José-Vidal Rodriguez
No va a ser el que esto escribe la persona que descubra al lector el infinito talento de uno de los compositores más trascendentales en el devenir de la música de cine contemporánea. Bernard Herrmann es, por derecho propio, un mito al que el Séptimo Arte le debe algunos de los momentos sonoros más brillantes de su historia. Creador de infinidad de clichés, improntas y técnicas musicales aplicadas a la imagen, Herrmann sigue siendo referenciado a día de hoy por numerosos músicos, que directa o indirectamente, han asumido en su estilo buena parte de los peculiares esquemas de composición del neoyorkino. Tanto es así que el término "herrmaniano" (o herrmanesque en inglés), se ha convertido en un vocablo aplicado con frecuencia para describir los derroteros de no pocas partituras del pasado y el presente.
El sello Silva Screen, a falta de hacerse con los derechos de publicación de scores de cierto caché, sigue en su línea de lanzar recopilatorios a doquier aprovechando el fondo de archivo de las numerosas regrabaciones efectuadas por la Orquesta Filarmónica de Praga. No en vano, la presente edición no es sino un refrito de anteriores álbumes ya editados por la casa británica en homenaje al maestro, por lo que gran parte de los cortes son ya conocidos por el comprador habitual de este tipo de compilaciones. No obstante, si disculpamos la anterior circunstancia, este "Film Music Collection" se convierte a nuestro oídos en un doble compacto francamente interesante, sobre todo para aquellos que deseen iniciarse en el fescinante mundo sonoro del autor, sin tener que desembolsar los altos precios que todavía se piden por varias de los scores aquí incluidas.
La verdad es que en lo concerniente a la selección del material, el equipo de Silva aciertan de pleno al ofrecer algunas de las obras capitales en la carrera del norteamericano, así como al incluir ciertas piezas menos conocidas y normalmente obviadas por discos similares. Es el caso del "On Dangerous Ground", con sus famosos ostinatos al metal de gran frenetismo, o el easy-listenig que salpica el tema central de "Twisted Nerve", aquella juguetona sintonía de los silbidos que, oportunista Silva, se incluye aquí tras haber sido popularizada por Quentin Tarantino en su "Kill Bill".
Si por algo destaca el álbum, es por el hecho de reunir un cúmulo de trabajos que sin duda supusieron, en su momento, un ejemplo envidiable de originalidad, rupturismo y consolidación de un talento sin fisuras. Herrmann fue siempre sinónimo de experimentación, de un inconformismo basado en el respeto a las formas clásicas, pero a la vez embuído de un alto de grado de innovación en el fondo. Al respecto, la primera pista del CD, el "Citizen Kane" de Orson Welles, es una muestra de la innegable modernidad de un score que arrancaba con una obertura cuanto menos curiosa para un filme rodado en 1941. Como también fue novedosa "Psicosis", la partitura precursora de una nueva forma de musicar el terror que ha perdurado hasta nuestros días, gracias en parte a dos piezas claves como el archiconocido glissando a cuerdas del "The Murder" o su perturbador "Prelude".
Otra obra que refleja el adelanto de Herrmann a su tiempo es también "The Day The Earth Stood Still", en la que el autor experimenta por la senda del sonido pseudo-electrónico, y reserva un papel protagonista a un instrumento como el piano, tan poco asociado por aquel entonces a este género cinematográfico, evitando así los repetitivos clichés que ya se aplicaban a las nuevas películas de ciencia ficción. "The Ghost & Mrs. Muir" es el score que muchos definen como la culminación del estilo Herrmann, obra maestra venerada y siempre referenciada por la crítica como una de las bandas sonoras de mayor virtuosismo de toda la historia del cine; tan querida por el autor que rescató algunos de sus fragmentos para su única ópera escrita antes de su fallecimiento, “Wuthering Heights”. Más funcional se muestra en "The Snows of Kilimanjaro", una partitura no exenta de virtudes que ha sido reconstruida recientemente y de forma brillante, por el equipo John Morgan-William Stromberg.
