. La paleta orquestal presenta sus “colores” en los “Main Title”, que sirven a su vez para presentar el desenfado y juguetón tema central. Cuerdas, pequeña base rítmica con toque jazzístico. Acordeón, mandolina como soportes complementarios. Maderas como ejecutores de una pegadiza melodía, con cierto toque étnico final, asociado al entorno donde se sitúa la historia.
Un tema, objeto de variaciones más o menos “efectistas” como ocurre en “Will at the Wheel”, contemplativas (“Would You Like a Cup of Tea”), solistas por medio de las maderas (“The Stopwatch”) y guitarra (“You Are My Best Friend”), o juguetonas (“Tip Top Construction”).
Como oportuno contrapunto temático tenemos un motivo de función mucho más incidental, pero que desprende cierto aire cómico-irónico, que ayuda bastante a crear un sólido cuerpo descriptivo a la música. Podemos encontrarlo en cortes como “Fool Triple”, “You Are a Man Among Men”, “Will”, “Rub Quits” o “Thanksgiving” (donde comparte protagonismo con una apropiada inserción del tema central).
La película también desprende cierto aire nostálgico. Quizás un efecto colateral de la sensación de vacío y rebeldía que invade a Sully. Musicalmente no se puede ser ajeno a esta circunstancia, y así ocurre. Nuevo motivo intimista, que irradia melancolía al conjunto del score. Destaquemos “Bowdin Street” o “Hattie Escapes”, y sin lugar a dudas “Sully” con una aproximación mucho más dramática a través de las cuerdas.
Una tristeza que Shore aplica también al personaje de Toby (“Toby´s Theme”), elaborando una notable variante de este motivo intimista para aplicarlo a su frustración y dolor interno por una vida que se le escapa, por un matrimonio a punto de fracasar.
Obviando facilones juegos de palabra con el título de esta película, se hace obligada la reivindicación de este trabajo. Un score sencillo y honesto, de escucha ligera y acertada implicación con el proyecto al que sirve de complemento. Un plato de entretiempo, de fácil entrada y gustoso paladar.
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