Miguel Ángel Ordóñez
Nominada a la Mejor Película Extranjera en la pasada edición de los Oscar, representando a Finlandia, “Mother of Mine” (“Äideistä parhain” en su título original) narra la infancia de Eero, un chaval de nueve años que durante la II Guerra Mundial (en la llamada Guerra de Rusia) debe abandonar a su madre para refugiarse en la neutral Suecia. Mas de 70.000 mil niños finlandeses emigraron a los países vecinos en la mayor diáspora de este tipo. Adoptado por Signe, una madre sueca que en un primer momento ignora a Eero, el chaval crecerá entre dos amores. ¿Quién es su verdadera madre?, ¿la que le trajo al mundo o la que le enseñó a vivir en él?.
Tuomas Kantelinen puede resultar un auténtico desconocido para la mayoría de los aficionados a la música de cine. Sin embargo, en su país natal es una auténtica celebridad. Poseedor de un estilo sumamente elegante y de gran empaque sinfónico, Kantelinen ha ganado dos Jussi Awards (equivalente a los Goya españoles) y ha sido nominado en otras tantas ocasiones. Su salto al mercado americano es ya un hecho de la mano de su amigo el director Renny Harlin. En 2003, con “Cazadores de mentes” (Mindhunters), pudimos acercarnos al estilo compositivo del músico finés, aunque la película no le permitía dar rienda suelta a su vigoroso despliegue sinfónico. Aún así, este trabajo le bastaba para que la todopoderosa Gorfaine & Schwartz se hiciera cargo de su representación al otro lado del Atlántico.
El 2005 ha sido un año redondo para Kantelinen, en parte gracias al éxito internacional del segundo filme dirigido por Klaus Härö (el anterior, “Elina”, cuenta con otro estupendo score de Kantelinen), al que hay que sumarse la edición de “Lupaus” (Promise), una película que se desarrolla también durante la II Guerra Mundial (la historia de tres mujeres que deciden servir a su patria) y que nos rescata un score de afligida belleza no exento de un tono melancólicamente esperanzador que descansa sobre el sentido manejo de la cuerda (avisar a los interesados en su adquisición que la duración del compacto rebasa ligeramente los 21 minutos). Ambos scores se encuentran disponibles en la tienda online especializada en música independiente, CD Baby.
Escuchando los primeros cortes de “Mother of Mine”, uno puede hacerse una clara idea de lo que va a encontrarse: melancolía, epicismo de cariz romántico, nostalgia, tristeza, una composición de sutil belleza que Kantelinen construye alrededor de la cuerda y el piano, con ocasionales aportaciones de la trompeta y la trompa. Con una consistente variedad temática en su conjunto, “Train Trip” abre la edición adentrándonos en un viaje de envolventes cuerdas que progresan hasta la entrada del metal, cuyas notas tienen una perfecta réplica en los violines. Perfección sobre la que se cimienta el delicado y espléndido “Mother´s Theme”, de estructura cerrada en su brevísimo metraje, mientras una cierta complejidad armónica dominan los afligidos “Running Away” y “Leaving Sweden”, donde Kantelinen mantiene sus constantes de fuerte impronta dramática.
Lamentablemente, lo referido es parte del éxito y el posible fracaso en la audición del score. Dentro de su belleza, uno encuentra que las repeticiones en la línea melódica (violines y piano que entran y salen de manera sincronizada) conllevan una falta de progresión en la escucha. Todo emerge dentro de un mismo tono melancólico y calmado, los temas se suceden en un remanso de paz y éxtasis sin solución rupturista, en la línea de lo deseado por la almibarada mirada de Härö (tan del gusto americano). Sólo determinados momentos tensos expuestos en “Tremolo” suponen una sacudida frente a la propuesta preciosista de Kantelinen.
Así, la temible tormenta física y emocional que custodia una de las partes mas decisivas de la trama, es acompañada de una delicadeza de formas exquisita, pareciendo mas la fina lluvia que salva un campo arado, sediento y yermo (“Storm”), eso sí, dentro de las coordenadas establecidas por las postales fílmicas de Härö.
Resueltas estas objeciones y como composición en sí misma, uno no puede más que dejarse arrastrar por la sensible mirada de Kantelinen, que cierra el score con otra muestra de su indudable talento para las armonías limpias y el clasicismo arrebatador (“Mother of Mine”). Ideal para escucharse detenidamente frente a una ventana en las lluviosas tardes de otoño, “Mother of Mine” es como una escultura de Fidias, deliciosa en la finura de sus trazos matemáticos, precisa en los detalles, armónica en sus formas, sin ambages ni dobles lecturas.
|