Ignacio Garrido
Con “The Queen” un tema ascendente de dos notas levemente fanfárrico, de aire noble y aristocrático para metales y percusión, seguido de un acorde para clavicordio y la repetición del tema para suave y elegante cuerda, se abre el estupendo y más reciente trabajo del compositor francés Alexandre Desplat para la gran pantalla. Este tema recuerda en su orquestación, en especial en sus recursos percusivos y los apuntes de la sección de viento, a la brillante composición del mismo autor para la soberbia partitura de “Birth”, sin duda una de sus obras más audaces e interesantes, cinematográficamente hablando. Con el uso, habitual en el compositor, de la celesta se desarrollan los dos siguientes cortes, el primero “Hills of Scotland” un delicado scherzo de cadencia morriconiana y melodía interpretada por la flauta, y el segundo “People´s Princess I” un magnífico pasaje rítmico con punteo de mandolina en el que se van enredando florituras en el viento junto al piano y de nuevo el clavicordio, culminando un tema tan bien estructurado como orquestado y resuelto.
A partir de aquí Desplat acude a la orquestación expuesta en estos tres primeros cortes de forma brillante, para ir desgranando una obra cuidada y exquisita con ocasionales variaciones de las melodías más importantes como en “H.R.H.”, donde vuelve a aparecer el motivo de la reina, en “The Stag”, donde de forma dramática e intensa surge el pasaje cortesano que apareció en el scherzo inicial y “People´s Princess II”, estupenda revisitación del tema de la princesa. Añadiendo a estos, otros momentos más lúgubres como el dramático “Mourning” con la percusión como solemne y fúnebre voz de la inesperada muerte de la princesa Diana de Gales o el juego de arpa, celesta, pizzicatos y cuerda de “Elisabeth & Tony”, el compositor exprime maravillosamente las inicialmente pocas posibilidades de un film, que a priori, poco juego parecía poder dar en su apartado musical.
Nada más lejos del resultado sonoro final, pues Alexandre Desplat, uno de los músicos más inspirados y con más talento en el presente de la música de cine, consigue elevar con su obra, en mayor medida si cabe, la calidad de un film que versa sobre uno de los más recientes capítulos de la historia popular inglesa actual, la muerte de Lady Di y sus repercusiones en la vida de su monarquía, vistas a través de los ojos de la reina Isabel II, interpretada de forma magistral por Hellen Mirren. La cinta, dirigida por el británico Stephen Frears, cuenta para su partitura original con el compositor galo en deferencia a otros nombres que bien pudieran haberse encargado del proyecto sin problemas y con mayor razón de ser, si tenemos en cuenta la nacionalidad del autor de “Syriana”. Nombres de la talla de George Fenton, Stephen Warbeck, Patrick Doyle o Rachel Portman podían haber sido barajados como posibles opciones dado su país de origen, pero en última instancia, ni siquiera se echan de menos dada la elegante factura con la que el francés aborda la musicalización del terreno aristocrático inglés, en el que se mueve como pez en el agua, brillando con luz propia las orquestaciones de su propia mano, ayudado en esta ocasión por Jean-Pascal Beitus como responsable adicional de las mismas.
Cortes hermosos y contemplativos como “River of Sorrow” o más intensos en su empleo de la cuerda, como “The Queen Drives”, completan una audición que se hace corta pese al repetido uso de algunos temas y que culmina en el recorrido final de “Queen of Hearts”, una pieza que resume todas las virtudes melódicas de este trabajo, así como el saber hacer orquestal de su creador.
Se incluye como complemento a la música original de Desplat el tema “Libera me” compuesto por Verdi y que se interpretó en directo durante los servicios funerarios de Diana, una pieza soberbia que hace de broche de oro para una banda sonora totalmente recomendable y firme paso adelante en la carrera de un compositor llamado a ser, si sigue esta línea de trabajo serio y de calidad, uno de los más importantes músicos cinematográficos de nuestro tiempo.
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