José-Vidal Rodriguez
En una década realmente fecunda en lo que a obras destacadas se refiere, Jerry Goldsmith afrontaba en 1985 la secuela de una de las sagas de cine de acción más populares de la historia, de la que incluso ahora se rumorea el rodaje de su cuarta entrega. Y lo hacía meses antes del berrinche por ver rechazada su espléndida partitura para “Legend”, aunque no obstante encadenara ese mismo año una racha de títulos atrayentes como fueron “Explorers”, “King Solomon´s Mines“ y, sin lugar a dudas, el trabajo que nos ocupa.
A diferencia de la primera entrega de la saga, “Rambo” supone la rendición total de Goldsmith al frenetismo y la acción sin cortapisas. Si bien “First Blood“ (“Acorralado”) era un score con innegables dosis de música militarista y enérgica, no es menos cierto que se hallaba a su vez salpicado por instantes bucólicos y algo más personales, cuya mejor muestra era aquella melodía instrospectiva “It´s A Long Road”, que funcionando como leitmotiv del protagonista, no era sino la acertada forma de plasmar al pentagrama esa pretendida moralina acerca del maltrato de la sociedad yanqui a los excombatientes del Vietnam.
Pero para la secuela, planteada cinematográficamente como una sucesión de heroidicidades del personaje en su lucha contra los comunistas vietnamitas y rusos, el músico californiano planteó la soundtrack como un ejercicio musical prácticamente aséptico de sentimentalismos y estructurado de manera patente sobre la impronta dinámica marca de la casa. De esta forma, la partitura se sustenta en poderosos tours-de-force orquestales basados en continuos ejercicios polirrítmicos, que además se ven favorecidos por una feroz orquestación semi-electrónica, planificada con brillantez por Arthur Morton. El resultado es una de las partituras más trepidantes del Goldsmith de los 80 (y que debió satisfacer al director George P. Cosmatos, vistas las posteriores colaboraciones con el músico).
El score de “Rambo” es uno de esos raros ejemplos de cómo un compositor que recicla material preexistente del primer filme, logra en cambio una obra de similar calidad en su conjunto, e incluso algo más compleja en no pocos pasajes (no en vano, para algunos aficionados sigue siendo la mejor partitura de la trilogía). Evidentemente, la originalidad cede en este caso ante la eficacia, puesto que el "First Blood" de 1982 es el génesis y base de muchos de los temas aquí usados. No obstante, atendiendo al acabado tanto de esta primera secuela como del posterior “Rambo 3”, no podemos sino concluir que Jerry Goldsmith se mostró igual de inspirado en las propias secuelas con respecto a la talentosa resolución de la cinta primigenia. Editado originalmente por el sello Colosseum (la filial en Europa de Varése Sarabande), Silva Screen publicó en 1999 la presente edición expandida, extrayendo la música -según parece- de masters diferentes a los usados antaño por la compañía alemana. Ello explicaría la pérdida de claridad de la que adolecen gran parte de los cortes, defecto disculpable teniendo en cuenta la inclusión de seis temas previamente inéditos, algunos de los cuáles, dada su indudable calidad, fueron incomprensiblemente excluidos de la primitiva edición.
El álbum se abre con la sinuosa melodía del tema de Rambo incluida en el ”Main Title”, en la que apreciamos el afán de Goldsmith por acudir a los sintetizadores como recurso con el que emular sonoridades orientales y contextualizar la trama geográficamente. Este arranque calmado, incluso por momentos con ciertas pautas oníricas, es el preludio al torrente de frenetismo exacerbado que reserva el trabajo, tan pronto como el personaje de Stallone comienza su andadura selvática. De esta forma, la logradísima violencia musical se vislumbra ya en secuencias tales como los preparativos de Rambo para la misión (“Preparations”), su accidentado salto en paracaídas (musicado en el espléndido “The Jump”) o los primeros escarceos bélicos en tierras vietnamitas (“The Snake”).
