José-Vidal Rodriguez
“Cuentos Asombrosos” fue la traducción a serial televisivo de un viejo sueño del rey Midas de Hollywood Steven Spielberg. Fascinado en su juventud por series tales como “The Outer Limits” o “Twilight Zone”, Spielberg veía en este formato de historias cortas un filón inagotable para explotar su vena de “cuentacuentos”. Teniendo en cuenta que en 1985 el cineasta ya era sinónimo de éxito comercial, no tuvo excesivos problemas para financiar el grueso de guiones de los que se componía una saga que aguantó en antena hasta finales de 1987, rodándose un total de 45 episodios de cerca de 25 minutos de duración. Producida, como no podía ser menos, por la recién creada Amblin y emitida por la NBC, el paso de los años ha convertido a este “Cuentos Asombrosos” en uno de los seriales más célebres de la pequeña pantalla, así como uno de los proyectos más costosos de toda la historia de la televisión.
Efectivamente, Spielberg no escatimó ni un sólo dólar para la causa. No sólo se rodearía de rostros conocidos de la interpretación (Kevin Costner, Christopher Lloyd, Gregory Hines...) sino que además sorprendería a propios y extraños al delegar la dirección de cada capítulo a cineastas tan reconocidos e inusuales en el medio como Martin Scorsese, Peter Hyams, Clint Eastwood o incluso él mismo.
Tal preocupación por sus aspectos técnicos, originó que la música de la saga se convirtiera también en otro de sus puntos fuertes. De forma análoga a lo que sucedió con las tareas de dirección, cada episodio nos brinda la oportunidad de disfrutar con colaboraciones de músicos de primera fila, normalmente con una sobria orquesta sinfónica detrás (algo que en términos televisivos, daba buena muestra del enorme presupuesto manejado). De esta forma, prácticamente todos los pesos pesados del Hollywood de los 80 pasaron por algún capítulo de la serie.
Por ello, a nadie escapaba el tremendo tirón que tendría una posible publicación de su material musical. El sello Varese Sarabande fue el primero en hacerlo, editando en 1999 un exitoso álbum que ofrecía una selección de dos de los capítulos (incluido el anhelado “The Mission” de John Williams), pero que arrastraba el hándicap de constituir meras regrabaciones interpretadas por la Royal Scottish National Orchestra bajo la batuta de Joel McNeely, aun cuando la ejecución de la música resultó fiel en términos globales a los originales. Afortunadamente, Intrada recupera ahora en formato de tres compactos dobles, las suites originales de los episodios más notorios de la franquicia. Este ”Anthology One”, por ejemplo, incluye los scores de diez capítulos, con una presentación y una calidad de sonido absolutamente excepcionales. Sabia decisión del equipo de Douglass Fake, que probablemente convierta esta terna de compactos en una de las antologías musicales televisivas más apreciadas de los últimos tiempos.
John Williams fue el encargado de escribir la espléndida sintonía de los títulos de crédito, en una de sus escasas apariciones en el ámbito televisivo (sin tener en cuenta sus inicios bajo el nombre de Johnny Williams). Su fanfárrica melodía a metales, introducida por una leve percusión tribal y continuada por insinuantes acotaciones a cuerdas, describe francamente bien ese espíritu de aventurera, magia y misterio que pretende transmitir la serie. También Williams compondría el florido logo de la productora Amblin incluido al final del CD 2, así como el score integro para el primer episodio de la serie dirigido por Spielberg, "Ghost Train". En esta partitura, el autor reutiliza para el corte “Ohpa´s Tales” una frase del tema central de la serie (aquélla que configura la sintonía de los “End Titles”), además de componer un leitmotiv específico para el simpático abuelo protagonista; todo ello presentado en tono bucólico, con las cuerdas y las maderas cobrando especial preponderancia.
”Alamo Jobe” supone una grata ocasión de recuperar al Horner jovial e inspirado de mitad de los 80, en el trabajo más vibrante a la par que efímero del presente álbum. Destaca sobremanera por la introducción de aquél tema con aires de western (con ese guiño de sus tres primeras notas idénticas al “Alamo” tiomkiano de 1960), que conocerá una espléndida rendición heroica en el “First Chase“.
