Ignacio Garrido
Remake de un olvidado pero sorprendente film de terror de principios de los ochenta, esta nueva y por supuesto mucho peor versión de “Cuando llama un extraño” ha contado con la aportación musical de James Dooley (antes James Michael Dooley) para su banda sonora. Joven miembro del séquito de Hans Zimmer y colaborador en varios trabajos previos como “The Ring”, “Piratas del Caribe” o “Madagascar”, fue además responsable en solitario de la muy interesante “The Mars Underground”. Dooley parece ahora estar abriéndose camino en solitario, al tiempo que sigue bajo los auspicios de Zimmer junto a otros nuevos nombres como Lorne Balfe, Steve Jablonsky o Martin Tillman que con el tiempo acabarán volando alto, como han hecho John Powell o Harry Gregson Williams, o se quedarán en un discreto segundo plano televisivo o similar como le sucedió a Jeff Rona.
En cualquier caso la composición que nos ocupa bebe directamente de las fuentes de la mejor partitura en la que Dooley ha colaborado hasta la fecha “The Ring”, siguiendo sus postulados orquestales, melódicos y ambientales al detalle (mezclando con solvencia sintetizadores y orquesta aunque dando protagonismo siempre a la sección de cuerda), pero logrando no caer en ningún momento en el plagio o la referencia directa, lo que pese a todo no suponga un auténtico logro a la hora de valorar en su justa medida un trabajo cinematográficamente correcto en su aportación a las imágenes, pero que en su continuo y excesivo uso dentro de las mismas, acaba por saturar al oyente y dar al traste con cualquier efecto emocional que no sea siga la línea más básica de tensión+susto.
Si en “The Ring”, un film de aproximadamente 110 minutos, el empleo de la música era magistral e incluía apenas 40 minutos puramente orquestales, aquí en una cinta de unos 100 minutos emplea más de 60 de sonido continuo, mientras esa habilidad para emplear la música solo donde es necesaria desaparece casi por completo, no desde luego por culpa del compositor que se limita a sostener con efectos electrónicos y un acertado empleo de la sección de cuerda (destacando los cellos al igual que en el film de Gore Verbisnky) la atmósfera continua de tensión críptica que sin duda le habrán solicitado. Tampoco faltan a la cita de tópicos, los chispazos de puro impacto y susto fácil como los que aparecen en cortes tales como “Exploring” o “Have You Checked the Children?”, que no exentos de cierto interés resultan ya inocuos tras los diez minutos iniciales atmosféricos y de similar factura.
No obstante está en las manos del compositor aportar soluciones algo más arriesgadas que el mero acompañamiento de circunstancias ofrecido por el disco hasta pasado su ecuador y tan solo con algún momento puntual interesante en “Knock, Knock Who´s there?” o el pasaje de acción final de “Curtain Call” esto sucede. A partir de la pista “60 seconds” llegamos a los momentos interesantes de la banda sonora, que si bien tampoco son especialmente originales, si destacan por su fuerza y contundencia orquestal muy en la línea de Marco Beltrami. Cortes como “Stranger", "Hunting Jill” o “Gotcha!”, propulsan la violencia de la historia con fuertes staccatos y violentos ritmos para cuerda y percusión. En cualquier caso, y sin duda alguna, el mejor tema de toda la banda sonora se reserva para la conclusión del film en “Aftermath”, donde se desarrolla una hermosa melodía (de nuevo con “The Ring” en la memoria) perfectamente definida y construida a modo de liberación final, de triste sentimiento y profundidad dramática sorprendente para con el resto del score. Se trata pues, de una pequeña pero sobresaliente pieza que hace mantener con vida la llama de la esperanza para futuros trabajos del compositor en los que no se vea tan atenazado por las convenciones y las imposiciones comerciales obvias.
Sin duda el problema más acuciante de la escucha de este trabajo, aparte claro está de la escasez de ideas propuestas en el mismo, es sin duda su edición discográfica, bastante errónea y que dista mucho de ofrecernos una audición interesante. Más empeñados en llenar el disco con toda la música disponible (debido esto a que la orquesta responsable de su interpretación es la Northwest Sinfonia) que a meditar una grabación inteligente, mucho más breve y con un mejor orden en la pistas, los responsables de la misma se limitan a ofrecer un producto dirigido a completistas de los nuevos valores en alza surgidos de la mano de Hans Zimmer o interesados en un souvenir del filme.
La excelente compañía discográfica Lakeshore patina en esta ocasión en su resultado aunque no en las buenas intenciones de dar a conocer un posible nombre a tener en cuenta en un futuro no muy lejano como es el de James Dooley, pese a que desde luego, no lo vaya a ser para el aficionado por este trabajo, más un remiendo sonoro digno y con secciones interesantes en su tramo final, que una partitura que vaya a recordarse más allá de su primera y posiblemente única audición a todos aquellos que se aventuren a probar suerte con más del terror funcional de última hornada.
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