David Rubiales
Con gran impaciencia, y por qué no decirlo, con cierta dosis de fe, era esperado el nuevo trabajo de Michael Giacchino para una de las sagas de ficción más famosas de las últimas décadas, en lo que representaba quizá la mejor oportunidad de la que había dispuesto hasta el momento el joven compositor para demostrar, de una vez por todas, las tremendas cualidades como músico que algunos creen intuir en él, más allá de los esporádicos destellos de calidad que ha dejado asomar en alguna que otra ocasión, enterrando definitivamente los juicios de valor que han apuntado una y otra vez a que en su haber no hay nada más allá que una probada habilidad mimética para con otros compositores.
Pues bien, en su particular juego del despiste, Giacchino se ha quedado de nuevo en tierra de nadie, no contentando ni a los más incansables optimistas ni a los más agoreros pesimistas.
Con un gran despliegue de recursos a su disposición, entre los que se incluye los 112 instrumentos reunidos por la Hollywood Studio Symphony, y con la inestimable colaboración de profesionales de la talla del reputado, y veterano, Jack Hayes (orquestador de obras tan importantes como, por ejemplo, “El Nadador” de Marvin Hamlisch), Giacchino da nuevamente una de cal y otra de arena. Mostrando un gran respeto por el material original de Schifrin, Giacchino provee de poca variedad sonora a su composición, defecto que en parte está condicionado por la unidimensionalidad de la propia película.
De rutinaria y poco sobresaliente podríamos calificar la propuesta musical del compositor durante la primera mitad de la obra. Salvo excepciones como el tema “Evacuation”, donde se evidencia un interesante y complejo trabajo en la armonía gracias a un ostinato para cuerdas y a unas pulsantes trompetas que amenizan la escucha, la gran mayoría de los cortes que componen esta parte de la obra trasmiten la sensación de ser, mayormente, una simple extensión del modesto trabajo de Giacchino para la serie de televisión “Alias” o, en menor medida, de su reciente “Lost” (como se puede observar en los emotivos elementos utilizados en “Special Agent Lindsey Farris”, el tema de amor de “Ethan and Julia” y la suave cadencia del piano en “Reparations”).
Sensaciones muy diferentes trasmiten temas como “The Chutist”, donde el suspense deja paso a una secuencia de acción que monopoliza la pantalla. Con un tenso motivo rítmico, y la presencia mediante las trompas y la percusión del tema asociado al IMF (Impossible Mission Force), que ya oiríamos en “Factory Rescue” y “Evacuation”, Giacchino da paso a un disonante piano que ejecuta una escueta variación del tema clásico de “Misión: Imposible”. El electrizante staccato desarrollado por la percusión toma el relevo hasta el abrupto final que cierra el corte.
A continuación de “The Chutist” encontramos sin duda el mejor tema de la obra, y posiblemente uno de los mejores de toda la carrera del compositor estadounidense. “Hunting for Jules” apabulla desde su inicio principalmente por su elaborada complejidad y, en menor medida, por el atrevimiento que destilan algunos de sus pasajes sonoros.
Utilizando elementos polirítmicos y politonales, fíjense en el enfrentamiento entre las trompetas y las tubas, Giacchino abre el corte con unos graves y disonantes metales que dan paso a un rápido y pulsante efecto para cuerdas y piano. A partir de ese momento un motivo de cuatro notas, para viento y madera, hace acto de presencia con el acompañamiento de los metales al que se suma una juguetona flauta. Inmersos ya en el clímax de la pieza, las trompas ejecutan dramáticas florituras que desembocan en un ostinato para viento, acompañado por la interpretación disonante de las cuerdas y el arpa, como colofón a tanta excelencia.
Para finalizar la edición se incluye un corte que en si mismo resulta una pequeña curiosidad y no tiene presencia en la película. "Schifrin and Variations" es en realidad una demo escrita originalmente por Giacchino, a finales del 2005, que iba a utilizarse para los títulos de crédito finales.
Habiendo dejado pasar una oportunidad única. Sólo nos queda esperar, nuevamente, a que en futuros proyectos el compositor estadounidense pueda despejar la incógnita que continuamente se proyecta sobre él y, definitivamente, muestre signos, positivos o negativos, de si estamos ante un músico a tener en cuenta en el futuro.
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