Fernando Fernández de Arriba & Pablo Nieto
Hablar de ”El Código Da Vinci” es hacerlo de una de las películas más polémicas de los últimos años, y todo, porque se atreve a tratar el tema de una “posible” descendencia de Jesucristo, de manera directa, detallada y realista; tanto o más que el best-seller en el que está basado, escrito por el controvertido Dan Brown. La cinta está dirigida por el oscarizado Ron Howard responsable de películas como “Cocoon”, “Willow”, “Llamaradas”, “Apollo 13”, “Una Mente Maravillosa” y protagonizada por una plantilla de actores no menos famosos y conocidos; Tom Hanks, Jean Reno, Ian Mckellen, Audrey Tautou...
La historia arranca con un misterioso asesinato en el Museo del Louvre que llevara a Robert Langdon (Hanks), simbologista estadounidense, a investigar sobre el con la ayuda de una criptógrafa policial francesa y nieta del fallecido, llamada Sophie Neveu (Tautou). Estas pistas irán todas en relación a las creaciones en el pasado de Leonardo Da Vinci quien mantuvo una estrecha unión con la Iglesia. Un torbellino de emociones, de intrigas y conspiraciones históricas, serán el soporte de una serie de teorías sobre el verdadero significado del Santo Grial, la importancia de María Magdalena en la vida de Jesucristo, su descendencia. Una de las facciones más duras del Opues Dei, manipulada y chantajeada por un siniestro personaje, harán todo lo posible por evitar que esta alternativa a la verdad oficial salga a luz, con el riesgo que ello conllevaría para una Iglesia Católica que vería como sus cimientos de fe podrían comenzar a resquebrajarse.
La gran polémica levantada con este libro, merece que rompamos una lanza a favor de Howard por atreverse a adaptar la historia de Dan Brown, cuyos planteamientos a pesar de todo no dejan de ser una alternativa a lo que todos conocemos de la religión cristiana, sea cierta o no. Y no cabe duda de que Howard en ningún momento muestra imágenes que podrían ser mas duras como la concepción de Jesucristo, sobre la fe, sobre si Jesús fue hijo de Dios o sobre su propia madre María. En ningún momento se muestra contrario a la fe cristiana, solo muestra una alternativa en cuanto a la descendencia. No se falta el respeto a nadie, y si, aunque las imágenes del film son duras, no dejar se ser por este una película que respeta los patrones básicos de la religión cristiana.
Si a algo diferencia Hans Zimmer de los demás compositores no es solo que sea uno de los más conocidos, uno de los más seguidos, uno de los más polémicos y uno de los más activos del panorama musical actual... lo que le diferencia de los demás especialmente son su acertada aproximación musical en cada nueva película, así como su variedad y evolución musical. En los más de 20 años que lleva componiendo música para el cine, sus obras han sido de lo más dispares posibles y su evolución en cuanto a composición no deja de sorprendernos con cada trabajo que realiza.
Como todos los compositores, ha realizado trabajos mejores y peores pero destaca su ausencia de altibajos, su ausencia de un claro “bajón musical”, su evolución ha sido continuada en sus trabajos y aún seguimos sin saber (para alegría de los fans) en que estilo seguirá sorprendiendo, cual será su siguiente trayectoria musical. Zimmer ha compuesto scores donde predominaban exclusivamente sintetizadores, auténticamente revolucionarios para su época. Tiene también trabajos donde ha fusionado dichos sintetizadores con orquestas; scores donde trabajaba con un grupo reducido de músicos; scores donde el punto fuerte era una gran orquesta con pequeña inclusiones de sintetizadores, es decir, ha hecho casi todas las combinaciones musicales posibles hasta día de hoy, donde actualmente se le diferencia por su pasión desbordada por las orquestas sinfónicas y coros, con una predilección desmedida por las cuerdas como la obra que tratamos y lo más admirable de todo es que, componga de la manera que componga, todas sus obras tienen su impronta, su estilo propio.
La evolución musical actual de Zimmer viene de finales de los 90 cuando creo una de sus mejores obras “La Delgada Linea Roja” y donde comenzó a tener un “lado oscuro” e intimista que más veces escucharíamos (“Hannibal”, “The Ring”...). Lo paradójico es que para conseguir ese intimismo emplea importantes formaciones orquestales que le confieren a su música un aire grandioso y elegante.
Para “El Código Da Vinci”, Howard, ante la imposibilidad de contar con su colaborador habitual James Horner (al que no se le echa en falta en absoluto en este film), eligió con total acierto al compositor alemán, con quien ya trabajó hace 15 años en “Llamaradas” y para la cual Zimmer creó uno de los mejores trabajos que ha compuesto en su carrera, una obra inolvidable que tenía todos los elementos musicales del compositor... una obra de referencia absoluta que no defrauda a nadie que la escuche. El músico alemán ha estado totalmente a la altura de lo que se podría esperar de él para una película de estas características. A pesar incluso de las informaciones que avisaban de la intención de censurar y mutilar su música para este film por ser demasiado terrorífica. ¡Hay que ver las cosas que se le ocurren a veces a los del departamento de Marketing! Qué hablen de nosotros, aunque sea mal.
Inicialmente concebido como un trabajo que debía girar en torno a la compleja serie matemática de Fibonacci. Punto de partida de la trama planteada en el film, y que Zimmer pretendía también usar para construir su partitura. Sin embargo, la ingeniosa y arriesgada apuesta de construir las melodías, la armonía, la orquestación en general de un score tan controvertido como este, tomando como referencia una serie matemática, era una auténtica locura. Así pues, pasamos de la frivolidad de los números, a la pasión de las cuerdas, a la confrontación de lo sacro con lo pagano. Al Zimmer ecléctico e innovador, en buscar de nuevas soluciones y propuestas musicales, sin renunciar en ningún momento a su estilo.
