José-Vidal Rodriguez
Allá por 1983, el irregular John Badham estrenaría el filme con el que probablemente cosechó más éxito en taquilla (junto con su mítica “Fiebre del sábado noche” y la coetánea "WarGames") a lo largo de su filmografía, llegándose a rodar incluso una serie de TV. Con el nombre de ”Blue Thunder”, el ejército americano bautiza un prototipo de helicóptero de última tecnología, que formará parte del dispositivo de seguridad desplegado para las Olimpiadas de Los Angeles. El desarrollo del aparato oculta sin embargo, más de una intención oscura que el piloto de la policía Frank Murphy (Roy Scheider) y su novato compañero Lymangood (un jovencísimo Daniel Stern) descubren casualmente, convirtiéndose en objetivo a perseguir por los traidores al gobierno, entre los que se encuentra un viejo conocido del Vietnam de Murphy (Malcolm McDowell).
El compositor preferido de Badham hasta hace bien poco, un Arthur B. Rubinstein (no confundir con el virtuoso pianista polaco) más coinocido por su afamado talento de dirección orquestal, se encarga de escribir un score -publicado a finales de los 90 como disco promocional- que por la profusa utilización del sintetizador, podría lógicamente espantar a primera vista al aficionado más clásico o purista. Pero lo cierto es que tanto en su conjunción con las imágenes como en la entrega casi absoluta a la electrónica (“añeja”, pero muy trabajada para la época), el músico de Brooklyn acierta con una partitura francamente correcta de la que sobresalen ciertos fragmentos dignos de destacar. Rubinstein coge la batuta para dirigir una reducidísima agrupación orquestal (básicamente conformada por metales y percusión, con muy ocasionales cuerdas), ampliamente complemetada por las texturas electrónicas del mítico Synclavier, aquel ambicioso sintetizador desarrollado a finales de los 70 y que aquí es ejecutado por el dúo Anthony Marinelli-Brian Banks, una pareja que años más tarde darían igualmente el salto a la composición cinematográfica.
Tratándose de un trabajo fundamentalmente ambiental, poco melódico y destinado ante todo a crear el justo ambiente futurista representativo del imponente helicóptero en cuestión, el compositor sale airoso en términos generales, teniendo en cuenta además que su estilo habitual no suele moverse por texturas de corte tan sumamente electrónico (de hecho, tiene más de una obra sinfónica destacada para algún que otro trabajo televisivo). Tras un breve preludio de presentación, el ”Main Title / Crook Dusting” introduce el tema central de la partitura, simple pero eficaz frase a metales de comedido aire heróico, que atendiendo a su aparición en la cinta no parece en sí dedicada exclusivamente al helicópetero “Blue Thunder”, sino más bien al personaje de Roy Scheider (véase “Sanity Check”, por poner un ejemplo). Más que nada porque el verdadero leitmotiv aplicado al sofisticado prototipo aparece en la secuencia de su primer vuelo en una en una prueba militar (”Sunrise at Pinkville”), traduciéndose esta irrupción en una sucesión de stacattos contundentes de trompeta y percusión, que se repetirán en clave militarista en el siguiente "Pinkville Strafing Run”.
Durante muchos minutos de la partitura, el ya mencionado Synclavier es el principal recurso que crea ese ambiente frío de tecnología y vanguardismo, pero también de suspense innato a la trama, así como tensión asfixiante por el pasado atormentado del protagonista; ejercicios efectistas éstos que en su escucha aislada tornan en algo tediosos para cortes como ”Nam Flashback” o "Murphy´s Nightmare", al reservar Rubinstein en estos instantes sonidos graves, atmosféricos y ciertamente desagradecidos del sintetizador.
Un conato de sutil lirismo (bastante poco trascendente en términos melódicos, eso sí), vislumbramos en el ”Katie´s Theme”, corte asociado a la pareja sentimental de Murphy con el que el compositor deja por unos momentos apartada la electrónica, acudiendo a la sensualidad del piano y ligeras cuerdas. Y a medida que la película, en su última media hora, evoluciona de la intriga al puro espectáculo de acción y persecuciones en el aire, la música abandona su asumido caracter ambiental en favor de un mayor dinamismo. En este sentido, "River Chase / Hide And Seek" es sin lugar a dudas, el corte más trepidante del compacto, un tour-de-force que aglutina varios de los motivos del score, con algo más de intervención puramente orquestal y unas secuencias rítmicas francamente acertadas. Sirviendo de acompañamiento a dos escenas distintas (la persecución del “Blue Thunder” por dos helicópteros de la policía, y el enfrentamiento final entre Roy Scheider y Malcolm McDowell), Rubinstein utiliza de manera inteligente el silencio, así como acotaciones del tema central en clave vibrante, culminando el último minuto del corte en su versión abiertamente épica para enfatizar musicalmente el asombroso “rizo” ejecutado por el “Trueno Azul” al final del filme.
Un score interesante que en "Ride with the Angels", rendición bucólica del tema central que originariamente se usaría en los títulos de crédito finales, nos descubre a un autor el cuál parece querer cerrar su obra de forma algo más tradicional, incluso acudiendo a las cuerdas reales y el piano del “Katie´s Theme”, que transmiten un halo de emotividad inédito en todo el score y a la postre francamente atrayente. Algo que no debió gustar al responsable de turno, que sustituyó dicha pieza en el filme (tan sólo se escucha medio minuto de la misma) por el último y desangelado corte del compacto, que de nuevo nos devuelve a la electrónica pura y dura reconduciendo el main theme a ritmos ochenteros (y que dicho sea de paso, presenta un sonido de peor calidad al escuchado en el resto de pistas). Un tema firmado por el grupo ”The Beepers”, que en realidad no son otros que el propio Rubinstein, la pareja Marinelli-Banks y una desconocida Cynthia Morrow.
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