Justo al comienzo de la pista ”Bring Him Up / The Eyes”, aparecen por vez primera las ocho notas asociadas al ejército ruso (y más concretamente al Coronel ruso Podovsky), el otro leitmotiv clave del trabajo, si exceptuamos la recurrente frase asimilada al protagonista que ya fuera usada en el primer score de la saga. Como encarnación del mal "supremo" en la película, su traslación musical deviene en una contundente figura a trombones y trompas en registro grave, dentro de esa lógica intención por dotar del suficiente poderío sonoro al cruel enemigo del protagonista. Asimismo, el ejercito vietnamita tendrá también su reflejo musical, a través de un bloque electrónico de percusión oriental sugerido en varios temas, aunque íntegramente presentado en el corte ”River Crash / The Gunboat”, fragmento éste escuchado durante su primera confrontación con Rambo (y que dicho sea de paso, no sería usado en el filme al ser reemplazado por varios bloques del “Main Title”).
Como vemos, Goldsmith asimila perfectamente la estética puramente bélica del filme, y ahonda sin rubor en una saturación de música de acción no apta para todos los paladares, pero tremendamente eficaz en su fusión con las secuencias. Dentro de los escasos instantes sosegados de la partitura, no podríamos dejar de mencionar los bloques ”Stories” y ”Day By Day”, éste último epílogo del filme y que introduce de nuevo un motivo aparecido en la primera cinta, ejecutado por trompetas en clave afligida y claramente significativo de la agridulce conclusión del filme. Un corte magnífico para la ridícula -y parodiada- escena del speech final entre Rambo y el coronel Trautman.
Pero si hablamos de una pieza que justifique por sí sola la adquisición del álbum, esa es sin duda el ”Escape from Torture”, uno de los fragmentos de persecución más contundentes que han surgido de la implacable pluma del californiano. Sobre la base del leitmotiv del héroe, y entremezclando referencias al tema del Coronel-ejército ruso, Goldsmith compone tres minutos de auténtica brutalidad sonora, con transiciones rítmicas sensacionales y una sincronía meticulosamente planificada para alcanzar gran comunión con las escenas. Tal dificultad presenta la ejecución de este desbordante tema, que tan sólo podía ser resuelto por una orquesta de la talla y pericia de la National Philharmonic londinense. Lo mejor de todo es comprobar su fabulosa adecuación visual, en la famosa huída de Stallone del campo de prisioneros donde estaba siendo torturado.
La última parte del compacto depara los instantes más feroces tanto del filme como de todo el score, una sucesión de temas en la más pura línea adrenalítica que dejarán sin aliento al oyente. Empezando por la tensión desbordada del ”Revenge” -asumida variación del “Mountain Hunt” escrito para el “First Blood” original-; siguiendo con los agresivos ”Bowed Down” y ”Pilot Over” (este último, otro ejemplo claro de la envidiable habilidad rítmica del californiano); y culminando con el ”Village Raid / Helicopter Flight”, el corte inédito más interesante de esta edición expandida, en el que Goldsmith acude a violentos golpes de percusión para la secuencia del bombardeo al poblado vietnamita, que desembocarán posteriormente en una sugestiva rendición del “Escape from Torture” para la espectacular persecución entre helicópteros rodada por Cosmatos. No merece la pena malgastar el tiempo hablando de la horrenda canción ”Peace in Our Life” interpretada por Frank Stallone, hermanísimo de Sly. Más que nada, porque demasiado estimulante resulta el score incidental del maestro Goldsmith, como para verse deslucido por esta insulsa manera de musicar los títulos de crédito finales, desechando de paso un tema orquestal compuesto expresamente por el maestro que, desafortunadamente, no es recogido en la presente edición.
La partitura de este “Rambo”, tan sólo podría ser infravalorada por algunos acudiendo al argumento -defendible- del evidente reciclaje de los temas más emblemáticos que Goldsmith usara tres años antes en “First Blood”. Haciendo abstracción de lo anterior, no cabe duda que el álbum deviene en uno de los trabajos más entretenidos y frenéticos del autor en los 80, lo que ya supone razón suficiente para recomendar fervientemente su adquisición.
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