No podían faltar las típicas muestras de la eterna colaboración del músico con otro genio del Séptimo Arte como fue Alfred Hitchcock. La obertura de "North by Northwest", nerviosa y abrumadora en su excelsas armonías que no ocultan sino unas formas cercanas al fandango, contrasta con el melódico leitmotiv de "Marnie". La lírica cadencia del tema de amor para "Vértigo", así como su hipnótico "Prelude", convierten a la partitura en una de las más complejas -y completas- escritas en el marco de su colaboración con el orondo cineasta. El músico sabría acomodarse con maestría a la brillante imaginería en rojo del filme, así como acertaría de lleno en su búsqueda psicológica aplicada al tratamiento musical de los personajes.
Y siguiendo con el suspense, qué decir de su “Cape Fear”, encargo con el que demuestra que cuatro notas bien enlazadas y orquestadas (tributarias, todo hay que decirlo, de cierto pasaje del "The Trouble With Harry"), son más que suficientes para plasmar la tensión asfixiante de aquella historia de acoso sin tregua entre preso y abogado. Tal efecto logró el maestro, que Elmer Bernstein respetaría la partitura casi en su integridad para su remake de 1991 “El Cabo del Miedo”, completándola eso sí con algunos fragmentos del score rechazado para "Torn Curtain", un trabajo que sería descartado por Hitchcock, segun cuentan, a causa de su excesiva oscuridad y contundencia.
Dentro de sus múltiples registros, el Herrmann épico se haya representado por obras tales como "The Three Worlds of Gulliver", "The Seventh Voyage of Simbad" o "Jason and The Argonauts” (aunque se echa de menos la fantástica "Journey to The Center of the Earth"). Filmes todos ellos en los que la música herrmaniana alcanza un perfecto grado de comunión con las alucinantes secuencias de stop-motion obra del genial Ray Harryhausen, convertidas ya en auténticos clásicos que no se entienden sin la obcecación musical del Maestro. Menos afortunada resulta la inclusión del "The Twilight Zone", encargo televisivo que ni de lejos se halla entre lo mejor del autor, máxime cuando la presente suite se ve eclipsada por las referencias continuas al célebre tema atonal de Marius Constant.
El cálido saxofón escuchado en "Taxi Driver", última partitura escrita antes de su fallecimiento en las navidades de 1975, es el instrumento canalizador de una pieza jazzística que transita por la melancolía y el desencanto, reflejando de manera sublime el ambiente urbano con el que Scorsese nos habla de la noche y de su curiosa fauna. Ese mismo año, Brian de Palma acudía a su ídolo musical para que pusiera acordes a su "Obsession", cinta como muchas otras del cineasta, empapada de la impronta netamente hitchkoniana, en la que Hermmann se sentiría por tanto como pez en el agua escribiendo este elegante vals tan sugerente como muy poco conocido para el aficionado.
El caballo de batalla en este tipo de recopilatorios, esto es, la mayor o menor fidelidad de las nuevas interpretaciones respecto de los originales, es aquí superado a medias. Si bien se respetan gran parte de las orquestaciones primitivas, el eterno hándicap de la orquesta checa en su sección de metales -chirriante y falta de destreza como pocas-, se percibe con claridad en las piezas de “Torn Curtain” y “Mysterious Island” (particularmente desafortunada ésta última), aunque "North by Northwest" y "The Three Worlds of Gulliver”, con esa impagable marcha señorial británica, presenten un mejor acabado en este sentido. Por contra, son en las piezas orientadas básicamente a la sección de cuerda, donde los músicos del Este alcanzan resultados notables, captando con bastante habilidad los matices de obras tales como "Vertigo", "Psicosis" o "Farenheit 451”, ésta ultima la mejor versión con diferencia recogida en el recopilatorio.
Defectos de interpretación los anteriores, que rebajan la nota final de un álbum completo, bien presentado, y ofertado además a un precio francamente competitivo vistos los tiempos que corren. En resumen, si atendemos exclusivamente al material incluido en él, nadie podrá discutir que este "Bernard Herrmann: The Essential Film Music Collection" resulta la compra perfecta como introducción al universo musical de un compositor imborrable y altamente referenciado en la historia del cine.
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