El francés Georges Delerue fue otro de los músicos habituales de la franquicia. En ”The Doll” acude a su archiconocida sensiblería en las cuerdas para escribir, eso sí, una partitura más contenida melódicamente de lo habitual, identificando la inocencia de la muñeca protagonista con el previsible sonido de una caja de música. Más atrayente es la música compuesta para ”Without Diana”, en la que Delerue encuentra el instante propicio para ofrecer uno más de sus clásicos torrentes melódicos a cuerdas (“George Will Be”).
Un viejo conocido de Spielberg, Billy Goldenberg -ambos colaboraron en la opera prima del cineasta “Duel”-, escribe una correcta pero excesivamente incidental partitura de suspense para ”The Amazing Falsworth”, la historia de un mago con poderes mentales que le permiten predecir asesinatos antes de que éstos ocurran (argumento muy deudor de la posterior “Minority Report”). Su planteamiento mixto de electrónica y orquesta funciona con eficacia, pero a la vez se olvida tan pronto como se ha escuchado.
David Shire ya daba muestras de ser uno de tantos autores defenestrados por la industria cuando abordó el episodio ”Moving Day“. Lo cierto es que su contribución aquí no deja de ser un funcional ejercicio de música descriptiva, salpicada por constantes pinceladas a sintetizador acordes con la trama (la historia de un adolescente molesto por una mudanza que le trasladará con su familia a 285.000 km del planeta Tierra), acudiendo a efectismos electrónicos similares en ciertos momentos a otra obra coetánea del autor como fue “Cortocircuito” (“Alan´s Dream”, “My God!”).
La gran sorpresa del compacto la hallamos en el capítulo ”Vanessa in the Garden”, en donde lo primero que choca es el reencuentro con un compositor muy poco prolífico en el cine y la televisión como es Lennie Niehaus. Sorpresa relativa si atendemos al nombre del director responsable de este episodio: Clint Eastwood, el principal -y casi único- valedor del músico. Niehaus presenta aquí una excelente partitura intimista, resuleta en términos románticos y afligidos al mismo tiempo, en la que la piedra angular la hallamos en delicado tema asociado a la bella Vanessa, fallecida y resucitada de manera mágica por su esposo artista. El tono melodramático de sus cortes, así como el sutil uso del piano (“Piano - With Orchestra Coda”), convierten estos cuatro piezas en una muestra ejemplar del talento poco aireado del compositor de Missouri.
Las juguetonas orquestaciones escuchadas en ”Mummy, Daddy”, hacen de esta suite la más desenfadada de todo el álbum. Un joven y novato Danny Elfman empezaba aquí a ofrecer claros vestigios de lo que luego sería su genuino estilo. Precursora de trabajos tales como “Pee-Wee” o “Bitelchus”, la partitura se mueve siempre en registros cómicos, bufonescos, con ese mickey-mousing exagerado en sus formas y la siempre agradecida utilización de coros típicamente elfmanianos (esta vez sintéticos, eso sí), con su mejor ejemplo en el cierre del corte “Baby/Finale”.
Al igual que Delerue, Bruce Broughton tiene doble representación en el álbum. En ”Gathern Ye Acorns” lo oimos en clave de americana, con la armónica como instrumento catalizador de una sugerente melodía central, que encuentra su mejor rendición en el simpático “Holy Moly!/Sow Ye Wild Oats”. Cerrando el álbum, ”Welcome to My Nightmare” recoge el score de aquél curioso capítulo en el que un adolescente se obsesionaba hasta límites extremos con la famosísima escena del asesinato en la ducha de “Psicosis”. Broughton irrumpe ahora con una música de tensión, opresiva, tributaria en no pocos instantes de reconocibles texturas propias del maestro Goldsmith. Inevitable resulta el homenaje que rinde en varios cortes (“Harry Takes A Shower”, "Harry at the Movies”) al célebre glissando de cuerdas herrmanniano del mencionado filme de Alfred Hitchcock.
En definitiva, no cabe duda de que tanto este primer volumen de la “Amazing Stories Anthology” como los venideros, se presentan como joyas ciertamente anheladas del coleccionismo moderno. Pocos recopilatorios han logrado aunar tanta música inédita y de tan insignes autores, razón más que suficiente para recomendar sin paliativos su compra, aún teniendo claro que la mayoría de las obras incluidas presentan tal brevedad como para impedir disfrutar de un mayor desarrollo temático. Eso sí, sean raudos porque estamos ante la enésima edición limitada a 3000 copias, que se me antojan insuficientes ante el calibre y trascendencia del álbum.
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