”El Código Da Vinci” es a la postre una evolución lógica de “La Delgada Línea Roja”, “Hannibal” y “La señal”. Un verdadero esfuerzo del compositor alemán de realizar una aproximación seria a la composición clásica en la línea de Maestros como Sibelius, Mahler, Bruckner. Y sino sólo hay que escuchar la inmensa overtura del film: “Dies mercurii i martius”, donde Zimmer presenta las líneas básicas del score, adaptándose a los giros dramáticos del film: muerte en el Louvre, presentación de Silas, muerte del conservador (terrorífico crescendo a la mitad del tema), y conjugando esto con la presentación de Robert Langdon y el tema que llamaremos de la búsqueda. El corte finaliza con un dramático adagio de cuerdas, acompañando la agonía del conservador.
La flagelación y martirio de Silas, acompañado del flashback y las consecuencias de su penitencia, son introducidas musicalmente "L´Esprit des Gabriel" y llevadas a su máxima expresión en “The Paschal Spiral”. La composición tiene aquí un componente trágico religioso, presentando el tema antagonista, asociado a la conspiración que utiliza al Opus Dei como arma ejecutora. El violín de Hugh Marsh hace las veces de introducción al sufrimiento, sobresaliendo un violento crescendo coincidiendo con el momento de la flagelación. Quizás uno de los temas más densos, agobiantes y terroríficos de la carrera del compositor alemán.
Llegamos a “Fructus Gravis”, y con el al tema de Sangreal. Un motivo construido sobre la base de cuerdas con protagonismo del cello. Un tour de force, que nos mete en la dinámica de la música de acción, pero desde un nuevo punto de vista. El mismo enfoque presentado por el alemán en “The Ring”, con una lucha entre las cuerdas. Un scherzo, donde el agitato de cellos, contrabajos y violas arropados por poderosas percusiones intensifican el efecto dinámico de la música.
Tanto “Ad Arcana” como “Malleus Maleficarum”, ayudan a rebajar el tono de tensión de la música. La partitura se vuelve más lírica, presentado diversas melodías (entre las que destaca el tema de Sophie), de enorme sensibilidad, con protagonismo de los solos de violin, y las compensaciones del arpa. En el segundo de los cortes mencionados, se potencia el uso de coros, presentando un motivo que en tempo y orquestación nos recupera al mítico “Injection” de "M:I 2".
Una lástima que “Salvete Virgines”, no fuera utilizado finalmente en la película. Este canto pagano, fue escrito para uno de los flashback del film cuando Sophie descubre a su abuelo participando en una ceremonia de iniciación al Priorato de Sión Un corte de enorme carga erótica y espiritual. Una auténtica joya en la discografía de Hans Zimmer, que por suerte podemos disfrutar en el disco.
“Daniels 9th Cipher”, arranca con el tema de Sophie, continuando con el mismo adagio para cuerdas, usado en el primer corte del disco (acompañando la muerte del conservador). Es un resumen la típica suite zimmeriana, cuya segunda parte destaca por su mayor espiritualidad y contención, con absoluto protagonismo de coros y cuerdas.
El highlight del score nos llega con “Poisoned Chalice”. Un pasaje absolutamente estremecedor, donde la belleza de los coros, y en especial de los solos de la soprano Hila Plitmann, alcanzan cotas de absoluto virtuosismo. Para no romper la dinámica musical, tenemos “The Citrine Cross”, donde la sensación de búsqueda se acentúa. Manteniendo el nivel de los coros, pero aumentando el dinamismo y el ritmo. La verdad comienza a ver la luz.
La fuerza de “Rose of Arimathea”, con el desarrollo del tema antagonista, y sobre la base de una música sobria y contundente en cuanto a la involución del coro, y momentos puntuales de liberación contenida con el uso del tema de Sophie, interpretado por medio de un piano y el contrapunto del violín eléctrico de Hugh Marsh, nos sirve de coraza para enfrentarnos a la, una vez más, valiente apuesta de Zimmer por lo trasgresor. “Beneath Alrischa” es un corte memorable. Agresivo y brutal, donde las cuerdas son llevadas al límite en un scherzo que parece no tener fin. Un pasaje acertadamente unido al momento cumbre de la partitura, de la película y por supuesto de la historia: “Chevaliers de Sangreal”. El tema de la búsqueda es presentado en su dimensión más gloriosa y emocional, a través del recurso del adagio progresivo orquestal inventado por Zimmer (mientras nadie demuestre lo contrario) en “La Delgada Línea Roja”, mejorado en “Pearl Harbor” y adaptado a los nuevos tiempos en “Lágrimas del Sol”, “El Rey Arturo”, “El Último Samurai” o “Batman Begins”. Un tema que no merece ser comentado sino escuchado.
El disco finaliza con el precioso y sacramental “Kyrie for the Magdalene” escrito por Richard Harvey para coro, y cuya dimensión eclesiástica sin duda es acorde al espíritu del film. Desgraciadamente, este finale del disco, no tiene la misma importancia en el film, siendo utilizado apenas un par de segundos y a modo de música diegética durante el flashback donde se nos presenta el día del funeral por Sir Isaac Newton. Personaje clave en el film. Un visionario, un adelantado a su tiempo, un revolucionario. Como Hans Zimmer. Ambos genios.
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