Ignacio Garrido
Peter Hyams siempre ha sido un director muy preciso en cuanto al empleo de la música en sus filmes, aunque poco dado a mantener una colaboración estable con ningún compositor en sus créditos, pasando por las dos brillantes colaboraciones con Goldsmith en “Capricornio Uno” y “Atmósfera Cero”, las tres con Broughton en “Mas fuerte que el odio”, “Testigo accidental” y “Permanezcan en sintonía”, hasta las tres con John Debney en “Muerte Súbita” (con precisamente Broughton en la memoria), “The Relic” (con claras reminiscencias a Goldsmith en su tema central, por otro lado) y “El fin de los días” (citando “La profecía” en su empleo de los coros), donde sus elecciones siempre han sido inteligentes según el momento en el que se encontrara su carrera en Hollywood.
Si bien no es menos cierto que últimamente parece haber perdido bastante el rumbo de su excelente carrera, durante los ochenta Hyams se encargó de ofrecernos películas estupendas, siendo la que nos ocupa “The Presidio” una de ellas y la primera en la lista de los trabajos conjuntos con Broughton. La traducción al español de nuevo pierde todo su sentido al llegarnos como “Más fuerte que el odio”, un thriller de suspense y acción con trasfondo militar en el que un policía (Mark Harmon) investiga la muerte de una antigua amiga suya del ejercito, al que él mismo perteneció antaño, mientras el oficial responsable del cuartel donde todo ha sucedido (Sean Connery) comienza a participar en la investigación. A su vez el policía inicia una relación con la hija de éste (una joven Meg Ryan) creando de este modo el inevitable interludio romántico y la tensión entre ambos protagonistas.
La edición de forma promocional por parte la casa Intrada viene a llenar un pequeño hueco muy querido por los fans de Broughton, que durante los ochenta vieron pasar inadvertidos para su edición discográfica muchos de sus trabajos, entre los que se siguen encontrando las memorables partituras de “Monster Squad” o “The Rescue”, tan solo accesibles en forma de discos piratas de dudosa procedencia. Puede que esta banda sonora no se encuentre entre lo mejor del autor de “Silverado”, pero sin duda contiene una calidad musical excelente, una sobriedad cinematográfica envidiable y algunos momentos de suspense dignos de estar entre los más inspirados y conseguidos de toda la carrera de Broughton. Por supuesto el conjunto de la partitura no responde a un nivel tan excepcional como puedan estar otros títulos del compositor del mismo género (“Testigo accidental” o “Conspiración en la sombra”), pero sin duda su audición hará las delicias de los seguidores del autor.
El tema central (“Main Title”) para piano y cuerda acompañado de fúnebres campanas, anuncia el misterio de todo el film con milimétrica precisión y su poso dramático es sugerido por la trompeta solista que ejecuta la melodía central, que a la postre servirá como base para el tema de amor que aparece en el corte “Donna & Jay”, con una sutil y elegante variación romántica. También tenemos fantásticos temas de acción como “Car Chase” y “Chinatown Chase” de trepidante ritmo y brillante polifonía. Cada registro encierra la sabiduría musical de un compositor inspirado y en estado de gracia, culminando dicho talento en los pasajes de suspense, donde Bruce Broughton demuestra ser un genio, destacando sin discusión “Tailing Spota” como uno de los más perfectos ejemplos de lo que es la música de cine en estado puro y de las cotas de virtuosismo musical, nivel de creación absoluta y acompañamiento audiovisual perfecto con calidad y entidad musical propia.
La secuencia final es igualmente excepcional y se incluye en el extenso corte “Waterhouse Fight”, uno de los mejores de la banda sonora al mezclar el suspense y la ación de forma extraordinaria y donde se puede apreciar las inconfundibles percusiones y agresivos ritmos del mejor Broughton. El epílogo con los créditos, donde se ejecuta una romántica y cálida rendición del tema central de forma optimista, es un broche de oro para una partitura de otros tiempos, con una personalidad propia, algo que en los tiempos que corren es ya una rara avis. Pese a todo, la composición puede verse quizás algo deslucida en algunos breves momentos por ciertos sintetizadores y ritmos electrónicos de la época (no olvidemos que estamos a finales de los ochenta) perfectamente identificables en el corte “Sgt. Garfield / Follow Me” o de forma más discreta en “Car Chase”, que se han quedado algo desfasados aunque sigan siendo efectivos, pese a todo.
El disco, que incluye en la brevedad de su duración toda la música del film, resulta ya difícil de encontrar a través de cauces oficiales, pero su adquisición merece la pena a todas luces pues es una banda sonora que sirve para no olvidar cual es la música de cine que algunos hemos amado desde siempre. Por ello y aprovechando este medio, sin que sirva de precedente, debo dar las gracias a Ramón Morales por descubrirme gran parte de esa música en esta partitura.
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