José-Vidal Rodriguez
La aportación al Séptimo Arte del cineasta Stephen Herek no puede decirse que sea ni mucho menos trascendental hasta el momento. Director de cintas tan olvidables como “Somos los Mejores”, “Critters” o “Los Tres Mosqueteros”, el de Texas puede presumir, sin embargo, de contar entre su filmografía con una sugerente muestra de cine intimista que, desde su modestia, pasó desapercibida para gran parte del público en su día.
"Mr. Holland´s Opus" no es ni más ni menos que la historia generacional de un humilde compositor yanqui, que en los años 60 se ve obligado por problemas económicos a dedicarse a la docencia en la típica High School norteamericana. Enamorado de la música, sea cual sea su estilo, y empeñado en concluir una gran sinfonía con la que pasar a la historia al igual que los maestros clásicos a los que venera, Glenn Holland consigue despertar la pasión musical a sus alumnos, algunos de ellos problemáticos y todos en general desencantados con la realidad de la época, en aquella sociedad norteamericana que comenzaba a sacudirse en los albores de la Guerra del Vietnam. Richard Dreyfuss estaba espléndido (como de costumbre) en su recreación del entrañable Profesor, siendo incluso nominado al Oscar en ese año; aunque sin duda, la gran sorpresa fue atender a la actuación de una tradicionalmente secundaria Glenne Headly, que en su papel de la comprensiva y abnegada esposa de Holland lograba su mejor interpretación hasta la fecha.
Si dos músicos han marcado la irregular filmografía de Herek, estos han sido David Newman y Michael Kamen. Mientras el primero continua siendo su partenaire por excelencia, el recientemente fallecido Kamen fue la opción de estudio con la que contaría el director para tres de sus trece películas estrenadas hasta el momento: “Los Tres Mosqueteros”, “101 Dálmatas” y la que nos ocupa. Y aunque desgraciadamente el dúo no vuelva a juntarse nunca, siempre podremos disfrutar con ésta su mejor colaboración, traducida en una de las partituras más emotivas y destacadas en la carrera del malogrado compositor.
Usualmente encasillado por la industria en títulos de acción tales como las sagas de “Arma Letal” y “Jungla de Cristal”, Kamen confirmó sin embargo su versatilidad en algunos proyectos intimistas y necesitados de un acercamiento musical huérfano de aquellas pretensiones épicas o explosivas. En este grupo de partituras se enmarca claramente este “Mr. Holland´s Opus”, un score sumamente interesante que en su sencillez encuentra la principal baza de interés, amén de los abrumadores momentos -que los tiene- de gran envergadura sinfónica. Juega en favor de la obra un hecho trascendental, cuál es la especial naturaleza de la música, auténtica protagonista en el contexto del filme y por ello provista de altas dosis de sustantividad propia. Algo que apreciará el oyente en la escasa presencia de los llamados cortes incidentales, puesto que prácticamente todo el álbum contiene fragmentos melódicos de gran peso sonoro y especial significación fuera de las imágenes.
En esta ocasión, se hace necesario comenzar el análisis por el final, toda vez que los ocho minutos de la "An American Symphony" constituyen la piedra angular de una partitura cuyo devenir culmina precisamente con la audición de este corte. Claramente estructurada en dos movimientos, Kamen dedica sus primeros cinco minutos a una especie de suite de acabado elegíaco y emotivo, con sentidas cuerdas como bloque instrumental predominante y en la que se resumen algunos de los leitmotivs que conforman el tronco de la partitura. Finalizada esta brillante suite y sin solución de continuidad, el compositor presenta en su plenitud a la protagonista “espiritual” del filme, aquella pieza sinfónica escrita por Holland a lo largo de su vida con la que pretendía pasar a la posteridad. En una inteligente asociación de ideas (el Profesor se acaba ganando a los alumnos a base de ensalzar la importancia del rock en la historia de la música americana), Kamen resuelve esta magnífica muestra de sinfonismo vanguardista con arreglos de guitarras eléctricas, baterías y un despliegue de metales más cercano a su vena espectacular; un tema, en definitiva, que escucharemos en las escenas finales del filme, en el emotivo momento en el que los antiguos alumnos del Profesor, ya adultos, se reunen en su honor para interpretar por fin la obra íntegra bajo su batuta. Los seguidores más fieles del autor, encontrarán en ella ciertos retazos de una pieza ajena al ámbito cinematográfico que el newyorkino compusiera varios años atrás: su Concerto for Saxophone.
La importancia de la “American Symphony” en el score es patente, en el sentido de que la película nos va preparando para su audición culminada en las secuencias de aquél final apoteósico. No en vano, los acontecimientos en la vida de Holland parecen verse influidos de una u otra forma por sus acordes. De esta forma, sobre dicho motivo musical cimentará Kamen el resto de la partitura, desde una trascendencia que continuamente desborda la mera cualidad de tema principal. De hecho, en "Mr. Holland Begins" oiremos sus acordes en tono majestuoso, con suma energía en la percusión y flanqueados por un piano que precisamente representa el instrumento sobre el que Holland empieza a esbozar, ya en los títulos de crédito del filme, las bases de la sinfonía.
Como segunda pieza en importancia, ”Iris and Glenn” representa el leitmotiv dedicado al matrimonio de ficción Dreyfuss-Headly, representado en esta melodía de corte nostálgico que también suena en el primer movimiento de la Sinfonía central. Un matrimonio que atravesará numerosos baches a lo largo del filme, encontrando su causa principal en la irrupción en la vida de Holland de la joven ”Rowena”, bella solista a la que le unirá una especie de amor platónico nunca consumado. El corte 9 dedica ampliamente sus notas a esta ambigua relación con la cantante, de la que Holland finalmente extraerá una conclusión clara: el gran amor que todavía siente por su esposa.
Pero si de un leitmotiv destacado hablamos, esa es la delicada y rabiosamente bella sintonía a flauta y cuerdas del ”Cole´s Tune”. Maravillosa forma de plasmar al pentagrama los sentimientos de Holland hacia su hijo sordo Cole, en una relación de profundo amor paterno, a la que se une el desencanto del Profesor ante los problemas de comunicación con el hijo debido a su discapacidad. Siguiendo esa tradición que se remonta a los tiempos del “Robin Hood”, Kamen reutiliza esta frase para poner música a la canción con la que se cierra el álbum, “Cole´s Song”, interpretada por el hijo de John Lennon, Julian (aunque en el filme fuese entonada por un emocionado Glenn Holland durante uno de los instantes más lacrimógenos de toda la cinta).
Aparte de los casi 20 minutos que dedica el disco a dos piezas clásicas de Bach y Beethoven, merece la pena destacar igualmente otros cortes originales de Kamen que no figuran incluidos en la Sinfonía Americana; sobre todo el nervioso arranque del ”Rush To The Hospital”, escuchado durante el parto de Iris Holland, en el que el compositor realiza una breve alusión a Beethoven que culminará en una tierna rendición del leitmotiv de Cole tan pronto como el bebe ve la luz a la vida.
Teniendo en cuenta que la inspiración del autor es enorme durante la totalidad del álbum, y que su aplicación a las imágenes resulta narrativamente impecable,, que no dude ni por un momento el lector de la calidad del presente score, una de las más emocionantes obras de ese Michael Kamen que, desgraciadamente, nunca pareció disfrutar de la vitola de gran compositor que indudablemente fue. Imprescindible.
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