Ignacio Garrido
Editados de forma conjunta en un CD, dos antiguos LPs de Georges Delerue en su serie Masters Film Music, la casa discográfica Varése dio cobertura a dos trabajos de mitad de los sesenta de este, nunca me cansaré de repetirlo, capital autor de la música de cine en toda su historia. Si bien las dos obras aquí representadas no pueden considerarse creaciones especialmente destacables, no es menos cierto que siempre resulta refrescante acercarse a lejanas composiciones de Delerue y descubrir en ellas la fuerte personalidad compositiva de su autor ya desde sus inicios, así como la variedad ecléctica de los registros de los que el maestro en ellas hacía gala.
Los films en cuestión son “Viva Maria!” de Louis Malle perteneciente al año 1965 y “Rey de corazones” de su buen amigo y asiduo colaborador, el director Philippe De Broca, perteneciente este trabajo al año siguiente 1966. Para el primero, una historia de revolución en un país indeterminado de Latinoamérica, Delerue construyó una partitura colorista, basada en un tema de cierta resonancia mejicana, pero más inclinado hacia el lirismo y la sonoridad latina que específicamente identificable con un país concreto. La primera aparición de este tema se da en el corte “Overture”, donde con guitarra aparece dicha melodía, haciendo lo propio luego con trompeta, percusión, castañuelas y xilófono en la siguiente pista del disco, “Viva Maria”, donde encontramos casi de forma popular y diegética el desarrollo más extenso del tema. También volverá a aparecer en su versión más emotiva y delicada durante el corte “Generique” y de forma más suave y melancólica en “Musique de Cachot Jeanne Flores”, recubriéndose de epicismo en “Revolution March”, pieza interrumpida por dramáticas disonancias, para emerger a la postre con “Finale”, corte que cierra de modo ambiguo la selección del lp por su sonoridad trágica en cuerdas sostenidas.
Encontraremos varias canciones a lo largo del score de la mano de Delerue, con letras del propio director del film Louis Malle junto a Jean Claude Carriere, incluso varias de ellas estarán interpretadas por las bellísimas protagonistas del film Brigitte Bardot y Jean Moreau. Todas estas canciones suman aproximadamente un tercio de la duración del LP original. Destacan dentro de las mismas el animoso vals de “Paris, Paris, Paris”, el festivo y alegre tema “Les petites femmes” y la versión en castellano del tema principal interpretado por Bardot y Moreau en “Maria Maria”.
Del score puramente orquestal de Delerue encontramos, pese a la inicialmente esperable ambientación diegética del film, un bellísimo tema para cuerda en el breve pero intenso “Interieur Roulotte”, un exultante scherzo barroco en la mejor línea de su autor en “Dame Blanche” o una variación sobre el tema central a modo de triunfal momento de victoria en precisamente “Theme Victoire Colline”. Por otro lado, aparece la festiva versión orquestal de la canción “Les petites femmes” y en esa misma línea, pero volcada la orquestación en el sonido bufonesco y trepidante del acompañamiento musical para espectáculos circenses, un tema que hace honor a dicha descripción en “Cirque”.
Si bien el grueso del score se vuelca en el tema central, los temas secundarios resultan ser a la postre más interesantes que éste y menos cansinos en sus continuas apariciones en forma de canción o variación. Aparte de esto, cabe destacar como las mencionadas canciones parecen comerse por momentos el desarrollo dramático de las melodías a lo largo de la banda sonora, dejando al final esta partitura en un discreto segundo plano dentro de la obra de Delerue.
Algo más interesante en conceptos y desarrollo resulta ser sin embargo “King of the Hearts”, una extraña comedia antibelicista donde un soldado escocés (el siempre magnífico y en esta ocasión bastante joven Alan Bates) llega a un desierto pueblo francés durante la Segunda Guerra Mundial y descubre que los locos del asilo se han escapado tomando la villa como su feudo y nombrándole a él su Rey.
Con tan bizarro punto de partida Delerue construye una partitura elegante, variada, festiva, lírica y triste por momentos. Con un tema inicial melancólico y casi elegiaco para piano en el corte “Theme du retour a Laisle” se abre la selección de esta partitura, dando paso al vals para pianola de “La valse tordue” y una exquisita variación del tema central al más puro estilo Delerue en “Les bicyclettes”. Por supuesto, el elemento militar no puede faltar en la partitura, aunque abordado desde una perspectiva irónica y satírica en el corte “Marche Allemande”, así como en “La marche du sacre”, y por supuesto en la más divertida y ecléctica de todas ellas por su contenido escocés (en alusión al origen del soldado) en “Marche Ecossaise”. Hay que destacar en la mitad de esta banda sonora todo un homenaje de Delerue a sí mismo, a su concepto de la vida y a su música en el corte “Theme de Joie de Vivre”, una marcheta bufonesca para trompeta y percusión militar, donde se ejecuta una sutil variación del tema principal y quedan claramente expuestas las intenciones trágicas y cómicas de la existencia de una situación tal como la descrita en el film según la personalidad única del músico francés.
En esta misma línea, aunque de forma más animosa y de nuevo barroca, destaca el corte “La polka pavane”, un tema que se va acelerando y sincopando hasta resolverse en un tutti orquestal ejemplar, o el extenso tema final, de nuevo otra versión de “La valse tordue”, esta vez desarrollada de forma primero lánguida y luego progresivamente más bufonesca y colorista, hasta llegar a un final grandioso y optimista, cerrando de este modo un trabajo más que correcto. Si bien no resulta mucho más logrado que el anterior, si profundiza más en el sentimiento de la historia (con la que el compositor parece simpatizar más), en las variaciones trágicas y cómicas del tema central así como en las locas marchas militares que aderezan el conjunto.
En resumen, encontrará el aficionado en este compacto pulcramente editado por Varése un par de bandas sonoras amenas, eclécticas, festivas y si bien no especialmente destacables dentro de la dilatada carrera de Georges Delerue, sí dignas de elogio y suficientemente interesantes para cualquier amante de la buena música de cine.
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